Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias
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Un mes más tar<strong>de</strong>, el Padre Jerzy Popieluszko empezó a celebrar mensualmente <strong>un</strong>a «Misa por<br />
la Patria» en la iglesia <strong>de</strong> San Estanislao <strong>de</strong> Kostka, la iglesia parroquial <strong>de</strong> Zoliborz, a la que se<br />
le había asignado como <strong>joven</strong> párroco. En esas misas, el tranquilo sacerdote, antes tan sumiso<br />
y tan recatado, encontró la llamada –y quizá <strong>un</strong> nuevo sentido– <strong>de</strong> su vocación sacerdotal. No<br />
se produjo ningún levantamiento <strong>de</strong> masas. Pero la tranquila elocuencia <strong>de</strong>l Padre Jerzy fue<br />
congregando poco a poco a cientos, luego a miles y, más tar<strong>de</strong>, a cientos <strong>de</strong> miles en y<br />
alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> San Estanislao <strong>de</strong> Kostka, para asistir a La «Misa mensual por la<br />
Patria». No importaba que hiciera frío o calor, que lloviera, que estuviera seco, o que la nieve<br />
cubriera <strong>de</strong> blanco el paisaje. La gente seguía acudiendo. Y el Padre Jerzy cada vez era más<br />
exigente.<br />
Su lema, que repetía sin cesar, lo había tomado <strong>de</strong>l papa Juan Pablo II: «Vencerás el mal con el<br />
bien». Jerzy predicaba la no-violencia, pero también el <strong>de</strong>ber moral <strong>de</strong> resistir. Con su tono<br />
tranquilo, pero exigente, el Padre Jerzy preg<strong>un</strong>taba a su pueblo: «¿De qué parte os vais a<br />
poner? ¿De parte <strong>de</strong>l bien, o <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l mal? ¿De la verdad, o <strong>de</strong> la falsedad? ¿Del amor, o<br />
<strong>de</strong>l odio?». El Padre Jerzy no era <strong>un</strong> teólogo sofisticado, ni <strong>un</strong> teórico <strong>de</strong> la política. Era más,<br />
bastante más: era <strong>un</strong> hombre capaz <strong>de</strong> inducir a otros al heroísmo moral que él <strong>de</strong>splegaba.<br />
Michael Kaufman, por entonces jefe <strong>de</strong> redacción <strong>de</strong>l New York Times en la sucursal <strong>de</strong><br />
Varsovia, se dio cuenta enseguida <strong>de</strong> lo dramático y <strong>de</strong>safiante que era todo eso: «En ningún<br />
otro sitio, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Berlín Oriental hasta Wladivostok, pue<strong>de</strong> <strong>un</strong>o plantarse ante diez o quince mil<br />
personas con <strong>un</strong> micrófono en mano para con<strong>de</strong>nar los errores <strong>de</strong>l Estado y <strong>de</strong>l partido. En<br />
ningún otro sitio <strong>de</strong> todo ese vasto territorio que engloba a <strong>un</strong>os cuatrocientos millones <strong>de</strong><br />
personas se ha presentado algún otro diciendo a la multitud que <strong>de</strong>safiar a la autoridad era<br />
<strong>un</strong>a obligación <strong>de</strong> conciencia, <strong>de</strong> religión, <strong>de</strong> hombría <strong>de</strong> patriotismo.<br />
Pero el director <strong>de</strong>l Times en Polonia no fue el único que entendió el problema. También se dio<br />
cuenta el SB, la policía secreta polaca. Por eso <strong>de</strong>cidió matar al Padre Jerzy Popieluszko. El día<br />
19 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1994, mientras conducía <strong>de</strong> vuelta a Varsovia, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>un</strong> compromiso<br />
pastoral en Bydgoszcz, el Padre Jerzy fue asaltado por tres oficiales <strong>de</strong> la SB, que lo<br />
maniataron, le molieron a puñetazos, a patadas y a bastonazos hasta causarle la muerte. y<br />
arrojaron su cadáver, todo lleno <strong>de</strong> magulladuras, al río Vístula, cerca <strong>de</strong> Wloclawek. Al día<br />
siguiente, la radio estatal an<strong>un</strong>ció que el Padre Jerzy Popieluszko había <strong>de</strong>saparecido,<br />
presumiblemente secuestrado por «<strong>de</strong>sconocidos». Decenas <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> personas <strong>de</strong> todo el<br />
país empezaron a congregarse en el pórtico <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> Zoliborz, don<strong>de</strong> cada hora se<br />
ofrecía <strong>un</strong>a misa. Y así, durante diez días, hasta que el 30 <strong>de</strong> octubre llegó la noticia que todos<br />
se temían. El cadáver <strong>de</strong>l Padre Jerzy Popieluszko había sido encontrado en el Vístula.<br />
El an<strong>un</strong>cio se hizo durante <strong>un</strong>a misa que se celebraba en la iglesia <strong>de</strong> San Estanislao <strong>de</strong> Kostka.<br />
Otro <strong>de</strong> los sacerdotes <strong>de</strong> Zoliborz, el Padre Antonin Lewek, amigo <strong>de</strong>l Padre Jerzy, invitó a<br />
todos los asistentes a recordar la escena <strong>de</strong> Jesús ante la tumba <strong>de</strong> Lázaro, es <strong>de</strong>cir, a llorar,<br />
pero no a estallar en violentos ataques <strong>de</strong> indignación. Y entonces, recuerda el Padre Lewek,<br />
sucedió algo extraordinario: la gentes entre lágrimas, empezó a repetir tres veces, j<strong>un</strong>to a los<br />
sacerdotes concelebrantes: «Y perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los<br />
que nos han ofendido. Y perdónanos nuestras ofensas, como nosotros perdonamos...»