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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

modo que Tanaburs, que encabezaba el desfile de entrada, fue recibido por un puerco que<br />

gruñía exaltado.<br />

Pero hacía falta algo más que los gruñidos de un pobre lechón asustado para inmutar a un<br />

druida. Tanaburs, ataviado con una sucia túnica gris con bordados de liebres y medias lunas, se<br />

plantó en la entrada y levantó los brazos por encima de su cabeza tonsurada. Llevaba una vara<br />

con una luna en la punta y la hizo girar tres veces en el sentido <strong>del</strong> sol; luego lanzó unos gritos<br />

hacia la Torre de Merlín. Otro lechón pasó rozándole las piernas y, tras resbalar en el barrizal<br />

que había a la entrada, echó a correr colina abajo. Tanaburs volvió<br />

comprobar si había en el Tor enemigos ocultos.<br />

Durante unos momentos sólo se oyó el ondear de las enseñas al viento y la pesada respiración<br />

de los guerreros que habían trepado por la colina detrás <strong>del</strong> druida. Gudovan, escribano de<br />

Merlín, se colocó a mi lado con las manos envueltas en tiras de paño manchadas de tinta para<br />

- -me preguntó, y en ese momento resonó un aullido lastimero en respuesta a las<br />

amenazas de Tanaburs y éste se estremecio.<br />

<strong>El</strong> grito provenía <strong>del</strong> interior de la fortaleza, yo sabia que era Nimue.<br />

Tanaburs parecía furioso. Ladró como un zorro, se tocó los genitales, hizo la señal <strong>del</strong> diablo y<br />

luego se dirigió a la fortaleza saltando a la pata coja. Se detuvo a los cinco saltos y rep<br />

chillido amenazador, pero en esa ocasion no obtuvo respuesta alguna y, colocando el otro pie<br />

en el suelo, hizo señas a su amo para que cruzara las puertas.<br />

- -le dijo-. Acercaos, lord rey, acercaos.<br />

-¿<strong>Rey</strong>? -me preguntó Gudovan.<br />

Le dije quiénes eran los recién llegados y de paso le pregunté qué razones empujarían a un<br />

enemigo como era Gundleus a presentarse en el Tor. Gudovan aplastó un piojo que le picaba<br />

bajo la camisa y se encogió de hombros.<br />

-Política, rapaz, política.<br />

-Contadme -le dije.<br />

Gudovan suspiró como sí acabara de proporcionarle la prueba de mi incurable estupidez,<br />

reacción habitual en él frente a cualquier pregunta; no obstante, me respondió.<br />

-Norwenna está en condiciones de contraer matrimonio de nuevo, Mordred es un infante<br />

necesitado de protección y, ¿quién mejor que un rey para proteger a un príncipe? ¿Y quién<br />

mejor que un rey enemigo para convertirlo así en amigo de Dumnonia? En realidad es muy<br />

sencillo, rapaz; si te hubieras detenido a pensarlo un momento, habrías<br />

respuesta sin necesidad de robarme tiempo. -Me dio un ligero manotazo en la oreja como<br />

castigo-. Pero fijate –añadió socarronamente-, tendría que renunciar a Ladwys por un tiempo.<br />

-¿Quién es Ladwys? -pregunte.<br />

- 24 -

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