09.05.2013 Views

El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

engañado a todos. Le creímos un amigo y nadie se ocupó de vigilar las fronteras, y ahora<br />

Gundleus aspiraba nada menos que a ocupar el mismísimo trono de Dumnonía. Pero para ganar<br />

ese trono, nos dijo Morgana, necesitaría algo más que un puñado de hombres a caballo, por eso<br />

seguramente sus lanceros estarían apresurándose al encuentro de su rey en ese mismo<br />

momento, recorriendo la gran calzada romana que comenzaba en la costa norte de Dumnonia.<br />

Los soldados de Siluria campaban a sus anchas por el país, pero para que Gundleus pudiera<br />

declararse victorioso, Mordred habría de desaparecer. Tenía que dar con nosotros, pues de otr o<br />

modo todos sus planes se vendrían abajo.<br />

<strong>El</strong> gran bosque amortiguaba nuestros pasos. Algún que otro pichón zureaba esporádicamente<br />

entre las altas ramas u oíamos el picoteo de un pájaro carpintero en las cercanías. En<br />

determinado momento se produjo un gr an alboroto de hojarasca pisoteada y aplastada en unas<br />

matas cercanas y todos nos quedamos inmoviles pensando que sería un silurio a caballo, pero<br />

no era más que un jabalí de grandes colmillos que apareció atolondrado en un claro, nos miró y<br />

evo. Mordred lloraba y no quería el pecho de Ralla; los más pequeños también<br />

lloraban de miedo y de cansancio, pero todos callaron cuando Morgana los amenazó con<br />

convertirlos en sapos hediondos.<br />

Nimue renqueaba <strong>del</strong>ante de mí. Sabía que sufría, pero no se quejaría. A veces lloraba en<br />

silencio, y nada de lo que Lunete dijera podía consolarla. Lunete era una nína morena y<br />

<strong>del</strong>gada, de la misma edad que Nimue y parecida a ella físicamente, pero sin sus conocimientos<br />

ni su espíritu clarividente. Nimue veía en los arroyos la morada de espíritus <strong>del</strong> agua, mientras<br />

que para Lunete eran simples lugares donde lavar la ropa. Al cabo de un rato Lunete se puso a<br />

caminar a mi lado.<br />

-¿Qué va a ser de nosotros ahora, Derfel? -me pregunto.<br />

-No lo sé.<br />

-¿Vendrá Merlín?<br />

-Eso espero -dije-, o quizá venga Arturo -añadí con ferviente esperanza, aunque sin demasiada<br />

fe, porque lo que necesitábamos era un milagro.<br />

Por contra, se habría dicho que estábamos atrapados en una pesadilla en pleno día, pues al cabo<br />

de un par de horas de caminata nos vimos obligados a dejar el bosque y cruzar un río hondo y<br />

serpenteante que culebreaba por unos pastos abundantes y cuajados de flores; y fue entonces<br />

cuando divisamos más columnas de humo en el lejano horizonte orieritil, aunque nadie podía<br />

saber si eran de incendios provocados por soldados de Siluria o por sajones que se<br />

aprovechaban de nuestra debilidad.<br />

Un corzo salió corriendo <strong>del</strong> bosque a un cuarto de milla hacia el este.<br />

- -ordenó el cazador entre dientes, y todos nos escondimos entre las matas <strong>del</strong> lindero<br />

<strong>del</strong> bosque.<br />

Ralla acalló a Mordred obligándolo a tomar pecho, y el pequeño reaccionó mordiéndola con<br />

tanta saña que las gotas de sangre le llegaron hasta la cintura, pero ni el niño ni el aya emitieron<br />

un solo sonido cuando el jinete que había espantado al corzo apareció en el confín <strong>del</strong> bosque,<br />

- 69 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!