07.05.2013 Views

Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Encarnación fue que alguien había cruzado por nosotros ese abismo. Jesucristo, realmente<br />

divino y realmente humano, es la imagen viva, hecha carne, que completa la gran ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong><br />

imágenes; es el Hijo <strong>de</strong> Dios hecho carne, que incorpora lo divino al m<strong>un</strong>do humano y eleva al<br />

hombre a la vida interior <strong>de</strong>l propio Dios. Ese Dios que <strong>un</strong> día prohibió al pueblo <strong>de</strong> Israel hacer<br />

imágenes <strong>de</strong> Sí mismo, nos ha dado la verda<strong>de</strong>ra imagen, y precisamente en la carne. Cuando<br />

Dios entra en la historia, los acontecimientos <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> salvación, «escritos» para<br />

nosotros iconográficamente, pue<strong>de</strong>n ser auténticas imágenes <strong>de</strong> la Imagen.<br />

Bien.<br />

Debería pedir perdón por este breve <strong>de</strong>svío teológico que consi<strong>de</strong>ro bastante elevado; sólo<br />

<strong>de</strong>seo insistir en que es muy importante para fijar <strong>un</strong> tema que ya he abordado con<br />

anterioridad: Catolicismo es realismo. ¿Por qué fue tan importante la controversia iconoclasta?<br />

Los <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> los iconos tenían razón, y la Iglesia hizo lo correcto al dársela, porque se<br />

trataba nada menos que <strong>de</strong> la pretensión cristiana <strong>de</strong> que po<strong>de</strong>mos tocar la verdad <strong>de</strong> nuestra<br />

salvación. El cristianismo, a<strong>un</strong> en su forma neoplatónica más abstracta, no es simplemente <strong>un</strong>a<br />

cuestión <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as, a<strong>un</strong>que sean verdad. El cristianismo es cuestión <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as hechas carne: Dios<br />

hecho hombre, y hombre divinizado.<br />

Ese es el Cristo que encontramos en el «Christós Pantokrator».<br />

* * *<br />

Por estar muy lejos <strong>de</strong> caminos trillados, el monasterio <strong>de</strong> Santa Catalina y sus iconos pudieron<br />

escapar al saqueo y <strong>de</strong>strucción por los iconoclastas. Descubierto bajo sucesivas capas <strong>de</strong><br />

pintura, el Christós Pantokrator es <strong>un</strong>a imagen <strong>de</strong> Cristo en postura típicamente iconográfica:<br />

mirando <strong>de</strong> frente, con <strong>un</strong>a corona <strong>de</strong> oro y <strong>un</strong> halo en la cabeza, apretando contra el pecho<br />

<strong>un</strong>a Biblia con profusión <strong>de</strong> incrustaciones (el que es la Palabra <strong>de</strong> Dios, la Seg<strong>un</strong>da Persona <strong>de</strong><br />

la Trinidad, sostiene la palabra escrita, la Sagrada Escritura), con la mano <strong>de</strong>recha levantada en<br />

<strong>un</strong> gesto que es, al mismo tiempo, <strong>de</strong> saludo y <strong>de</strong> bendición, con el pulgar y el anular<br />

tocándose (en reconocimiento <strong>de</strong> las dos naturalezas <strong>un</strong>idas en la única persona <strong>de</strong> Cristo),<br />

con los <strong>de</strong>dos índice y medio cruzados (como instrumento <strong>de</strong> salvación). Los colores son<br />

impresionantemente ricos: oro y marfil, lavanda y rojo sangre. Pero lo que más nos atrae en el<br />

icono y nos empuja a <strong>un</strong> encuentro personal con el Señor es el rostro, lleno <strong>de</strong> majestad y <strong>de</strong><br />

calma, impresionantemente masculino.<br />

Un rostro único, porque Cristo es único. Sin embargo, el iconógrafo, al diseñar <strong>un</strong> rostro con<br />

dos expresiones sutilmente distintas, nos introduce en el corazón <strong>de</strong>l misterio mismo <strong>de</strong> Dios,<br />

el Hijo <strong>de</strong> Dios hecho carne. A pesar <strong>de</strong> ser tan humano, se ve –mejor dicho, se siente – que,<br />

a<strong>un</strong>que es <strong>un</strong> rostro verda<strong>de</strong>ramente humano, no es como <strong>un</strong>a cara que hayamos visto con<br />

anterioridad. Des<strong>de</strong> <strong>un</strong>a perspectiva <strong>de</strong> su rostro, está en el tiempo, pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> otra, está más<br />

allá <strong>de</strong>l tiempo. Es como cualquier otra persona humana (es <strong>de</strong>cir <strong>un</strong>a persona con su tiempo,<br />

su espacio y su historia), pero también es trascen<strong>de</strong>nte, eterno. Nos encontramos con él en su<br />

humanidad; pero nos atrae a su divinidad. Como escribe el profesor Pelikan, es la encarnación<br />

<strong>de</strong> tres elementos trascen<strong>de</strong>ntes: «el que fue encarnación no sólo <strong>de</strong> la Verdad, en su<br />

enseñanza, y <strong>de</strong> la Bondad, en su vida, sino también <strong>de</strong> la Belleza, en su figura como “el más<br />

bello <strong>de</strong> los hombres” (Sal 45,2)». En la verdad, bondad y belleza <strong>de</strong> su majestad atisbamos la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!