DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Maris_Glz<br />
muertes de esa noche, describiendo este o aqu<strong>el</strong> encuentro sin <strong>un</strong> indicio de emoción; los<br />
desafíos a la cru<strong>el</strong>dad surgían de vez en cuando como r<strong>el</strong>ámpagos de luz blanca: <strong>un</strong> <strong>vampiro</strong><br />
alto y d<strong>el</strong>gado estaba arrin<strong>con</strong>ado por <strong>un</strong>a inútil narración de vida humana, carente de<br />
espíritu, que le impedía hacer lo más entretenido que se podía hacer en ese momento. Era<br />
simple, opaco, de palabra lenta, y caía en largos períodos de silencio estupefacto, como si, casi<br />
ahíto de sangre, se pudiera meter ya en <strong>el</strong> ataúd y permanecer allí. Y, no obstante, seguía<br />
escuchando, mantenido por la presión de su grupo anormal, que había hecho de la<br />
inmortalidad <strong>un</strong> círculo de <strong>con</strong>formistas. ¿Cómo lo habría averiguado Lestat? ¿Había estado<br />
<strong>con</strong> <strong>el</strong>los? ¿Por qué se había ido? Nadie había imperado sobre Lestat; él había sido <strong>el</strong> amo de<br />
su pequeño círculo, ¡pero cómo habrían <strong>el</strong>ogiado su inventiva, su juego f<strong>el</strong>ino <strong>con</strong> las víctimas!<br />
Y la "pérdida"..., esa palabra, ese valor que había tenido suprema importancia para mí como<br />
<strong>vampiro</strong> novato y que tantas veces había escuchado: Tú "perdiste" la oport<strong>un</strong>idad de matar a<br />
ese niño; tú "perdiste" la oport<strong>un</strong>idad de asustar a esa vieja o enloquecer a aqu<strong>el</strong> hombre, lo<br />
que habría logrado <strong>un</strong>a pequeña prestidigitación.<br />
»La cabeza me daba vu<strong>el</strong>tas. Un común dolor de cabeza humano. Deseé alejarme de esos<br />
<strong>vampiro</strong>s. Únicamente la fgura distante de Armand me clavaba en <strong>el</strong> sitio pese a sus<br />
advertencias. Ahora parecía remoto, a<strong>un</strong>que a menudo sacudía la cabeza y pron<strong>un</strong>ciaba <strong>un</strong>as<br />
pocas palabras aquí y allí, de modo que parecía formar parte de <strong>el</strong>los; y su mano se<br />
levantaba ocasionalmente de la garra de león de su silla. Mi corazón latió cuando lo vi de esa<br />
manera; vi que nadie había pescado su mirada cuando me en<strong>con</strong>tré <strong>con</strong> <strong>el</strong>la y nadie la<br />
en<strong>con</strong>traba de tanto en tanto como yo. No obstante, se mantuvo distanciado de mí y sólo sus<br />
ojos retornaban a mí. Su advertencia seguía resonando en mis oídos; sin embargo, la descarté.<br />
Me quería ir d<strong>el</strong> teatro y allí estaba re<strong>un</strong>iendo <strong>un</strong>a información que, como mínimo, me era<br />
inútil e infnitamente aburrida.<br />
»—Pero, entre vosotros, ¿no existe <strong>el</strong> crimen, algún d<strong>el</strong>ito máximo? —preg<strong>un</strong>tó Claudia. Sus<br />
ojos violetas estaban fjos en mí, incluso en <strong>el</strong> espejo, cuando me en<strong>con</strong>traba de espaldas a<br />
<strong>el</strong>la.<br />
»—¿Un d<strong>el</strong>ito? ¡El aburrimiento! —gritó Est<strong>el</strong>le y señaló a Armand <strong>con</strong> su dedo blanco; él<br />
se rió <strong>un</strong> poco <strong>con</strong> <strong>el</strong>la desde su distante posición al otro lado de la habitación—. ¡El<br />
aburrimiento es la muerte! —gritó <strong>el</strong>la, y mostró sus colmillos de vampira, de modo que<br />
Armand se llevó la lánguida mano a la frente en <strong>un</strong> gesto teatral de pánico y <strong>con</strong>dena.<br />
»Pero Santiago, que observaba <strong>con</strong> las manos a la espalda, intervino:<br />
»—Un d<strong>el</strong>ito —dijo—: Sí que lo hay; <strong>un</strong> d<strong>el</strong>ito por <strong>el</strong> cual buscaríamos a otro <strong>vampiro</strong> hasta<br />
darle muerte. ¿Os podéis imaginar de qué se trata? —Miró a Claudia, luego a mí y volvió al<br />
rostro imperturbable de Claudia—. Vosotros deberíais saberlo, ya que sois tan misteriosos<br />
acerca d<strong>el</strong> <strong>vampiro</strong> que os creó.<br />
»—¿Por qué? —preg<strong>un</strong>tó <strong>el</strong>la, abriendo los ojos apenas y las manos aún inmóviles sobre las<br />
piernas.<br />
»Un murmullo se oyó en la habitación, primero en <strong>un</strong> rincón luego en todo <strong>el</strong> recinto. Y<br />
todos los rostros se dirigieron a Santiago, que permaneció <strong>con</strong> las manos a la espalda, de pie<br />
frente a Claudia. Sus ojos brillaron cuando se percató de que tenía la palabra. Y entonces,<br />
vino en mi dirección, se puso detrás de mí y, <strong>con</strong> <strong>un</strong>a mano sobre mi hombro, dijo:<br />
»—¿Acaso tú no sabes de qué crimen se trata? ¿No te lo dijo tu maestro <strong>vampiro</strong>?<br />
«Haciéndome dar vu<strong>el</strong>ta lentamente <strong>con</strong> esas manos intrusas y ya <strong>con</strong>ocidas, me tocó <strong>el</strong><br />
corazón levemente siguiendo <strong>el</strong> ritmo de sus palabras.<br />
»—Es <strong>el</strong> d<strong>el</strong>ito que signifca muerte para cualquier <strong>vampiro</strong> que lo cometa. ¡Se trata de<br />
matar a tu propia especie!<br />
»—¡Aaah! —exclamó Claudia, y se puso a reír a carcajadas; caminó por la sala <strong>con</strong> su<br />
vestido de seda, a pasos frmes; me tomó de la mano—. Me temía que fuera haber nacido,<br />
como Venus, de la espuma. ¡Como nos pasó a nosotros! ¡Un maestro <strong>vampiro</strong>! Vamos, Louis,<br />
vamos —me dijo y me hizo <strong>un</strong> gesto para que la siguiera.<br />
»Armand se reía. Santiago quedó en silencio. Y fue Armand quien se puso de pie cuando<br />
llegamos a la puerta.<br />
»—Seréis bienvenidos mañana por la noche. Y la noche siguiente.<br />
128