07.05.2013 Views

Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

gnósticos extremadamente inteligentes para los que no existe el dato espontáneo. Te dirán<br />

con toda franqueza (y por lo general, en el seg<strong>un</strong>da o tercera copa <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>un</strong>a conferencia<br />

<strong>de</strong> alto nivel académico) que su ocupación es tratar <strong>de</strong> alcanzar la inmortalidad, es <strong>de</strong>cir, hacer<br />

inmortal al ser humano, o tan inmortal como queremos que sea, hasta que el hastío o<br />

cualquier otro factor nos lleve al <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> morir por nuestra propia vol<strong>un</strong>tad. En su opinión, la<br />

humanidad es infinitamente maleable o, si se prefiere, manipulable. Lo que preten<strong>de</strong>n es<br />

manipular la condición humana manipulando a los seres humanos.<br />

El que piense que eso se pue<strong>de</strong> hacer sin coacción masiva, no ha leído a Huxley. El maravilloso<br />

m<strong>un</strong>do feliz –el m<strong>un</strong>do gnóstico con mayúsculas– es <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do <strong>de</strong> coacción masiva en nombre<br />

<strong>de</strong> los más elevados i<strong>de</strong>ales. La imaginación sacramental es <strong>un</strong>a barrera contra ese m<strong>un</strong>do<br />

feliz, porque nos enseña que, en ese m<strong>un</strong>do, los datos, incluido el dato <strong>de</strong>finitivo que es la<br />

muerte, tienen <strong>un</strong> prof<strong>un</strong>do significado.<br />

SOBRE LA TRASCENDENCIA DE DIOS Y NOSOTROS<br />

Si insistimos <strong>de</strong> manera especial en la inmanencia <strong>de</strong> Dios, llegamos a la introspección,<br />

al aislamiento, al quietismo, a la indiferencia social, en <strong>un</strong>a palabra, al Tibet. Pero si<br />

insistimos, sobre todo, en la trascen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios, llegamos a la maravilla, a la<br />

curiosidad, a la aventura moral y política, a <strong>un</strong>a justa indignación, es <strong>de</strong>cir, al<br />

cristianismo. Si se insiste en que Dios está <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l ser humano, se llega a la<br />

constatación <strong>de</strong> que el hombre está siempre <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí mismo. Pero si se insiste en<br />

que Dios trascien<strong>de</strong> al ser humano, es que el hombre se ha trascendido a sí mismo.<br />

La imaginación sacramental crea civilizaciones. Los franceses medievales, precisamente porque<br />

creían en <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do sacramentalmente configurado, es <strong>de</strong>cir, <strong>un</strong> m<strong>un</strong>do en el que la verdad, la<br />

bondad y la belleza podían revelarse por medio <strong>de</strong> la materia, pudieron construir gran<strong>de</strong>s<br />

torres y mo<strong>de</strong>lar las luminosas vidrieras <strong>de</strong> la catedral <strong>de</strong> Chartres (que visitaremos a su<br />

<strong>de</strong>bido tiempo). Precisamente porque el dif<strong>un</strong>to Fre<strong>de</strong>rick Hart poseía <strong>un</strong>a imaginación<br />

sacramental, pudo esculpir <strong>un</strong>as figuras <strong>de</strong> tamaño natural como las que adornan el<br />

Monumento a los Veteranos <strong>de</strong> Vietnam, y la sublime evocación <strong>de</strong> la creación en la puerta<br />

principal <strong>de</strong> la catedral <strong>de</strong> Washington. Si lo que somos y lo que hacemos cuenta realmente,<br />

vale la pena ser buenos y hacer <strong>de</strong> la mejor manera posible lo que po<strong>de</strong>mos realizar con los<br />

materiales y el talento <strong>de</strong> que disponemos. Pero si nada cuenta, si el m<strong>un</strong>do no es más que <strong>un</strong><br />

escenario efímero para satisfacer las «necesida<strong>de</strong>s» <strong>de</strong>l propio yo, ¿<strong>de</strong> qué sirve po<strong>de</strong>r<br />

esculpir? ¿Por qué pintar, por qué escribir poesía, o componer música? O, quizá, mejor dicho,<br />

¿qué sentido tiene la capacidad <strong>de</strong> realizar cualquiera <strong>de</strong> esas obras, si no es como protesta<br />

contra el vacío y contra la sinrazón <strong>de</strong> esa actividad?<br />

En <strong>un</strong> ensayo, prácticamente <strong>un</strong> libro, sobre santo Tomás <strong>de</strong> Aquino, G. K. Chesterton<br />

<strong>de</strong>scribía así su propia época, que ha preparado la nuestra: «Igual que el siglo XVIII se presentó<br />

como la Era <strong>de</strong> la Razón, y el siglo XIX como la Era <strong>de</strong>l Sentido Común, el siglo XX no pue<strong>de</strong><br />

presentarse más que... como la Era <strong>de</strong> la Insensatez poco Común». Esa insensatez poco común<br />

que se ha vertido a lo largo <strong>de</strong> todo el siglo XX hasta <strong>de</strong>sembocar en el siglo XXI es la<br />

insensatez gnóstica, que interpreta todos los elementos <strong>de</strong> la condición humana como

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!