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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

con ello, el derecho a ser considerado de sangre real; por tanto, no era candidato a la mano de<br />

Norwenna. Un obispo de los belgas se manifestó en favor de Arturo alegando que los reyes<br />

siempre se habían escogido de entre la nobleza y que las costumbr<br />

el pasado podían serlo igualmente en el futuro, pero tan magra objeción murió a la primera<br />

mirada de Uter. Una ráfaga de lluvia se coló por una de las altas ventanas y chisporroteó en el<br />

fuego.<br />

<strong>El</strong> obispo Bedwin se levantó otra vez. Aunque diese la impresión de que todo lo dicho<br />

hasta el momento sobre el futuro de Norwenna de nada servía, al menos se habían barajado las<br />

posibilidades y los hombres de sentido común podrían entender el razonamiento que se<br />

ocultaba tras el anuncio que Bedwin hizo a continuación.<br />

Gundleus de Siluria, dijo Bedwin sin entusiasmo, no tenía esposa. Un murmullo se elevó en el<br />

salón, pues de todos eran conocidas las murmuraciones sobre el escandaloso matrimonio de<br />

Gundleus con Ladwys, su amante de baja cuna, Pero Bedwin pasó por alto<br />

despreocupadamente la interrupción. <strong>El</strong> obispo continuó explicando que hacia unas semanas,<br />

Gundleus había visitado a Uter, había hecho la paz con el rey supremo y ahora era un placer<br />

para Uter entregarle a Norwenna por esposa y convertirlo así en protector, y repitió la palabra,<br />

en protector <strong>del</strong> reino de Mordred. Como prueba de su buena voluntad, Gundleus ya había<br />

pagado cierta cantidad en oro al rey Uter, cantidad que se había considerado adecuada. Bedwín<br />

e siempre habría quien no confiara en el que había sido su enemigo hasta<br />

el momento, pero para dar mayor crédito a nuevos sentímientos Gundleus de Siluria renunciaba<br />

a sus antiguas aspiraciones sobre la tierra de Gwent, amén de convertírse al cristianismo y<br />

recibir bautismo públicamente en el río Severn, al pie de las murallas de Glevum, a la mañana<br />

siguiente. Los cristianos presentes cantaron aleluya, pero yo me quedé mirando al druida<br />

Tanaburs sin comprender por qué el perverso viejo loco no daba señales<br />

la forma en que su señor renegaba públicamente de la víeja fe.<br />

Tampoco comprendía por qué esos hombres maduros se aprestaban con tanta facilidad a acoger<br />

de buen grado a un antiguo enemigo, y es que, naturalmente, estaban desesperados. Un reino<br />

quedaba en manos de un niño lisiado y Gundleus, a pesar de su pasado de traiciones, era un<br />

guerrero de fama. Si mantenía su palabra, la paz entre Dumnonia y Gwent estaba asegurada.<br />

Con todo, Uter no era un insensato e hizo todo lo posible por asegurar la protección de su nieto<br />

en caso de que Gundleus lo traicionara. Por decreto de Uter, un consejo regiría Durnnonia hasta<br />

que Mordred alcanzara la edad de empuñar la espada. Gundleus presidiría el consejo y seis<br />

edwin, cumplirían el papel de consejeros. Tewdric de<br />

Gwent, firme aliado de Dumnonia, tendría derecho a enviar a dos hombres, y el consejo así<br />

compuesto sería el que tomara las decisiones sobre el gobierno de la tierra. Tales disposiciones<br />

no fueron <strong>del</strong> agrado de Gundleus. No había pagado dos cestos de oro para sentarse en un<br />

consejo de viejos, pero sabía que no podía oponerse. Guardó silencio mientras su nueva esposa<br />

y el reino de su hijastro quedaban amarrados entre leyes.<br />

Se estipularon aún más reglas. Uter dijo que Mordred tendría tres protectores jurados, tres<br />

hombres comprometidos por su honor a defender la vida <strong>del</strong> niño con la suya propia. Si algún<br />

mal fuera infligido a Mordred, los juramentados habrían de vengarlo o sacrificar la vida en el<br />

intento. Gundleus no se movió durante la redacción <strong>del</strong> edicto, pero se removió inquieto en el<br />

asiento cuando se dijeron los nombres de los protectores. Uno era el rey Tewdric de Gwent, el<br />

segundo era Owain, paladín de Dumnonia, y el tercero Merlín, lord de Avalón.<br />

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