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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

-En su religión -replicó con desdén- las mujeres tienen que someterse a los hombres.<br />

Escupió contra el diablo y unos cuantos soldados que estaban cerca se volvieron y la miraron<br />

con reproche. Nimue no se dio por aludida. Estaba envuelta en su manto negro y se abrazaba<br />

las rodillas, que mantenía dobladas contra el pecho. Morgana nos había prohibido asistir a las<br />

ceremonias cristianas, pero Nimue ya no acataba órdenes de Morgana. A la luz de las<br />

antorchas, su afilado rostro quedaba en sombras y los ojos le brillaban.<br />

Los extraños sacerdotes cantaban y recitaban en lengua griega, que nada significaba para<br />

ninguno de los dos. No paraban de dar cabezadas, y la gente respondía cada vez agachándose y<br />

volviéndose a levantar; y, con cada vez que se agachaban, llegaba <strong>del</strong> ala derecha el molesto<br />

estrépito metálico provocado por un centenar de vainas de espada, o más, que chocaban con las<br />

baldosas <strong>del</strong> suelo. Los sacerdotes, igual que los druidas, al rezar abrían los brazos. Sus atavios<br />

eran extraños, semejantes en cierto modo a la toga de Tewdric, pero con una especie de manto<br />

corto y con adornos por encima. Cantaban y la gente respondía cantando a su vez, y algunas<br />

mujeres que estaban detrás de la frágil reina Enid, de blanco rostro, empezaron a gritar y a<br />

convulsionarse presas de éxtasis; pero los sacerdotes no hicieron caso de la conmoción y<br />

continuaron recitando y cantando. En la mesa había una sencilla cruz de madera hacia la cual<br />

inclinaban la cabeza y contra la cual hizo Nimue el gesto <strong>del</strong> diablo al tiempo que musitaba<br />

unas palabras de protección. Enseguida empezamos a aburrirnos y yo quería escabullirme hacia<br />

las habitaciones de Uter para ocupar un buen sitio, porque tras la ceremonia iba a celebrarse allí<br />

una gran fiesta; pero entonces tomó la palabra un sacerdote joven que, en vez de expresarse en<br />

la lengua de la noche, arengó a la congregación usando el habla britana.<br />

Era Sansum, y fue aquélla la primera vez que vi al santo varón. Era muy joven entonces, mucho<br />

más joven que los obispos, pero se había forjado fama de gran promesa, la esperanza <strong>del</strong> futuro<br />

de los cristianos, y los obispos le habían concedido a propósito el honor de predicar esa noche<br />

para potenciar su carrera.<br />

Sansum siempre fue <strong>del</strong>gado, de corta estatura, con una barbilla afilada y afeitada y una frente<br />

huidiza tras la cual el pelo de la tonsura nacía tieso y negro como un seto de espino, aunque<br />

cortado en el centro que en los lados, con lo cual lucía dos hirsutos copetes negros que<br />

sobresalían justo por encima de las orejas.<br />

-Se parece a Lughtigern -me dijo Nimue en voz baja, y me eché a reír a carcajadas, porque<br />

Lughtigern es el rey de los ratones de los cuentos infantiles; un personaje jactancioso y<br />

bravucón que siempre huye cuando aparece el gato.<br />

A pesar de todo, el tonsurado rey de los ratones sabía predicar, ciertamente. Nunca, hasta esa<br />

noche, había oído yo la sagrada palabra de Nuestro Señor Jesucristo, y a veces tiemblo al<br />

pensar cuán torcidamente interpreté aquel primer sermón, aunque jamás olvidaré la fuerza con<br />

que fue pronunciada. Sansum predicaba desde otra mesa, situada de tal modo que a todos veía y<br />

era visto por todos; en algunas ocasiones la pasión de su prédica amenazó con precipitarlo al<br />

suelo y sus compañeros sacerdotes hubieron de sujetarlo. Yo tenía la esperanza de que cayera<br />

de una vez, pero siempre se las arregló para recuperar el equilibrio a tiempo.<br />

<strong>El</strong> sermón comenzó de forma convencional. Dio gracias a Dios por la presencia de los grandes<br />

reyes y poderosos príncipes que habían acudido a escuchar el Evangelio y luego tuvo unas<br />

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