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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

gruta, no tenía la menor idea de lo que me sucedería. Entré pues en la gruta <strong>del</strong> dios y<br />

, me hizo girar sobre mi mismo en el sentido <strong>del</strong> sol, tan veloz y<br />

violentamente que me mareé; entonces, me ordenaron avanzar. Me asfixiaba el humo, pero<br />

seguí a<strong>del</strong>ante, bajando por el camino inclinado <strong>del</strong> suelo rocoso. Una voz me ordenó que me<br />

detuviera, otra que corriera, una tercera que me arrodillara. Me arrojaron algo a la boca y el olor<br />

de excremento humano me hizo retroceder, la cabeza me daba vueltas.<br />

-¡Come! -gritó una voz, y a punto estuve de escupir el bocado, pero me di cuenta de que se<br />

trataba sólo de pescado en salazón.<br />

Tomé no sé qué brebaje infecto que se me subió a la cabeza. Debía de tratarse de extracto de<br />

estramonio mezclado con mandrágora o amanita muscaría, pues a pesar de llevar los ojos bien<br />

tapados, veía bichos brillantes con alas arrugadas que se me acercaban y se lanzaban contra mi<br />

con bocas de pico. Noté en la piel llamas que me chamuscaban el vello de las piernas y los<br />

brazos. Me ordenaron seguir caminando, luego pararme, y oi que amontonaban leños en una<br />

hoguera cuyo inmenso calor notaba muy cerca. <strong>El</strong> fuego crepitaba, las llamas me abrasaban la<br />

piel desnuda y la hombría y entonces una voz me ordenó acercarme al fuego. Obedecí, y para<br />

mi sorpresa pisé agua helada... A punto estuve de lanzar un alarido de espanto, pues creí<br />

haberme metido en una cuba de metal fundido.<br />

Me tocaron el miembro viril con la punta de una espada, la empujaron y me ordenaron avanzar<br />

hacia el arma; en el momento en que di un paso a<strong>del</strong>ante, la punta de la espada desapareció.<br />

Meros trucos, naturalmente, pero las hierbas y las setas maceradas en el brebaje los agrandaban<br />

hasta darles dimensiones de milagro; tras recorrer el tortuoso camino, llegué en un estado de<br />

puro terror y exaltación a la asfixiante cámara llena de ecos donde había de celebrarse la parte<br />

s importante de la ceremonia. Condujéronme a una piedra de la altura de una mesa,<br />

pusiéronme un cuchillo en la mano derecha, y la izquierda, con la palma hacia abajo, sobre un<br />

vientre desnudo.<br />

-Lo que tocas con la izquierda es un niño, sapo miserable -dijo la voz, y otra mano me llevó la<br />

derecha hasta situar la punta <strong>del</strong> cuchillo en la garganta <strong>del</strong> niño-, un niño inocente que no ha<br />

hecho daño a nadie - -, un niño que no merece sino vivir, y tú vas a matarlo.<br />

<strong>El</strong> niño gritó cuando hundí el cuchillo; noté la sangre caliente que me salpicaba la muñeca y la<br />

mano. <strong>El</strong> vientre que se agitaba bajo mi mano izquierda sufrió un último espasmo y no se<br />

movió más. Una hoguera ardía muy cerca y el humo se me atascaba en las fosas nasales.<br />

nme de hinojos para darme a beber un liquido templado y nauseabundo que se pegaba a<br />

la garganta y amargaba el estómago. Sólo entonces, cuando hube apurado el cuerno de sangre<br />

de toro, me quitaron la venda de los ojos y vi que había matado un cordero lechal con el vientre<br />

rasurado. Me rodearon amigos y enemigos felicitándome efusivamente: acababa de entrar al<br />

servicio <strong>del</strong> dios de los soldados. Formaba parte de una sociedad secreta que provenía sin<br />

interrupciones desde el mundo romano e incluso desde más allá ; una sociedad de hombres que<br />

se habían puesto a prueba en la batalla, no como simples soldados sino como auténticos<br />

guerreros. Era un gran honor convertírse en servidor de Mitra, pues cualquier miembro de la<br />

secta podía prohibir la iniciación de otro. Hombres hubo que comandaron ejércitos mas nunca<br />

fueron elegidos, y otros que, sin destacarse de entre los rangos más bajos, llegaron a ser<br />

miembros de honor.<br />

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