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Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

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La música <strong>de</strong> la película Retorno a Bri<strong>de</strong>shead, compuesta por Geoffrey Burgon, es<br />

sencillamente maravillosa. Su tema principal, <strong>de</strong> carácter elegíaco, ya se interprete por la<br />

flauta, por el corno francés, o por <strong>un</strong>a trompeta solista, nos recuerda que el amor, a<strong>un</strong>que no<br />

es cosa fácil, ocupa realmente el centro <strong>de</strong> nuestra condición humana. Pero lo más importante<br />

es que el tema <strong>de</strong> la película lo llena todo sin caer en el sentimentalismo. Y así lo hace también<br />

<strong>un</strong>o <strong>de</strong> los himnos más maravillosos <strong>de</strong> la tradición católica: Ubi caritas et amor, que se canta<br />

especialmente en la Misa <strong>de</strong> la Cena <strong>de</strong>l Señor, el Jueves Santo, mientras el celebrante lava los<br />

pies a doce miembros <strong>de</strong> la com<strong>un</strong>idad (como hizo Jesús con sus discípulos en la última noche<br />

que pasaron j<strong>un</strong>tos), o también durante la com<strong>un</strong>ión <strong>de</strong> los fieles. El texto es bastante sencillo:<br />

Ubi caritas et amor Deus ibi est.<br />

Congregavit nos in <strong>un</strong>um Christi amor.<br />

Exultemus, et in ipso iuc<strong>un</strong><strong>de</strong>mur.<br />

Timeamus et amemus Deum vivum.<br />

Et ex cor<strong>de</strong> diligamus nos sincero.<br />

Don<strong>de</strong> hay caridad y amor, allí está Dios.<br />

El amor <strong>de</strong> Cristo nos ha re<strong>un</strong>ido en <strong>un</strong>idad.<br />

Saltemos <strong>de</strong> gozo y alegrémonos en Él.<br />

Temamos y amemos al Dios vivo,<br />

y amémonos con corazón sincero.<br />

Detengámonos <strong>un</strong> momento para escuchar la versión musical <strong>de</strong> este precioso texto por el<br />

mo<strong>de</strong>rno compositor francés Maurice Duruflé, fallecido en 1986. Es el primero <strong>de</strong> sus Cuatro<br />

motetes, opus 10. Fiel al entronque <strong>de</strong> este himno con el canto gregoriano, Duruflé conjuga su<br />

línea melódica con la armonía contemporánea en cuatro tiempos, en los que soprano, alto,<br />

tenor y bajo se interpelan repetidas veces, y se j<strong>un</strong>tan y se separan, recordando<br />

continuamente que ubi caritas et amor, Deus ibi est. El motete entero dura apenas dos<br />

minutos, pero a través <strong>de</strong> <strong>un</strong>a misteriosa interacción <strong>de</strong> texto y música logra captar todos los<br />

aspectos que hemos venido explorando hasta el momento: la sed <strong>de</strong> amor que tiene el ser<br />

humano, el esfuerzo por encontrar los amores más puros, la escala <strong>de</strong>l amor a la que Cristo<br />

nos invita, el perdón <strong>de</strong> Cristo que hace posible la subida a los auténticos amores, <strong>de</strong> modo<br />

que el amante pueda amar al Amor eternamente. Muchas veces he pensado que, en mi lecho<br />

<strong>de</strong> muerte, me encantaría po<strong>de</strong>r escuchar alg<strong>un</strong>as composiciones musicales; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, el<br />

Ubi caritas <strong>de</strong> Duruflé sería <strong>un</strong>a <strong>de</strong> ellas.<br />

Aquí llegamos verda<strong>de</strong>ramente al núcleo central <strong>de</strong> la pretensión católica y cristiana, es <strong>de</strong>cir,<br />

que el amor es la realidad más viva que existe, porque el propio Dios es amor. Este es «el amor<br />

que mueve el sol y las <strong>de</strong>más estrellas». Y eso es lo que nos configura a nosotros mismos; a eso<br />

estamos <strong>de</strong>stinados. Estamos <strong>de</strong>stinados al amor, para po<strong>de</strong>r vivir con el Amor.<br />

En Inglaterra hay otro lugar histórico en el que cobran luz las exigentes <strong>de</strong>mandas <strong>de</strong>l amor. Es<br />

la Torre <strong>de</strong> Londres, concretamente la celda en la que santo Tomás Moro pasó los quince<br />

últimos meses <strong>de</strong> su vida. Conoces la historia por otra gran película, A Man for All Seasons.<br />

Recordarás, sin duda, <strong>un</strong>a escena que parte el corazón y que se <strong>de</strong>sarrolla en el acto final,

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