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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

Era primavera, las hojas estaban verdes y la tierra fresca bullía de grandes esperanzas.<br />

3<br />

<strong>El</strong> <strong>Gran</strong> Consejo se celebró en Glevum, una ciudad romana situada a orillas <strong>del</strong> río Severn, en<br />

la frontera norte de Dumnonia con Gwent. Uter llegó en una carreta tirada por cuatro bueyes,<br />

cada buey engalanado con ramas de mayo y ataviado con telas verdes. <strong>El</strong> rey supremo gozaba<br />

<strong>del</strong> lento paseo por su reino en los albores <strong>del</strong> estío; tal vez supiera que aquélla era la vez<br />

postrera que sus ojos contemplaban el encanto de Britania, antes de cruzar la cueva de<br />

Cruachan y el puente de las espadas hacia el otro mundo. Los bueyes avanzaban a paso cansino<br />

entre setos de espino cuajados de blanco, los bosques lucían alfombras de campanillas azules y<br />

en los campos de trigo, centeno y cebada y en los pastos de heno, ya casi a punto para la siega,<br />

resplandecían las amapolas y los grajos revoloteaban bulliciosos. <strong>El</strong> rey supremo viajaba<br />

lentamente, deteniéndose con frecuencia en asentamientos y aldeas; visitaba los campos de<br />

labor y las casas solariegas y prodigaba consejos a quienes sabían más que él sobre el<br />

encauzamiento de lagunas rebosantes o la castración <strong>del</strong> cerdo. Tomó los baños en las fuentes<br />

calientes de Aquae Sulis y su recuperación fue tan notable que al reemprende r la marcha,<br />

cubrió a pie una milla bien cumplida antes de ocupar de nuevo su lugar en la carreta forrada de<br />

pieles. Formaban el séquito bardos, consejeros, médicos, coros, servidores y la escolta de<br />

guardia al mando de Owain, paladín <strong>del</strong> reino y comandant<br />

adornado con flores y los guerreros llevaban el escudo boca abajo en señal de paz, aunque Uter,<br />

nada falto de precaución, había ordenado abrillantar a diario las puntas de las lanzas a fuerza de<br />

muela.<br />

Fui a Glevum caminando, sin encomienda concreta, pero Uter había convocado a Morgana al<br />

<strong>Gran</strong> Consejo. Por lo general no se recibía a las mujeres en consejo alguno, grande o pequeño,<br />

pero el soberano, desesperado por la ausencia de Merlín y convencido de que nadie mejor que<br />

Morgana hablaría en nombre <strong>del</strong> druida, la convoco. Por otra parte, era una de sus hijas<br />

naturales y el soberano solía decir que su cabeza envuelta en oro guardaba más sentido común<br />

que la mitad de las cabezas de sus consejeros juntas. Morgana era además responsable de la<br />

salud de Norwenna y, entre otras cosas, allí se iba a decidir el futuro de la princesa, aunque ella<br />

no hubiera sido convocada ni consultada siquiera. Quedó en Ynys Wydryn al cargo de<br />

Gwendolin, la esposa de Merlín. Morgana no había orden<br />

de su esclava Sebile, pero en el último momento Nimue anunció con toda calma que ella<br />

Naturalmente, Morgana se opuso, pero Nimue se enfrentó a la indignación de su superior en<br />

edad con una serenidad irritante.<br />

-He recibido instrucciones que hacen al caso -le dijo a Morgana.<br />

Cuando ésta le preguntó de quién, con voz aguda y temblorosa, Nimue se limitó a sonreír.<br />

- 37 -

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