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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

-Gracias, Derfel -replicó con una sonrisa apagada.<br />

- -pregunté súbitamente.<br />

Arturo suspiró y volvió a tender la mirada sobre la tierra, iluminada por la luna.<br />

-Cuando Uter murió -dijo tras un largo silencio- la tierra se hundió en el caos. Eso es lo que<br />

pasa siempre en las tierras sin rey, y ahora no tenemos rey. Tenemos a Mordred, cierto, pero no<br />

es más que un niño, de forma que alguien tiene que administrar el poder hasta su mayoría de<br />

edad. Y ese poder ha de estar en manos de un solo hombre, Derf el, no de tres ni de cuatro ni de<br />

diez, sino de uno solo. Cuánto desearía que no fuera así. Créeme, dejaría las cosas como<br />

de todo corazón. Preferiría envejecer contando con Owain como amigo estimado, pero no<br />

puede ser. Es necesario conservar el poder para entregárselo a Mordred, y es necesario<br />

conservarlo convenientemente, con justicia, y entregárselo intacto, lo cual significa que no<br />

podemos permitirnos querellas constantes entre hombres que ambicionan el poder <strong>del</strong> trono. Un<br />

hombre que no es rey ha de serlo, y tendrá que renunciar a los poderes <strong>del</strong> reino cuando<br />

Mordred alcance la mayoría de edad. Y ésa es la misión de los soldados, ¿recuerdas? Luchar<br />

por los que no pueden defenderse solos. Y también -añadió con una sonrisa- toman lo que<br />

desean, y mañana yo quiero tomar una cosa de Owain. Quiero su honor, y lo tomaré. -Se<br />

encogió de hombros-. Mañana lucharé por Mordred y por la pequeña. Y tú, Derfel -me dio con<br />

fuerza en el pecho- le buscarás un gatito. -Dio unos enérgicos pisotones en el suelo para<br />

hacerlos entrar en calor y luego miró hacia el oeste-. ¿Crees que esas nubes traerán agua o<br />

-<br />

-Lo ignoro, señor.<br />

-Esperemos que sea agua. Bien, tengo entendido que mantuviste una conversacion con ese<br />

pobre sajón al que mataron para adivinar el futuro. Cuéntamelo, cuanto más sepamos <strong>del</strong><br />

enemigo, tanto mejor.<br />

Me acompañó hasta el puesto de guardia y escuchó cuanto tenía que decir sobre Cerdic, el<br />

nuevo jefe sajón de la costa sur, y después se fue a la cama. Habríase dicho que no le afectaba<br />

lo que iba a suceder por la mañana, pero el terror que yo sentía era suficiente para ambos. Me<br />

e Owain contra los dos paladines de Tewdric e intenté rezar a las estrellas,<br />

que son el hogar de los dioses, pero no las veía porque tenía los ojos llenos de lágrimas.<br />

La noche fue larga y cruelmente fría, pero deseaba que no llegara el alba.<br />

<strong>El</strong> deseo de Arturo se cumplió, pues al amanecer empezó a llover. La lluvia se transformó<br />

enseguida en un intenso aguacero invernal que caía a grises rachas a lo largo de todo el ancho<br />

valle entre Caer Cadarn e Ynys Wydryn. Los canales se desbordaron, el agua corría murallas<br />

abajo y formaba grandes charcos bajo los aleros de la fortaleza. Por los agujeros de los tejados<br />

de paja salía humo y los centinelas encogían los hombros bajo las capas empapadas.<br />

Tristán, que había pasado la noche en la aldea situada al oeste de<br />

embarrado camino de acceso a la fortaleza. Lo acompañaban sus seis guardias y la pequeña<br />

huérfana, todos resbalaban en el barro cuando no hallaban a la vera <strong>del</strong> camino un matorral o un<br />

uertas estaban abiertas y ning·n centinela cerró el<br />

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