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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

-¡Rápido, señor! -le dije.<br />

-<strong>El</strong> gato -replicó-, no puedo abandonarlo aquí. ¡No seas necio!<br />

- -dije a voz en grito, pero Merlín seguía escarbando bajo la mesa<br />

para alcanzar al asustado gato gris; por fin, saltó por el alféizar de la ventana con el animal en<br />

brazos y salió al jardín de hierbas aromáticas, rodeado por unos setos bajos de laurel.<br />

<strong>El</strong> sol se ponía con todo esplendor, inundando el cielo de un rojo brillante y reflejándose en las<br />

aguas ondulantes de la bahía. Saltamos el seto, seguimos a Galahad por unas escaleras que<br />

llevaban a una cabaña de jardinero y continuamos por un<br />

bordeando el pico de granito. A un lado se elevaba la pared pelada y al otro se abría el vacío,<br />

pero Galahad conocía los senderos desde la infancia y nos condujo sin titubeos hasta la orilla de<br />

las oscuras aguas.<br />

En el mar flotaban cadáveres. Nuestra nave, atestada hasta el punto de que parecía un milagro<br />

que se conservara a flote, ya estaba a un cuarto de milla de la costa; los remos se movían<br />

esforzadamente para llevar a los pasajeros a buen puerto. Haciendo bocina con las manos, grité.<br />

-¡Culhwch! -Mi voz rebotó en la roca y se perdió en el mar, confundida con la inmensidad de<br />

gritos y gemidos que ponían el punto final a Ynys Trebes.<br />

- -dijo Merlín con calma, y empezó a rebuscar bajo el mugriento hábito que llevaba<br />

cuando era el padre Celwin-. Sujétalo -dijo, y me puso el gato en los brazos; luego volvió a<br />

rebuscar entre los pliegues de la ropa hasta que sacó un pequeño cuerno de plata; lo hizo silbar<br />

una vez y dio una nota dulce.<br />

Casi al momento, por el lado norte de Ynys Trebes apareció una barca pequeña. Un hombre<br />

vestido con un simple sayo impulsaba la barquita con una especie de aspa larga sujeta a la popa<br />

en un tolete. La barca tenía la proa alta y puntiaguda y espacio suficiente como para tres<br />

un cofre en el fondo marcado con el sello de Merlín, Cernunnos, el dios<br />

cornudo.<br />

-Lo preparé todo -dijo Merlín sin darle importancia- cuando llegué a la conclusión de que el<br />

pobre Ban no tenía ni idea de los pergaminos que poseía. Creí que iba a necesita<br />

así ha sido. Aunque los pergaminos estuvieran catalogados, los fili los desordenaban<br />

constantemente, por no hablar de cuando trataban de mejorarlos o de robar versos para<br />

atribuirselos a sí mismos. Un desvergonzado pasó seis meses plagiando a Catulo y luego lo<br />

colocó debajo de Platón. ¡Buenas noches, mi querido Caddwg! -saludó cordialmente al remero-<br />

. ¿Todo en orden?<br />

-<strong>El</strong> mundo agoniza, pero por lo demás, sí -dijo Caddwg.<br />

-Bien, tienes el cofre -dijo Merlín, señalando el cofre sellado-, es lo único que importa.<br />

La elegante barca había pertenecido a palacio en otro tiempo y se usaba para transportar<br />

pasajeros desde la bahía hasta otras embarcaciones más grandes ancladas frente a la costa;<br />

Merlín había ordenado que aguardara su llamada. Saltamos a bordo y nos situamos en cubierta<br />

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