Importancia de la viruela, gastroenteritis aguda y paludismo ... - Oulu

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proveniente de Alemania. A finales de la década de 1840 la situación evolucionó hacia el
positivismo reinante en el momento en toda Europa. Mejoraron los contactos con los
centros médicos europeos y los jóvenes investigadores recibieron fuertes impulsos
provenientes del rápido desarrollo de la anatomía patológica, fisiología, química y
biología experimental en otros países.
En cuanto a una aplicación más práctica de la medicina, puede decirse que los médicos
finlandeses no pensaban de manera diferente a sus compañeros de profesión del resto de
Europa. La investigación en los distintos campos de la medicina iba avanzando, pero
pocos resultados se aplicaban a la hora de tratar a los pacientes.
Finlandia era, en el periodo de estudio, un país pobre, poco desarrollado,
fundamentalmente agrícola, y con unas condiciones sanitarias correspondientes a los
estándares de la época.
A mediados del siglo XVIII Finlandia estaba dividida en distritos de médicos
provinciales, cada uno con un médico empleado por el estado. En 1824 había 24 distritos
y en 1857 su número ascendió a 50 (von Bonsdorff 1975).
Estos médicos de distrito tenían varias tareas, entre las cuales estaba ocuparse de los
enfermos de la zona. El número de médicos en relación a la población era muy bajo. En
la Tabla 1 se muestra el número de habitantes por médico durante la segunda parte del
periodo de estudio. Es apreciable como a comienzos del siglo XIX había más de cuarenta
mil habitantes por médico. Esta cifra se reduce a la mitad en 1840.
Tabla 1. Número de médicos por habitante en Finlandia durante la primera mitad de
siglo XIX*.
Año Población Número de médicos Habitantes por médico
1800 832.700 20 41.635
1810 863.300 25 34.532
1830 1.372.000 64 21.437
1840 1.445.600 72 20.078
*Información proveniente de von Bonsdorff (1975) y Forsius (1989).
El número pacientes que cada médico tenía a su cargo era enorme, a lo que debe añadirse
que, considerando la baja densidad de población de Finlandia, estos pacientes podían
estar esparcidos en un área muy grande.
Por todas estas razones, tan sólo algunos ciudadanos podían recibir ayuda médica. La
gente común tenía que contentarse con remedios caseros y la ayuda de los vecinos. Estas
razones llevaron probablemente a que prácticas de carácter mágico y curanderos
permanecieran largo tiempo entre la población rural finlandesa como una manera común
de enfrentarse a las enfermedades.
Existía además una gran barrera social entre médicos y matronas por un lado y
campesinos por el otro. Los médicos consideraban a los campesinos cabezotas e
indolentes y sufrían con actitudes del pueblo tales como escapar con sus hijos al bosque
cuando llegaba el momento de vacunarlos contra la viruela. El campesinado por su lado
consideraba que los médicos tenían demasiadas ambiciones sociales y poca capacidad
para curar. En general se prefería la ayuda de un curandero para las afecciones más
comunes (von Bonsdorff 1975).