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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

-Lo verás -me dijo sonriendo ante mi resquemor -, porque tienes que pensar en Britania, Derfel,<br />

como si estuviera cuajada de cintas de fina niebla, unos jirones tenues por aquí y por allá que<br />

flotan y se deshacen, pero esos jirones son los dioses, y si los encontramos y les agradamos y<br />

volvemos a hacer suya esta tierra, los jirones se harán más densos y se unirán y se convertirán<br />

en una niebla maravillosa que cubrirá toda la tierra y nos protegerá <strong>del</strong> exterior. Por eso<br />

sabe que este lugar place a los dioses, aquí la niebla sagrada es<br />

espesa y nuestra misión consiste en extenderla.<br />

-¿ Eso es lo que hace Merlín?<br />

-En este mismo momento, Derfel -dijo con una sonrisa-, Merlín está durmiendo. Y yo también<br />

lo necesito. ¿No t ienes tareas pendientes?<br />

-Contar rentas -respondí con torpeza.<br />

Los almacenes de abajo estaban llenos de pescado ahumado, anguilas ahumadas, toneles de sal,<br />

cestos de mimbre, paño, plomo, carbón y hasta algunos fragmentos de ámbar y azabache: las<br />

rentas de invierno pagaderas en Beltain, que Hywel tuvo que tasar, anotar en cuentas y dividir<br />

entre la parte de Merlín y la que se entrega a los recaudadores de impuestos <strong>del</strong> soberano.<br />

-Pues ve y cuenta -dijo, como si no hubiera ocurrido nada extraordinario entre nosotros, aunque<br />

se acercó a mi y me dio un beso fraternal-. Ve -repitió y al salir de las habitaciones de Merlín di<br />

un traspiés y me encontré con las miradas resentidas y curiosas de las criadas de Norwenna, que<br />

Llegó el equinoccio. Los cristianos celebraban la fiesta de la muerte de su dios mientras<br />

nosotros encendíamos las enormes hogueras de Beltane. Nuestras llamas aullaban a la<br />

oscuridad para atraer vida nueva al mundo que renacía. Vimos a los primeros invasores sajones<br />

a lo lejos, por el este, pero ninguno se acercó a Ynys Wydryn. Tampoco volvimos a ver a<br />

Gundleus de Siluria. Gudovan el escribano supuso que la propuesta de matrimonio había<br />

quedado en nada y predijo sombríamente<br />

una nueva guerra contra los reinos <strong>del</strong> norte.<br />

Merlín no volvió ni tuvimos noticias de él.<br />

Al Edling Mordred le salieron los dientes. Los primeros fueron los de la encía inferior, presagio<br />

de larga vida, y los empleó mordiendo los pezones a Ralla hasta hacérselos sangrar, pero ela<br />

siguió amamantándolo para que su rechoncho hijito chupara sangre de príncipe al tiempo que se<br />

alimentaba. La alegría de Nimue iba en aumento a medida que los días se hacían más largos.<br />

Las heridas de nuestras manos pasaron de rosadas a blancas y después quedaron reducidas a<br />

lineas oscuras, Nimue nunca volvió a hablar de ellas.<br />

<strong>El</strong> soberano pasó una semana en Caer Cadarn y el Edling fue llevado a su presencia para que el<br />

abuelo lo examinara. A Uter debió de complacerle, así como todos los auspicios de ía<br />

primavera, que pintaban favorablemente, pues tres semanas después de Beltane oímos que el<br />

futuro <strong>del</strong> reino, el de Norwenna y el de Mordred serían debatidos en un magnífico <strong>Gran</strong><br />

Consejo, el primero que se celebraría en Britania desde hacia más de sesenta anos.<br />

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