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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

Luego hube de olvidarme de Ceinwyn porque los Escudos Negros de Demetia, en vez de rodear<br />

la valía, habían decidido cruzarla directamente arriesgándos e al castigo de los espíritus, y<br />

enseguida comprendí por qué. Apareció un druida en la loma guiándolos por entre los espíritus.<br />

Nimue vino a mi lado y contempló la ladera por donde descendía una silueta de gran estatura y<br />

largas piernas, con túnica y capucha blancas, tras la cual descendían los irlandeses, y tras sus<br />

lanzas y escudos, el ejército de leva de Powys pertrechado con arcos, azadones, hachas, lanzas,<br />

palos y horcas.<br />

Mis hombres dejaron de cantar, apretaron las lanzas en la mano y unieron los extremos de sus<br />

escudos para hacer más compacta la barrera defensiva. <strong>El</strong> enemigo, que ya había formado en<br />

orden de ataque, volvióse a contemplar al druida, que traía consigo a los irlandeses. Iorweth y<br />

Tanaburs salieron a recibirlo, pero el recién llegado les<br />

apartaran <strong>del</strong> camino y luego se retiró la capucha; entonces vimos su luengas barbas trenzadas y<br />

su cabello recogido en una cola con cinta negra. Era Merlín.<br />

Nimue gritó al verlo y echó a correr a su encuentro. <strong>El</strong> enemigo le abrió paso, y de igual forma<br />

se apartaron al paso de Merlín, que avanzaba hacia ella. Los druidas podían moverse a su<br />

albedrío incluso en medio de un campo de batalla, y aquel druida era el más famoso y poderoso<br />

de toda la tierra. Nimue siguió corriendo y Merlín abrió los brazos para acogerla; la felicidad<br />

<strong>del</strong> esperado reencuentro la hizo sollozar y lo abrazó con sus <strong>del</strong>gados brazos blancos. Sentí<br />

Merlín la tomó con un brazo por los hombros y siguio caminando hacia nosotros. Gorfyddyd<br />

había observado la llegada <strong>del</strong> druida y corrió al galope hacia nuestra parte <strong>del</strong> campo de<br />

batalla. Merlín lo saludó levantando la vara, pero no respondió a sus preguntas. La banda<br />

irlandesa se detuvo al pie de la montaña y los guerreros formaron su temible barrera de escudos<br />

negros.<br />

Merlín se dirigió hacia mi, igual que el día en que me salvó la vida en Caer Sws, avanzando con<br />

fría e imponente majestad. Su rostro oscuro no sonreía, no había rastro de alegría en sus ojos<br />

profundos, sino una expresión de furia feroz que me hizo postrarme de hinojos e inclinar la<br />

cabeza ante él. Secundóme Sagramor y, súbitamente, nuestra destrozada banda de lanceros en<br />

Merlín alargó la lanza y tocó en los hombros primero a Sagramor y después a mi.<br />

-Alzaos -dijo en voz baja y severa, antes de volverse hacia el enemigo.<br />

Soltó a Nimue y levantó la negra vara con ambas manos por encima de su cabeza tonsurada.<br />

Quedóse mirando fijamente el ejército de Gorfyddyd y bajó la vara lentamente, y fue tal la<br />

autoridad de su rostro antiguo y alargado y de su gesto lento y seguro que también el enemigo<br />

en pleno se postró ante él. Sólo los dos druidas permanecieron de pie, y los pocos jinetes en sus<br />

caballos.<br />

-He pasado siete años -dijo Merlín con una voz que resonó claramente por todo el valle, hasta el<br />

mismo centro, de modo que Arturo y sus hombres lo oyeron- errando en pos de la sabiduría de<br />

Britania para recuperar el poder de nuestros antepasados, el que abandonamos cuando llegaron<br />

los romanos. He buscado los objetos que han de devolver esta tierra a sus verdaderos dioses, a<br />

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