09.05.2013 Views

El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

salvado, pero nadie sabía qué había sido <strong>del</strong> desgraciado Pelinor ni de Druidan. De los guardias<br />

de Norwenna no había sobrevivido ni uno, pero un puñado de los lisiados hombres de Druidan<br />

había logrado ponerse a cubierto en Ermid’s Hall, aunque fuera sólo provisionalmente, al ig ual<br />

que tres ayudantes de Norwenna, que no cesaban de llorar y unos doce huérfanos protegidos de<br />

Merlín, que estaban muy asustados.<br />

Tenemos que marcharnos enseguida -le dije a Morgana-. Están buscando a Nimue.<br />

A Nimue la estaban vistiendo y vendando una s criadas de Ermid.<br />

-No es a Nimue a quien buscan, insensato -me dijo Morgana bruscamente-, sino a Mordred.<br />

-¡Mordred ha muerto! -repliqué, pero Morgana, como respuesta, se giró y arrebató a Ralla el<br />

De un tirón, arrancó el tra po marrón que envolvía al pequeño y vi el pie contrahecho.<br />

-¿ Creias, insensato, que permitiría que dieran muerte a nuestro rey? -me increpó Morgana.<br />

Me quedé mirando a Ralla y a Gwlyddyn sin comprender cómo habrían podido avenirse a dejar<br />

morir a su propio hijo. Gwlyddyn respondió a mi mirada muda.<br />

-<strong>El</strong> es rey -me dijo, sencillamente, señalando a Mordred-, mientras que nuestro hijo era sólo el<br />

hijo de un carpintero.<br />

-Y Gundleus -añadió Morgana enfadada- descubrirá enseguida que el niño al que ha dado<br />

muerte tenía sanos los dos pies, y entonces enviará en nuestra busca todos los hombres de que<br />

pueda disponer. Nos vamos hacia el sur.<br />

En Ermid’s Hall no estaban seguros, el jefe y los guerreros habían partido a la guerra y sólo<br />

Nos pusimos en camino un poco antes <strong>del</strong> mediodía y nos internamos en los verdes bosques <strong>del</strong><br />

sur de las tierras de Ermid. Un cazador de Ermid nos condujo por senderos angostos y pasos<br />

secretos. Eramos treinta, mujeres y niños casi todos, con sólo unos seis hombres capaces de<br />

esgrimir armas, de los cuales sólo Gwlyddyn había matado alguna vez en combate. Los pocos<br />

dementes de Druidan que habían sobrevivido no servirían para nada, y yo, que jamás había<br />

luchado con verdadera furia, cerraba la marcha con la espada desnuda de Hywel al cinto y la<br />

pesada lanza de guerra <strong>del</strong> silurio en la mano derecha.<br />

Pasamos despacio bajo los robles y castaños. De Ermid’s Hall a Caer Cadarn no había más de<br />

cuatro horas de marcha, aunque nosotros tardaríamos mucho má<br />

escondidas, dando rodeos, y los niños retrasaban el paso. Morgana no había dicho adónde nos<br />

dirigíamos, pero yo sabía que el santuario real era el destino más probable, porque sólo allí<br />

encontraríamos soldados de Dumnonia, aunque seguramente Gundleus llegaría a las mismas<br />

deducciones y se encontraría en una situación tan desesperada como nosotros mismos.<br />

Morgana, que poseía astucia suficiente como para conocer la maldad de este mundo, se figuró<br />

que el rey de Siluria tenía planeada esa guerra desde la celebración <strong>del</strong> <strong>Gran</strong> Consejo y que<br />

había esperado la muerte de Uter para lanzar su ataque en liga con Gorfyddyd. Nos había<br />

- 68 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!