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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

borracho -prosiguió en voz baja - y la mitad de sus hombres <strong>del</strong>iraban desnudos y juraban que<br />

podían matar a diez por barba. Tendríamos que haber esperado a Arturo, pero el príncipe nos<br />

-¿Vos estabais allí? -pregunté lleno de admiración juvenil.<br />

-Con Mordred -asintió-. ¡Dios mio, cómo lucharon! Nos rodearon y de pronto éramos cincuenta<br />

britanos que si no recobrábamos la sobriedad al punto encontraríamos la muerte allí mismo. Yo<br />

disparaba flechas tan rápidamente como podía y los lanceros estaban formando una línea de<br />

defensa, pero los guerreros enemigos se abrían paso hacia nosotros con espadas y hachas. Sus<br />

tambores retumbaban, sus magos aullaban y me di por muerto. Me quedé sin flechas y me<br />

defendí con una lanza; no creo que sobreviviéramos más de veinte, todos en el límite de<br />

nuestras fuerzas. La enseña <strong>del</strong> dragón había caído en sus manos, Mordred moría desangrado y<br />

los demás nos limitamos a colocarnos muy juntos esperando el final, cuando llegaron los<br />

hombres de Arturo. -Hizo una pausa y sacudió la cabeza en un gesto de arrepentimiento-. Los<br />

bardos cantarán que Mordred anegó la tierra con sangre sajona aquel día, muchacho, pero te<br />

aseguro que no fue Mordred sino Arturo. Mataba y mataba sin parar, recuperó la enseña, dio<br />

muerte a los magos, quemó los tambores de guerra, pers iguió a los supervivientes hasta el<br />

anochecer y acabó con el cabecilla enemigo en Edwy’s Hangstone a la luz de la luna. Por eso<br />

ahora los sajones son vecinos cautelosos, muchacho, no porque Mordred los venciera, sino<br />

porque creen que Arturo ha vuelto a Britania.<br />

-Pero no es así -repliqué con tristeza.<br />

-<strong>El</strong> rey supremo no se lo permite. <strong>El</strong> soberano lo considera culpable. -Ligessac se detuvo y<br />

volvió a mirar alrededor por si alguien le escuchaba subrepticiamente-. <strong>El</strong> rey cree que Arturo<br />

deseaba la muerte de Mordred para convertírse en rey a su vez, pero no es cierto. Arturo no es<br />

- -<br />

Ligessac se encogió de hombros dando a entender que resultaba difícil de explicar; en ese<br />

momento, vio que Menw regresaba y no pudo decir nada más.<br />

-Ni una palabra, chico -me advirtió-, ni una sola palabra.<br />

Todos habíamos oído relatos parecidos, aunque Ligessac era el primero que decía haber estado<br />

presente en la batalla <strong>del</strong> Caballo Blanco. Más tarde llegué a pensar que no era cierto, que se<br />

había inventado un cuento para ganarse la admiración de un chiquillo crédulo, aunque su<br />

versión resultó ser bastante fiel. Mordred se comportó como un borracho insensato y Arturo<br />

obtuvo la victoria, a pesar de lo cual Uter le ordenó retirarse al otro lado de l mar. Los dos eran<br />

hijos suyos, pero Mordred era el heredero bienamado y Arturo el bastardo arribista. Con todo,<br />

el destierro de Arturo no impidió que Dumnonia entera viera en el bastardo la máxima<br />

esperanza <strong>del</strong> país, el joven guerrero de allende el mar que nos salvaría de los sajones y<br />

reconquistaría las Tierras Perdidas de Lloegyr.<br />

La segunda mitad <strong>del</strong> invierno fue suave. Se avistaban lobos al otro lado <strong>del</strong> muro de barro que<br />

protegía el puente de tierra de Ynys Wydryn, pero no se acercaban al Tor, aunque algunos<br />

preparaban hechizos lobunos y los escondían bajo la cabaña de Druidan con la esperanza de<br />

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