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El Rey del Invierno. - Gran Fratervidad Tao Gnóstica Espiritual

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CORNWELL, BERNARD CRÓNICAS DEL SEÑOR DE LA GUERRA, vol 1<br />

EL REY DEL INVIERNO<br />

-¿<strong>El</strong> lugar de los secretos? -preguntó Gundleus con intenciones arteras.<br />

-Su dormitorio, nada más -respondió Bedwin, quitándole importancia.<br />

Tanaburs levantó la vara con la luna en la punta y la esgrimió temblorosamente contra el<br />

espíritu de la puerta. <strong>El</strong> rey Gundleus se quedó observando la actuación de su druida, luego<br />

apuró el vino y arrojó el cuerno al suelo.<br />

-Tal vez pase la noche aquí, después de todo -dijo el rey-, pero antes, mostradnos el dormitorio.<br />

-Indicó a Tanaburs que avanzara, pero el azoramiento se lo impedía. Merlín, el druida más<br />

poderoso de Britania, era temido hasta más allá <strong>del</strong> mar de Irlanda y nadie se entrometía en su<br />

vida a la ligera. Sin embargo, nadie había visto al gran hombre desde hacía muchos meses y<br />

algunas gentes murmuraban que la muerte <strong>del</strong> príncipe Mordred había sido un signo de declive<br />

de los poderes de Merlín. Además, lo que se hallara tras aquella puerta ejercía una atracción<br />

irresistible sobre Tanabur s, al igual que sobre su señor. Tal vez encontrara allí los secretos que<br />

lo convertirían en un druida tan sabio y poderoso como el gran Merlín-. ¡Abre la puerta! -<br />

ordenó Gundleus a Tanaburs.<br />

Uno de los cuernos de la luna de la vara se movió tembloroso hac<br />

y por fin rozó la parte superior <strong>del</strong> hueso amarillento. No ocurrió nada. Tanaburs escupió sobre<br />

la calavera y le dio la vuelta antes de retirar la vara con el gesto rápido y asustado de quien<br />

azuza a una serpiente dormida. Tampoco sucedió nada esa vez y el druida se decidió a alargar<br />

la mano hacia el cerrojo de madera.<br />

Entonces se detuvo aterrorizado.<br />

Un aullido resonó en las ahumadas paredes <strong>del</strong> salón. Un chillido lúgubre como de una niña<br />

sufriendo tortura. <strong>El</strong> horrísono gr ito hizo retroceder al druida. Norwenna gritó de miedo e hizo<br />

la señal de la cruz. <strong>El</strong> pequeño Mordred empezó a gemir y de nada sirvieron las tretas de Ralla<br />

para calmarlo. Gundleus se contuvo ante el chillido y luego, a medida que el eco se fue<br />

apagando, soltó una carcajada.<br />

-Un guerrero -anunció a todos los inquietos presentes- no se arredra ante el grito de una niña.<br />

Se dirigió a la puerta sin hacer caso <strong>del</strong> obispo Bedwin, que agitaba las manos en un intento de<br />

contener al rey sin llegar a rozarle.<br />

Se oyó un golpe en la puerta protegida. Un ruido violento de madera al astillarse, tan repentino<br />

que todos se sobresaltaron. Al principio, creí que la puerta se había derrumbado ante el avance<br />

<strong>del</strong> rey, pero luego vi la lanza que había sido arrojada limpiamente contra la puerta. La punta<br />

plateada sobresalía entre el viejo roble ennegrecido y traté de imaginarme qué fuerza<br />

sobrehumana habría sido capaz de atravesar tan maciza barrera con el afilado acero.<br />

La súbita aparición de la lanza hizo vacilar incluso a Gundleus, pero el orgullo lo sostuvo y no<br />

quiso retroceder en presencia de sus guerreros. Hizo una señal contra el diablo, escupió a la<br />

lanza y avanzó hacia la puerta, descorrió el pestillo y la abrió.<br />

E inmediatamente retrocedió con el horror pintado en la cara. Yo le estaba mirando y vi el<br />

miedo en sus ojos. Dio otro paso atrás y entonces oi el lamento de Nimue, que avanzaba hacia<br />

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