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Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

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Dios. Como tampoco lo son los sucesores <strong>de</strong>l César, ya sean reyes, presi<strong>de</strong>ntes, primeros<br />

ministros, o secretarios generales <strong>de</strong>l partido. Y porque ni el César ni sus sucesores son Dios, su<br />

po<strong>de</strong>r es limitado, no absoluto. En el m<strong>un</strong>do, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r legítimo <strong>de</strong>l César, existen<br />

otros po<strong>de</strong>res tan legítimos, o incluso más, que el suyo.<br />

Por eso, el Estado no pue<strong>de</strong> acapararlo todo. Ya mucho antes <strong>de</strong> la Ilustración, alg<strong>un</strong>os teóricos<br />

<strong>de</strong> la política empezaron a cuestionar el absolutismo <strong>de</strong> los reyes con i<strong>de</strong>as como la<br />

«separación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res», propugnada por Montesquieu. La civilización occi<strong>de</strong>ntal aprendió la<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> «gobierno limitado», precisamente en la escuela <strong>de</strong> la reflexión cristiana. Cuando los<br />

pensadores <strong>católico</strong>s <strong>de</strong> la Edad Media insistían en distinguir con precisión entre «sociedad» y<br />

«Estado», estaban creando <strong>un</strong>a vac<strong>un</strong>a contra el absolutismo <strong>de</strong> los reyes contemporáneos y<br />

<strong>de</strong> los mo<strong>de</strong>rnos totalitarismos. Pero esa vac<strong>un</strong>a no fue plenamente eficaz, a<strong>un</strong>que su<br />

capacidad intrínseca podría explicar por qué la época <strong>de</strong>l absolutismo fue más bien breve,<br />

contando siempre en magnitu<strong>de</strong>s históricas.<br />

A su modo, el catolicismo medieval contribuyó también a implantar en Occi<strong>de</strong>nte la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

que el «consentimiento» <strong>de</strong> la masa es esencial para <strong>un</strong> gobierno justo. La teoría política <strong>de</strong>l<br />

catolicismo medieval enseñaba que el gobierno no pue<strong>de</strong> reducirse a «coerción», sino que<br />

exige «consenso». Y es que, si hay <strong>un</strong> gobierno justo, el consenso nacerá como <strong>de</strong> por sí. Ahora<br />

bien, ¿quién juzgará sobre la justicia <strong>de</strong> <strong>un</strong> modo concreto <strong>de</strong> gobernar, o <strong>de</strong> <strong>un</strong> acto<br />

específico <strong>de</strong> soberanía? La pretensión <strong>de</strong> la Iglesia <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r juzgar a los príncipes, y la i<strong>de</strong>a<br />

católica <strong>de</strong> que el «pueblo» posee <strong>un</strong> sentido innato <strong>de</strong> la justicia propiciaron que en la<br />

mentalidad político-cultural <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte se introdujera <strong>un</strong>a i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>cisiva, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que<br />

«justicia» no es simplemente lo que la autoridad dice que es. Existen niveles morales <strong>de</strong><br />

justicia que no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los gobiernos; todos po<strong>de</strong>mos conocerlos, y <strong>de</strong>berán aplicarse en<br />

la práctica <strong>de</strong> la vida pública.<br />

Todas estas i<strong>de</strong>as, f<strong>un</strong>damentales para la <strong>de</strong>mocracia, se concibieron y dieron a luz por la<br />

Iglesia Católica en <strong>un</strong>a civilización como la que imperó en Occi<strong>de</strong>nte durante la Edad Media.<br />

El Catolicismo medieval enseñó también ciertas lecciones que hoy apenas se recuerdan, por<br />

ejemplo, que la libertad pertenece al ámbito <strong>de</strong> la virtud, y no al <strong>de</strong> los mecanismos políticos.<br />

La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que la gente libre <strong>de</strong>berá ser disciplinada y con dominio <strong>de</strong> sus pasiones no es<br />

exactamente el centro <strong>de</strong> la teoría política contemporánea, sino parte <strong>de</strong> la herencia medieval,<br />

lo mismo que otras i<strong>de</strong>as «proto-<strong>de</strong>mocráticas». Está igualmente la i<strong>de</strong>a medieval <strong>de</strong> que lo<br />

que hemos dado en llamar «<strong>de</strong>rechos» implica responsabilida<strong>de</strong>s. En <strong>un</strong>a cultura que muchas<br />

veces concibe los «<strong>de</strong>rechos» como libre pretensión <strong>de</strong> hacer lo que <strong>un</strong>o quiera (con tal <strong>de</strong> que<br />

«nadie se sienta herido»), la relación entre <strong>de</strong>rechos y responsabilida<strong>de</strong>s podría someterse a<br />

<strong>un</strong>a cierta revisión. Finalmente <strong>de</strong>beríamos revisar lo que la Iglesia medieval enseñó a Europa<br />

sobre lo que mi amigo Michael Novak <strong>de</strong>nomina «individuo com<strong>un</strong>itario». No se pue<strong>de</strong> negar<br />

que somos individuos que tienen i<strong>de</strong>as, que hacen cosas y gozan <strong>de</strong> «<strong>de</strong>rechos» inalienables.<br />

Pero nada <strong>de</strong> eso tiene sentido, si no hay com<strong>un</strong>ida<strong>de</strong>s abiertas a recibir, sean familias, grupos<br />

profesionales o entida<strong>de</strong>s com<strong>un</strong>itarias. Para que el individuo alcance <strong>un</strong>a madurez<br />

plenamente humana necesita <strong>un</strong> sentimiento <strong>de</strong> responsabilidad por el otro, <strong>un</strong> compromiso<br />

<strong>de</strong> trabajar con otros en com<strong>un</strong>idad y <strong>un</strong> sentimiento <strong>de</strong> solidaridad social. Eso es <strong>un</strong><br />

«individuo com<strong>un</strong>itario». Por su parte, <strong>un</strong>a sociedad que absolutice lo com<strong>un</strong>itario terminará,

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