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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

-No hay castigo, Derfel -dijo Ban-. Y alzaos, no puedo soportar que me adoren. ¿Cuál ha sido<br />

la ofensa? Simplemente, estar ávido de discusión. ¿ Qué mal hay en ello? Me place la<br />

discusión, ¿no es cierto, padre Celwin? Una cena sin discusión es como u -<strong>El</strong><br />

rey desoyó el cáustico comentario <strong>del</strong> sacerdote a propósito de la bendición que seria un día<br />

semejante-. Mi hijo Lanzarote se precipita un tanto. Tiene corazón de guerrero y alma de poeta,<br />

lo cual, me temo, es una mixtura que arde al menor sopío. Quedaos y cenad.<br />

Ban era una monarca sumamente generoso, pero observé el disgusto que causaba la decisión a<br />

su esposa <strong>El</strong>aine. Tenía la reina el cabello gris, pero no había arrugas en su rostro, distendido y<br />

belleza de Ynys Trebes. No obstante, en aquel momento me<br />

miró reprobatoriamente con el ceño fruncido.<br />

-¿Todos los guerreros dumnonios hacen gala de tan pésimos modales? -preguntó la reina en<br />

general, con un tono punzante en la voz.<br />

-¿Es que los guerreros han de ser cortesanos? –reconvino Celwin con brusquedad-. ¿Serán<br />

enviados a matar francos vuestros caros poetas? Y no me refiero a que lo hagan disparando sus<br />

versos, aunque ahora que lo pienso, tal vez resultara efectivo.<br />

Lanzó a la reina una mirada lasciva que hizo temblar a los poetas.<br />

Celwin había burlado de alguna manera la prohibición de cosas feas en Ybys Trebes. Sin la<br />

protección <strong>del</strong> hábito que llevaba en la biblioteca, era un hombre asombrosamente mal<br />

parecido, con un ojo penetrante y un parche mohoso en el otro, la boca sucia y torcida, el pelo<br />

lacio que crecía a partir de la línea de la tonsura, serrada y desigual, la barba descuidada que<br />

ocultaba a medias una ruda cruz de madera que colgaba sobre su pecho hundido, y el cuerpo<br />

encorvado y retorcido a causa de la formidable chepa. <strong>El</strong> gato gris que tenía enroscado al cuello<br />

en la biblioteca descansaba en ese momento en su regazo y comía migajas de langosta.<br />

-Venid a este lado de la mesa -dijo Galahad- y dejad de culparos.<br />

-Pero soy culpable -dije-. Todo ha sido culpa mía, tenía que haber dominado el mal genio.<br />

-Mi hermano -me dijo Galahad, una vez asentados-, mejor dicho, mi medio hermano se<br />

complace en provocar a la gente, es su pasatiempo preferido, pero casi nadie se atreve a<br />

enfrentarse a él porque es el Edling, lo cual significa que un día será amo y señor de la vida de<br />

los demás. Vos habéis actuado como procedía.<br />

-No, he actuado mal.<br />

-No pienso discutir, pero os llevaré a tierra firme esta noche.<br />

- -pregunté sorprendido.<br />

-Mi hermano no encaja la derrota con facilidad -me dijo en voz baja-. ¿Qué os parecería un<br />

cuchillo entre las costillas mientras dormís? Si yo fuera vos, Derfel Cadarn, me reuniría con<br />

mis hombres en tierra firme y dormiría a salvo entre los míos.<br />

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