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MARTHA PALACIO AVENDAÑO
de regular las relaciones entre éste y las colonias y el trato dado a los extranjeros.
Las relecciones De indis de de Vitoria son una respuesta al proceso
de conquista y colonización de los territorios amerindios. La exposición de
Grocio ancla su sentido en los años previos al establecimiento del modelo
internacional westphaliano, y la publicación de Rawls surge tras la guerra
del Golfo.
En segundo lugar, tras la segunda Guerra Mundial y la devastación en
que sumió a la población europea fue establecida en 1948 la Declaración de
los derechos humanos como parte de los compromisos en materia de relaciones
internacionales. Aunque el compromiso se mantuvo formalmente,
éste fue vulnerado en medio de la tensión que constituyó la Guerra Fría y
que defi nió la casi mitad del siglo XX cuando en 1989 cayó el muro de Berlín
y en 1991 la antigua URSS. Una vez terminada la Guerra Fría quedaría
dispuesto el terreno para considerar un orden global guiado por el respeto
y el reconocimiento de los derechos humanos en un mundo que de acuerdo
con algunos ya no estaba divido por posiciones ideológicas y podría afi rmarse
que se trataba del fi n de la historia o al menos ésa era la tesis de F.
Fukuyama (1992). Michael Walzer había publicado en el año de 1977, tras
la guerra del Vietnam su teoría sobre las guerras justas Just and Unjust Wars
que sería reeditada en 1992 y posteriormente en 1999. Una década durante
la cual se sucedió la guerra del Golfo, el genocidio de Ruanda y la guerra
entre serbios y albano kosovares. Las guerras lejos de terminar proliferaron
y fueron entendidas fundamentalmente como confl ictos identitarios o en
sus peores versiones como la del eufemismo de S.P. Huntington de “choque
de civilizaciones”, evitando un llamado literal a la guerra.
La década de los noventa vio surgir una confl ictividad a escala local que
en muchos casos no era otra cosa que el resultado de cuestiones que habían
quedado latentes durante la hegemonía del confl icto de la guerra fría, pero
muchas de las cuales, por el contrario, obedecían –y donde aún persisten
aún obedecen– a causas estructurales que llevan la impronta de una lucha
por la diferencia en la medida en que se juegan su autonomía política. Por
tanto, los confl ictos culturales tienen una profunda raíz histórico-política
que se anuda con causas económicas que desdicen en buena medida la
excesiva lectura culturalista del confl icto político (Antón/ Lara, 2009; Benhabib,
2004; Fraser, 1997).
Volviendo a la discusión actual sobre la justicia global en fi losofía política
cuyo origen sitúo en la publicación de Th e Law of Peoples de J. Rawls en
1993, a ésta le siguieron una serie de réplicas y objeciones sobre su formulación
de unos principios liberales para las relaciones internacionales. Entre
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