El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual
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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />
EL REY DEL INVIERNO<br />
cuero cabelludo, le lisiaron la pierna izquierda y le retorcieron el brazo izquierdo de tal modo<br />
que, según me contó Nimue, todo el lado izquierdo de Morgana estaba arrugado, descarnado y<br />
desfigurado, mermado en unas partes y aumentado en otras, en suma, horrendo a la vista en<br />
general. Como una manzana podrida, según Nimue, pero peor. Morgana era una visión de<br />
pesadilla, pero adecuada a ojos de Merlín, para su elevada fortaleza, y la aleccionó para<br />
convertirla en su profetisa. Ordenó a un orfebre <strong>del</strong> rey que le construyera una máscara<br />
perfectamente adaptada a su cabeza, como un casco. La máscara de oro tenía un agujero para el<br />
nico ojo de Morgana y una ranura para su retorcida boca, y fue forjada en una fina lámina de<br />
oro puro con espirales y dragones cincelados y el rostro de Cernunnos, el dios cornudo y<br />
protector de Merlín. Morgana, siempre ataviada de negro y tras la máscara<br />
ocultaba su mano izquierda con un guante y adquirió fama por sus poderes curativos y su don<br />
de la profecía. Por otra parte, era la mujer de peor genio que he conocido en mi vida.<br />
Sebile, esclava y compañera de Morgana, era una rara beldad de cabellos de color oro claro.<br />
Sajona de origen, cayó cautiva durante una incursión, sufrió violaciones continuadas a manos<br />
de la banda asaltante durante toda la campaña y llegó a Ynys Wrydyn hablando<br />
incoherentemente; allí Morgana procuró devolverle la salud mental. Su estado perduró; no<br />
estaba irremediablemente loca pero sí trastocada hasta lo inconcebible. Yacía con cualquier<br />
hombre, no porque lo deseara sino porque temía no hacerlo, y todos los intentos de Morgana<br />
por restablecerla resultaron inútiles. Dio a luz, año tras año, niños de claros cabellos de los que<br />
muy pocos sobrevivieron, y aun esos pocos Merlín se ocupó de venderlos como esclavos a<br />
hombres que los codiciaban precisamente por el color de sus cabellos. Le hacía gracia la locura<br />
de Sebile, aunque su demencia no guardaba relación alguna con los dioses.<br />
Yo apreciaba a Sebile porque, siendo yo también sajón, me hablaba en mi lengua materna, de<br />
modo que crecí en Ynys Wydryn hablando la lengua sajona y la britana. Estaba destinado a la<br />
esclavitud, pero cuando era pequeño y apenas alcanzaba la altura de Druidan, una horda<br />
invasora de Siluria entró en Dumnonia por la costa norte y tomó el asentamiento donde mi<br />
madre vivía esclavizada. Al frente de la horda iba el rey Gundleus de Siluria. Mi madre , que,<br />
seg·n recuerdo se parecía un poco a Sebile, fue violada y a mí me arrastraron al pozo de la<br />
muerte, donde Tanaburs, el druida silurio, sacrificó a doce cautivos al gran dios Bel en<br />
agradecimiento por el rico botín que la incursión les había procurad<br />
acuerdo de aquella noche! Las hogueras, los gritos, las violaciones en plena borrachera, las<br />
danzas frenéticas y, luego, el momento en que Tanaburs me empujó al pozo oscuro donde ardía<br />
la enorme pira. Sobreviví completamente ileso<br />
la muerte con la misma serenidad con que Nimue saliera de entre las aguas mortales y Merlín,<br />
al encontrarme, me llamó hijo de Bel. Me puso el nombre de Derfel, me dio un hogar y me dejó<br />
crecer en libertad.<br />
En el Tor habitaban muchos niños de características semejantes, que habían salido bien librados<br />
de las garras de los dioses. Merlín creía que éramos especiales y que tal vez formaríamos más<br />
a<strong>del</strong>ante una nueva orden de druidas y sacerdotisas con cuya ayuda podría él restablecer la<br />
antigua religión en la Britania asolada por los romanos, pero no tenía tiempo para<br />
comunicarnos sus enseñanzas y muchos de nosotros se convirtieron en campesinos, pescadores<br />
o esposas. Mientras viví en el Tor, sólo Nimue parecía realmente una elegida de los dioses y se<br />
preparaba para ser sacerdotisa. Yo únicamente deseaba hacerme guerrero.<br />
Pelinor me inculcó esa ambición. Pelinor, la criatura más amada de Merlín, era rey, pero los<br />
sajones le despojaron de su trono y le arrancaron los ojos, mientras que los dioses le privaron<br />
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