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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

pintaba los escudos de sus guerreros con sangre de los que mataba en la batalla. Se decía que<br />

era preferible luchar contra los sajones que contra Diwrnach.<br />

Sin embargo, nos dirigíamos a Caer Sws para instaurar la paz, no para hablar de guerra. Caer<br />

Sws era una ciudad pequeña y lodosa construida alrededor de una guarnición romana carente de<br />

todo atractivo, asentada en un valle ancho y plano junto a un profundo vado <strong>del</strong> Severn,<br />

llamado aquí río Hafren. La capital <strong>del</strong> reino de Powys era Caer Dolforwyn, una bonita colina<br />

coronada por una piedra real, pero Caer Dolforwyn, al igual que Caer Cadarn, carecía de agua y<br />

de espacio suficientes para alojar cómodamente una corte rea l, con el tesoro, las armerías, las<br />

cocinas, las despensas y demás; por ese motivo, de la misma forma que los asuntos cotidianos<br />

se solucionaban en Lindinis, el gobierno de Powys se ejercía desde Caer Sws, y sólo en<br />

momentos de peligro o durante celebraciones importantes procedía la corte de Gorfyddyd a<br />

trasladarse río abajo, hasta la cima dominante de Caer Dolforwyn.<br />

Las construcciones romanas de Caer Sws habían desaparecido, pero el salón de festejos de<br />

Gorfyddyd estaba construido sobre los cimientos de piedra de una antigua villa romana, con<br />

sendos pabellones nuevos a los lados, uno para Arturo y otro para Tewdric. <strong>El</strong> rey de Powys era<br />

un hombre taciturno cuya manga izquierda colgaba vacía sobre un costado por obra de<br />

Excalibur. Era de edad mediana y cons titución robusta; abrazó a Tewdric con una expresión<br />

suspicaz en sus pequeños ojos, sin el menor asomo de cariño, y farfulló unas palabras de<br />

bienvenida. Permaneció en silencio, resentido, cuando Arturo, que no era rey, se arrodilló ante<br />

erreros tenían largos bigotes trenzados y pesados mantos, empapados por la<br />

lluvia que no había cesado de caer en todo el día. <strong>El</strong> salón olía a perros mojados. No había más<br />

mujeres que dos esclavas, encargadas de traer y llevar un jarro de hidromiel <strong>del</strong> que Gorfyddyd<br />

se servía con harta frecuencia. Más tarde supimos que se había aficionado a la bebida durante<br />

las largas semanas que siguieron a la pérdida <strong>del</strong> brazo, cercenado por Excalibur, las cuales<br />

pasó con gran fiebre para consternación de sus hombres, que no confiaban en su recuperación.<br />

Tratábase de un hidromiel espeso y fuerte de cuyos efectos se esperaba que el gobierno de<br />

Powys pasara de manos <strong>del</strong> amargado y ofuscado Gorfyddyd a espaldas de su hijo Cuneglas,<br />

Edling de Powys.<br />

Cuneglas, joven, de rostro redondo, expresión inteligente y largos bigotes oscuros, dábase con<br />

gusto a la risa y poseía un carácter tranquilo y amistoso. Resultaba evidente que Arturo y él<br />

eran almas gemelas. Juntos salieron de caza a las montañas durante tres días seguidos, y por las<br />

noches se dedicaron a la fiesta y a escuchar a los bardos. No abundaban los cristianos en<br />

Powys, pero tan pronto como Cuneglas supo que Tewdric era cristiano, convirtió unas<br />

despensas en iglesia e invitó a los sacerdotes a rezar. Incluso asistió a algú<br />

aunque después manifestó que prefería a los viejos dioses. <strong>El</strong> rey Gorfyddyd opinaba que la<br />

iglesia era una insensatez, pero no prohibió a su hijo que observara tal deferencia para con el<br />

rey Tewdric, aunque se ocupó debidamente de que un druida rodeara la improvisada capilla de<br />

un círculo mágico.<br />

-Gorfyddyd no está plenamente convencido de que deseemos la paz -nos advirtió Arturo la<br />

segunda noche-, pero Cuneglas le ha persuadido. Así pues, y por el amor de Dios, permaneced<br />

sobrios, no desenvainéis la espada y no provoquéis peleas. Al menor chispazo, Gorfyddyd nos<br />

expulsaría y nos declararía la guerra otra vez.<br />

Al cuarto día se reunió el consejo de Powys en el gran salón. La cuestión principal <strong>del</strong> día era<br />

establecer la paz, lo cual, y a pesar de las reservas de Gorfyddyd, se logró con prontitud. <strong>El</strong> rey<br />

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