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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

dijo que la magia existía en los momentos en que la vida de los dioses y la de los hombres se<br />

tocaba n, pero los hombres no podían propiciar esos momentos.<br />

-No puedo hacer que esta habitación se llene de niebla con sólo chasquear los dedos -me dijo-,<br />

aunque lo he visto alguna vez. Ni puedo despertar a los muertos, aunque Merlín dice haberlo<br />

presenciado. No puedo ordenar al rayo que caiga sobre Gundleus y lo mate, aunque me<br />

gustaría, pues sólo los dioses pueden hacer esas cosas. Sin embargo, Derfel, hubo un tiempo en<br />

que si podíamos hacerlas, cuando vivíamos con los dioses y los complacíamos y teníamos su<br />

poder a nuestra disposición para mantener Britania como ellos la querían. Cumplíamos su<br />

voluntad, y su voluntad era nuestro deseo. –Unió las manos para mejor ilustrar lo que quería<br />

decir pero se estremeció al sentir el dolor <strong>del</strong> corte en la palma izquierda-. Pero llegaron los<br />

romanos y rompieron la unidad.<br />

-¿Por qué? -la interrumpí con impaciencia, pues esa parte ya la había oído muchas veces.<br />

Merlín siempre nos contaba que los romanos habían roto el vinculo entre Britania y los dioses,<br />

pero nunca nos explicó cómo tal cosa había sido posible, teniendo los dioses tanto poder-. ¿Por<br />

qué no vencimos a los romanos? -<br />

-Porque los dioses no quisieron. Hay dioses malos, Derfel. Por otra parte, ellos no tienen<br />

deberes para con nosotros, sólo nosotros para con ellos. Así les plugo, quizás. O tal vez<br />

nuestros antecesores rompieran el pacto con los dioses y ellos los castigaran enviándoles a los<br />

romanos. No lo sabemos, pero lo que si sabemos es que ahora los romanos se han ido y Merlín<br />

dice que tenemos una oportunidad, sólo una, de restaurar Bretaña. -Hablaba en voz baja, con<br />

intensidad-. Tenemos que rehacer la vieja Britania, la auténtica Britania, la tierra de los dioses y<br />

los hombres, y si lo hacemos, Derfel, si lo hacemos, volveremos a tener el poder de los dioses.<br />

Quería creerla. Deseaba creer que nuestras pobres vidas, siempre a merced de las enfermedades<br />

y de la muerte, pudieran recibir nuevas esperanzas gracias a la buena voluntad de seres<br />

sobrenaturales de glorioso poder.<br />

-¿Pero hay que hacerlo con engaños? -pregunté, sin ocultar mi desilusión.<br />

- -Nimue dejó caer los hombros-. Piénsalo, no todos son capaces de percibir la<br />

presencia de los dioses, por eso, los que sí pueden tienen deberes especiales. Si yo me muestro<br />

ever la duda, ¿qué esperanzas quedan para los que desean creer? En realidad<br />

no se trata de hacer trucos, sino... -se detuvo a pensar en la palabra exacta- distintivos, como la<br />

corona de Uter o los collares, la enseña y la piedra de Caer Cadarn. Esas cosas nos dicen que<br />

Uter es el rey supremo y como tal lo tratamos, y cuando Merlín camina entre los suyos, tiene<br />

que llevar sus distintivos también, porque muestran a la gente que Merlín está con los dioses y,<br />

de ese modo, lo temen. -Señaló hacia la puerta con la astillada punta de lanza -. Cuando salí por<br />

esa puerta, desnuda, con dos serpientes y un murciélago escondido en la cabeza bajo la piel de<br />

un muerto, me enfrentaba a un rey, a su druida y a sus guerreros. Derfel, una chica contra un<br />

rey, un druida y una guardia leal. ¿Quién ganó?<br />

-Tú.<br />

-Ya ves que el truco sirvió de algo, pero no gracias a mi poder, sino al poder de los dioses. Pero<br />

yo tenía que creer en ese poder para que sirviera de algo. Y para creer, Derfel, hay que entregar<br />

la vida entera. -Hablaba con pasión ardiente y desconocida-. Todos los minutos de todos los<br />

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