Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias
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epresenta a la Virgen con el Niño. El zócalo está poblado <strong>de</strong> profetas que an<strong>un</strong>ciaron la venida<br />
<strong>de</strong>l Mesías, concretamente, Isaías y Jeremías, Ezequiel y Daniel, Ageo, Malaquías, Miqueas y<br />
Zacarías.<br />
El pavimento bajo la cúpula es otra joya <strong>de</strong>l arte <strong>de</strong>l mosaico. Una serie <strong>de</strong> círculos<br />
concéntricos representan la difusión <strong>de</strong> la palabra salvífica <strong>de</strong> Dios por todo el m<strong>un</strong>do,<br />
empezando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el interior mismo <strong>de</strong> la Santísima Trinidad. Por eso, el anillo central contiene<br />
tres círculos entrelazados, cada <strong>un</strong>o con la palabra hagios (santo»), que nos recuerda al Dios<br />
único en tres Personas Divinas. El anillo adyacente representa La traditio (tradición»,<br />
«entrega») <strong>de</strong> la Palabra an<strong>un</strong>ciada al m<strong>un</strong>do, con los nombres <strong>de</strong> los cuatro profetas mayores<br />
(Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel), mientras que <strong>un</strong> tercer anillo contiene los nombres <strong>de</strong> los<br />
doce profetas menores (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Naún, Habacuc, Sofonías,<br />
Ageo, Zacarías y Malaquías). El cuarto anillo recoge los símbolos <strong>de</strong> los cuatro evangelistas<br />
cristianos: <strong>un</strong> hombre (Mateo), <strong>un</strong> león (Marcos), <strong>un</strong> toro (Lucas) y <strong>un</strong> águila (Juan). A<br />
continuación, el círculo <strong>de</strong> los doce Apóstoles (en el que llama la atención la presencia <strong>de</strong><br />
Pablo, y no <strong>de</strong> Matías, como substituto <strong>de</strong> Judas Iscariote). Contiguo al anillo apostólico, otro<br />
círculo recoge los doce meses <strong>de</strong>l año y los doce signos <strong>de</strong>l Zodíaco, con los que, en ocasiones,<br />
los artistas cristianos solían representar la totalidad <strong>de</strong>l <strong>un</strong>iverso. Completa el mosaico <strong>un</strong><br />
último círculo con el texto en latín <strong>de</strong> Prov 8,23-25 y su himno a la Sabiduría divina: «En<br />
tiempo remotísimo fui formada, antes <strong>de</strong> comenzar la tierra. Antes <strong>de</strong> los océanos fui<br />
engendrada, antes <strong>de</strong> los manantiales <strong>de</strong> las aguas. Todavía no estaban encajados los montes;<br />
y antes <strong>de</strong> las montañas fui engendrada».<br />
Sin embargo, por gran<strong>de</strong> que sea la magnificencia <strong>de</strong> la Dormición, no estamos aquí para<br />
admirar la arquitectura o el arte, y ni siquiera para <strong>de</strong>tenernos en el cuerpo central <strong>de</strong> la<br />
iglesia. Preferirnos bajar a la cripta, para pensar en María, madre <strong>de</strong> Jesús y madre <strong>de</strong> la<br />
Iglesia. A través <strong>de</strong> María po<strong>de</strong>mos reflexionar sobre el misterio <strong>de</strong> nuestra vocación, es <strong>de</strong>cir,<br />
<strong>de</strong> «ser llamados», que es lo que constituye el centro <strong>de</strong> la vida católica.<br />
No se sabe dón<strong>de</strong> vivió María <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> su Hijo, ni dón<strong>de</strong> murió. (Uno <strong>de</strong><br />
los argumentos más enigmáticos a favor <strong>de</strong> la «as<strong>un</strong>ción» corporal <strong>de</strong> María al cielo, <strong>de</strong>finida<br />
el año 1950 como dogma <strong>de</strong> fe católica, es el hecho extraordinario <strong>de</strong> que no haya ningún<br />
lugar en el m<strong>un</strong>do cristiano en el que los fieles hayan pretendido conservar en su territorio los<br />
restos mortales <strong>de</strong> María, lo que sin duda habría convertido ese territorio en <strong>un</strong> privilegiado<br />
lugar <strong>de</strong> peregrinación.) Según <strong>un</strong>a tradición venerable, María murió en Éfeso, don<strong>de</strong> se<br />
supone que vivió el apóstol Juan, que era el que cuidaba <strong>de</strong> ella. Otra tradición la sitúa en el<br />
Monte Sión, don<strong>de</strong> «se habría dormido». De ahí que la <strong>de</strong>nominación oficial <strong>de</strong> esa iglesia sea<br />
la <strong>de</strong> «Dormitio Sanctae Mariae», iglesia <strong>de</strong> la Dormición <strong>de</strong> Santa María. La tradición sobre la<br />
«dormición» <strong>de</strong> María en el Monte Sión se ha materializado en el camarín situado en el centro<br />
<strong>de</strong> la cripta, don<strong>de</strong> sobre <strong>un</strong> cenotafio hay <strong>un</strong>a talla <strong>de</strong> marfil y ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> cerezo, a tamaño<br />
natural, <strong>de</strong> la Virgen «dormida». En el techo, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el interior <strong>de</strong> <strong>un</strong>a pequeña cúpula, <strong>un</strong><br />
coro <strong>de</strong> <strong>de</strong>stacadas mujeres <strong>de</strong>l Antiguo Testamento pintadas en mosaico observan la<br />
situación: Eva, madre <strong>de</strong> la humanidad; Miriam, hermana <strong>de</strong> Moisés y cantora <strong>de</strong> la liberación<br />
<strong>de</strong> Israel; Jael, la kenita, que <strong>de</strong>fendió a Israel <strong>de</strong>l general cananeo Sísara; Judit, la hermosa<br />
viuda que salvó a Jerusalén <strong>de</strong> ser arrasada por el ejército <strong>de</strong> Nabucodonosor; Rut, la fiel