09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Maris_Glz<br />

porque temiera algo en esa inmensa ciudad, sino porque le tenía miedo a <strong>el</strong>la. Siempre había<br />

sido la "niña perdida" para sus víctimas, la "huérfana", y ahora parecía algo diferente, algo<br />

corrompido y sorprendente a los transeúntes que sucumbían ante <strong>el</strong>la. Pero esto<br />

frecuentemente era privado; yo me quedaba <strong>un</strong>a hora rastreando alrededor de la esculpida<br />

mole de Notre-Dame o sentado en <strong>el</strong> carruaje j<strong>un</strong>to al parque.<br />

»Y entonces, <strong>un</strong>a noche, cuando me desperté en la cama lujosa d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong>, sobre <strong>un</strong> libro<br />

aplastado incómodamente debajo de mí, descubrí que se había ido. No me animé a preg<strong>un</strong>tar<br />

a los criados si la habían visto. Nuestra costumbre era no prestarles atención; no teníamos<br />

nombre para <strong>el</strong>los. La busqué por los corredores, por las calles adyacentes, incluso en <strong>el</strong><br />

salón de festas, donde me dio <strong>un</strong> miedo inexplicable cuando pensé que estaba allí sola. Pero,<br />

por último, la vi llegar al recibidor, <strong>con</strong> su cab<strong>el</strong>lo brillando bajo su bonete debido a la lluvia,<br />

<strong>un</strong>a niña que aparecía corriendo como después de <strong>un</strong>a picara escapada, encendiendo los<br />

rostros de los hombres y mujeres mientras subía por la gran escalera y me pasaba como si<br />

no me hubiera visto. Una imposibilidad, <strong>un</strong>a extraña y graciosa pose.<br />

»Cerré la puerta cuando se quitaba la capa <strong>con</strong> <strong>un</strong> revoloteo de gotas doradas, y se<br />

sacudía <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o. Las cintas de su bonete cayeron a los costados y sentí gran alivio al ver <strong>el</strong><br />

vestido infantil, aqu<strong>el</strong>las cintas y algo maravillosamente agradable en sus brazos, <strong>un</strong>a<br />

pequeña muñeca. Unida quizá <strong>con</strong> alambres debajo de su vestido fotante, sus pequeños pies<br />

sonaron como <strong>un</strong>a campana.<br />

»—Es <strong>un</strong>a señora muñeca —me dijo mirándome—. ¿Ves? Una señora muñeca. —Y la puso en<br />

<strong>el</strong> armario.<br />

»—Así parece —susurré.<br />

»—La hizo <strong>un</strong>a mujer —dijo <strong>el</strong>la—. Hace muñecas infantiles, todas iguales; tiene <strong>un</strong>a tienda<br />

de muñecas y yo le dije que quería <strong>un</strong>a muñeca adulta.<br />

»Sus palabras eran provocadoras, misteriosas. Tomó asiento <strong>con</strong> los rizos empapados<br />

mojándole la frente mientras hablaba de esa muñeca.<br />

»—¿Sabes por qué la hizo para mí? —me preg<strong>un</strong>tó.<br />

»Deseé que la habitación estuviera en sombras para poder retirarme de aqu<strong>el</strong> círculo<br />

cálido de juego superfuo, hacia la oscuridad; deseé no estar sentado en la cama como en <strong>un</strong><br />

escenario iluminado, mirándola d<strong>el</strong>ante de mí y en los espejos, <strong>con</strong> sus mangas anchas.<br />

»—Porque eres <strong>un</strong>a niña hermosa y <strong>el</strong>la quiso hacerte f<strong>el</strong>iz<br />

—dije <strong>con</strong> <strong>un</strong>a voz extraña hasta para mí mismo.<br />

»Se rió en silencio.<br />

»—Una niña hermosa —dijo mirándome—. ¿Todavía piensas que lo soy? —preg<strong>un</strong>tó; y se le<br />

volvió a oscurecer <strong>el</strong> rostro y volvió a juguetear <strong>con</strong> la muñeca; sus dedos empujaron <strong>el</strong><br />

pequeño borde d<strong>el</strong> vestido hasta los pechos de porc<strong>el</strong>ana—. Sí, me parezco a sus muñecas; yo<br />

soy su muñeca. La deberías ver en esa tienda, agachada sobre sus muñecas, cada <strong>un</strong>a <strong>con</strong> la<br />

misma cara, los mismos labios.<br />

»Se tocó los labios. Algo pareció moverse de repente, algo dentro de las mismas paredes<br />

de la habitación y los espejos temblaron <strong>con</strong> su imagen como si la tierra hubiera suspirado<br />

debajo de sus cimientos. Los carruajes temblaron en las calles, pero estaban demasiado<br />

distantes. Y entonces vi lo que estaba haciendo su fgura aún infantil: en <strong>un</strong>a mano tenía a la<br />

muñeca; la otra, en sus labios. Y la mano que tenía la muñeca la estaba aplastando, aplastando<br />

y rompiendo, hasta que quedó hecha <strong>un</strong> montón de porc<strong>el</strong>ana que cayó de su mano abierta y<br />

sangrante sobre la alfombra. Movió <strong>el</strong> diminuto vestido y produjo <strong>un</strong>a lluvia de partículas<br />

rotas y yo desvié la mirada y luego la vi en <strong>el</strong> espejo inclinado frente al fuego, <strong>con</strong> sus ojos<br />

estudiándome de arriba abajo. Se movió por ese espejo en mi dirección y yo me encogí en la<br />

cama.<br />

»—¿Por qué desvías la mirada? ¿Por qué no me miras?<br />

—me preg<strong>un</strong>tó <strong>con</strong> la voz cristalina como <strong>un</strong>a campana. Pero<br />

entonces lanzó <strong>un</strong>a débil carcajada y dijo—: ¿Pensaste que sería tu hija para siempre?<br />

¿Eres tú <strong>el</strong> padre de los tontos, <strong>el</strong> tonto de los padres?<br />

»—Tu tono es cru<strong>el</strong> <strong>con</strong>migo —dije.<br />

»—Hmmm... Cru<strong>el</strong> —comentó. Creo que sacudió la cabeza. Era <strong>un</strong>a llamarada a <strong>un</strong> costado<br />

108

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!