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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

mujeres y niños, todos sin excepción, llevaban tatuajes azules en las mejillas. Era una zona<br />

próspera, por demás, pero el príncipe Cadwy tenía intención de mejorarla aún más.<br />

-¿Habéis visitado los páramos últimamente? -le preguntó a Owain esa noche.<br />

Hacía un tiempo cálido y agradable, por lo que la cena había sido servida en el pórtico abierto<br />

que dominaba la propiedad de Cadwy.<br />

-Jamás -dijo Owaín.<br />

Cadwy resopló. Lo había visto en el <strong>Gran</strong> Consejo de Uter pero ésa fue la primera ocasión que<br />

tuve de observar de cerca al hombre responsable de defender Dumnonia de los ataques de<br />

Kernow o de la lejana Irlanda. <strong>El</strong> príncipe era un hombre de edad mediana, bajo de estatura,<br />

calvo, corpulento, con tatuajes tribales en las mejillas, los brazos y la s piernas. Vestía a la<br />

usanza britana, aunque prefería la villa romana, empedrada, con columnas y dotada de<br />

canalización de agua, que corría por unos abrevaderos que atravesaban el patio central y salía<br />

hasta el pórtico, donde se remansaba en un pilón antes de caer por un dique de mármol y unirse<br />

al río más abajo, en el valle. Me dio la impresión de que Cadwy vivía bien. Recogía buenas<br />

cosechas, sus vacas y ovejas engordaban en paz y sus muchas mujeres estaban contentas.<br />

Además, la amenaza sajona era remota; mas, con todo, no se sentía satisfecho.<br />

-Hay dinero en los páramos -le dijo a Owain-. Estaño.<br />

-¿Estaño? -dijo Owain en tono sarcastíco.<br />

Cadwy asintió con solemnidad. Estaba bastante borracho, igual que la mayoría de los hombres<br />

reunidos alrededor de la mesa baja donde se había servido la cena. Todos eran guerreros, tanto<br />

los hombres de Cadwy como los de Owain, aunque yo, por ser menor, tuve que quedarme<br />

detrás <strong>del</strong> asiento de Owain en calidad de escudero.<br />

-Estaño - -, y es posible que también oro, pero mucho estaño.<br />

Era una conversación privada, pues la cena había concluido prácticamente y Cadwy había<br />

entregado esclavas a los guerreros. Nadie prestaba atención a los dos jefes, excepto yo mismo y<br />

el escudero de Cadwy, un chico amodorrado que seguía las travesuras de las esclavas con la<br />

boca abierta y los ojos adormilados. Yo escuchaba a los dos jefes en actitud tan discreta que, a<br />

fe mía, olvidaron mi presencia.<br />

-Tal vez no os interese el estaño -dijo Cadwy a Owain-, pero interesa a otros muchos. No se<br />

puede fabricar bronce sin estaño, y en Armórica lo pagan a buen precio, por no hablar <strong>del</strong> norte<br />

-Lanzó al aire un puñetazo despectivo refiriéndose al resto de Dumnonia y soltó un<br />

eructo que, al parecer, le sorprendió a él mismo. Apaciguó la mala digestión con un trago de<br />

buen vino y arrugó el entrecejo como sí no se acordara de lo que estaban hablando- -<br />

dijo al cabo, acordándose.<br />

-Hablad, pues -le instó Owain, observando a uno de sus hombres, que había desnudado a una<br />

muchacha y le estaba untando el vientre de mantequilla.<br />

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