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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

quietud que desconcertaba a muchos, pues les hacia temer que leyera en sus almas; pero su<br />

calma era producto de su deseo de ser diferente. Desea ba ser admirado y gozaba<br />

recompensando generosamente la admiración.<br />

<strong>El</strong> tumulto de los que esperaban para presentar sus quejas crecía y Arturo suspiró al pensar en<br />

el trabajo que le aguardaba. Apartó el vino y me miró como disculpándose.<br />

- escanso, lord -dijo, halagándome <strong>del</strong>iberadamente con mi nuevo titulo-. Pero<br />

¡ay!, pronto habré de pediros que partáis con vuestras espadas hacia el norte.<br />

-Mis espadas son vuestras, lord príncipe -dije con humildad.<br />

-Estamos rodeados de enemigos -dijo al tiempo que trazaba un círculo con el dedo en la mesa<br />

-, mas el verdadero peligro es Powys. Gorfyddyd reúne un ejército como Bretaña no<br />

ha visto jamás. Ese ejército avanzará hacia el sur muy pronto y temo que el rey Tewdric no<br />

tenga agallas suficientes para el combate. Necesito concentrar el mayor número posible de<br />

lanzas en Gwent para asegurar la lealtad de Tewdric. Cei puede contener a Cadwy, Melwas<br />

tendrá que ingeniárselas para atacar a Cerdic y el resto de nosotros iremos a Gwent.<br />

- -preguntó Ginebra significativamente.<br />

-Estamos en paz con él -replicó Arturo remarcando las palabras.<br />

-Se vende al mejor postor -dijo Ginebra-, y Gorfyddyd no tardará en aumentar la oferta.<br />

-No puedo enfrentarme a Gorfyddyd y a Aelle a un tiempo -dijo Arturo encogiéndose de<br />

hombros-. Serian necesarias trescientas lanzas para contener a los sajones de Aelle, no para<br />

derrotarlos, sólo para contenerlos, y la ausencia de esas trescientas lanzas significaría la derrota<br />

en Gwent.<br />

-Lo cual no se le escapa a Gorfyddyd -señaló Ginebra.<br />

-Entonces, querida, ¿qué solución se te ocurre?<br />

Pero Ginebra carecía de solución más plausible; la única que le quedaba a Arturo era esperar y<br />

rogar por que la frágil paz con Aelle no se rompiera. Había comprado al rey sajón con una<br />

carreta de oro y en el reino ya no quedaban riquezas con que mejorar el precio.<br />

-Sólo nos resta esperar que Gereint sea capaz de contenerle -dijo Arturo- mientras derrotamos a<br />

Gorfyddyd. Descansad hasta después de Lughnasa, lord Derfel -me dijo sonriente tras apartar el<br />

asiento de la mesa-; después, tan pronto hayamos recogido la cosecha, marcharemos juntos<br />

hacia el norte.<br />

Dio unas palmadas para que acudieran los sirvientes a retirar los restos de la comida y dejaran<br />

entrar a los que esperaban. Mientras los sirvientes se apresuraban a cumplir su trabajo, Ginebra<br />

me hizo una señal.<br />

-¿Podemos hablar? -me preguntó.<br />

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