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DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

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<strong>con</strong>ocido al <strong>vampiro</strong> europeo, la criatura d<strong>el</strong> Viejo M<strong>un</strong>do. Estaba muerto.<br />

Maris_Glz<br />

»Durante largo rato —dijo, tras <strong>un</strong>a pausa, <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>— me quedé echado en la ancha<br />

escalinata, ignorante de la tierra que la cubría, <strong>con</strong> mi cabeza muy fría <strong>con</strong>tra la tierra,<br />

mirándolo. Claudia estaba a sus pies, <strong>con</strong> las manos caídas a sus costados. Vi que cerraba los<br />

ojos <strong>un</strong> instante y los dos párpados pequeños hicieron de su cara <strong>un</strong>a estatua blanca<br />

iluminada por la l<strong>un</strong>a, inmóvil.<br />

»—Claudia —le dije. Se sobresaltó. Estaba más decaída de lo que casi n<strong>un</strong>ca la había visto.<br />

Señaló al humano que yacía en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o de la torre, cerca d<strong>el</strong> muro. Aún estaba inmóvil, pero<br />

yo sabía que no estaba muerto. Me había olvidado de él por completo; <strong>el</strong> cuerpo me dolía y<br />

aún tenía nublados los sentidos por <strong>el</strong> hedor d<strong>el</strong> cadáver sangrante. Pero entonces vi al<br />

hombre. Y en <strong>un</strong>a parte de mi cabeza, supe lo que le deparaba <strong>el</strong> destino y no me importó. Yo<br />

sabía que apenas faltaba <strong>un</strong>a hora para <strong>el</strong> alba.<br />

»—Se está moviendo —me dijo <strong>el</strong>la. Y traté de levantarme de los escalones. "Mejor que no<br />

se despierte, mejor que jamás se despierte", quise decir al pasar indiferente al lado de la<br />

cosa que casi nos mata a los dos. Vi la espalda de Claudia y al hombre moviéndose d<strong>el</strong>ante de<br />

<strong>el</strong>la, <strong>con</strong> sus pies retorciéndose en la hierba. No sé lo que esperaba ver a medida que me<br />

acercaba, qué campesino o granjero aterrorizado, qué individuo miserable era aquél, que ya<br />

había visto <strong>el</strong> rostro de esa cosa que lo había traído aquí. Y, por <strong>un</strong> momento, no me di cuenta<br />

de quién estaba allí, hasta que vi que se trataba de Morgan, cuya pálida cara mostraba ahora<br />

la l<strong>un</strong>a, así como las marcas d<strong>el</strong> <strong>vampiro</strong> en la garganta, y los ojos azules mirando mudos e<br />

inexpresivos.<br />

»De repente, se abrieron mucho más cuando me acerqué.<br />

»—¡Louis! —susurró, atónito, moviendo los labios como si trataran de formar palabras, pero<br />

no pudieran—. Louis... —dijo de nuevo; y entonces vi que sonreía. Un sonido seco y ronco salió<br />

de su garganta cuando luchó por ponerse de rodillas y extendió <strong>un</strong>a mano en mi dirección. Su<br />

rostro blanco y <strong>con</strong>torsionado se estiró cuando <strong>el</strong> sonido se apagó en su garganta y sacudió<br />

la cabeza <strong>con</strong> desesperación; su cab<strong>el</strong>lo p<strong>el</strong>irrojo revu<strong>el</strong>to se le cayó por encima de los ojos.<br />

Me di vu<strong>el</strong>ta y me alejé corriendo. Claudia salió como <strong>un</strong> rayo detrás de mí y me agarró de<br />

<strong>un</strong> brazo.<br />

»—¿Acaso no ves <strong>el</strong> color d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o? —me susurró. Morgan cayó hacia ad<strong>el</strong>ante, detrás de<br />

<strong>el</strong>la.<br />

»—Louis —me llamó de nuevo, y la luz brilló en sus ojos. Parecía ciego a las ruinas, ciego a<br />

la noche, ciego a todo salvo a <strong>un</strong> rostro que él re<strong>con</strong>ocía, esa única palabra que podían<br />

pron<strong>un</strong>ciar sus labios. Me llevé las manos a los oídos, alejándome de él. Tenía la mano<br />

ensangrentada cuando la levantó. Pude oler y ver su sangre. Y Claudia también lo hizo.<br />

»Rápidamente, <strong>el</strong>la cayó sobre él, empujándolo <strong>con</strong>tra las piedras, <strong>con</strong> sus dedos blancos<br />

moviéndose por su cab<strong>el</strong>lo. Sus manos temblorosas buscaron en la oscuridad la cara de<br />

Claudia y súbitamente él empezó a acariciarle los rubios rizos. Ella le h<strong>un</strong>dió los dientes y él<br />

bajó las manos indefensas.<br />

»Yo estaba en <strong>el</strong> borde d<strong>el</strong> bosque cuando <strong>el</strong>la me alcanzó.<br />

»—Debes ir <strong>con</strong> él y chuparle la sangre —me ordenó; yo podía oler la sangre en sus labios,<br />

ver <strong>el</strong> calor en sus mejillas; su puño me quemó <strong>con</strong> su <strong>con</strong>tacto, pero no me moví—.<br />

Escúchame, Louis —dijo <strong>el</strong>la <strong>con</strong> la voz desesperada y furiosa—. Te lo dejé, pero se está<br />

muriendo... No nos queda tiempo.<br />

»Me la eché en los brazos y comencé <strong>el</strong> largo descenso. No había ning<strong>un</strong>a necesidad de<br />

precauciones, ning<strong>un</strong>a necesidad de cuidarse; no nos esperaba ningún fantasma sobrenatural.<br />

La puerta a los secretos d<strong>el</strong> este de Europa estaba cerrada para nosotros. Caminé en la<br />

oscuridad hacia <strong>el</strong> camino.<br />

»—¡Me vas a escuchar!— gritó <strong>el</strong>la, pero yo seguía ad<strong>el</strong>ante, a<strong>un</strong>que sus manos se<br />

aferraban a mi abrigo, a mi p<strong>el</strong>o—. ¡Mira <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o! ¿Acaso no ves <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o?<br />

»Ella sollozaba <strong>con</strong>tra mi pecho y yo crucé corriendo <strong>el</strong> riachu<strong>el</strong>o de aguas h<strong>el</strong>adas y<br />

corrí a la búsqueda de la linterna en <strong>el</strong> camino.<br />

»El ci<strong>el</strong>o estaba azul cuando en<strong>con</strong>tré <strong>el</strong> carruaje.<br />

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