DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Maris_Glz<br />
a su madre muerta, y la gente que pasaba por la calle la trajo aquí.<br />
»—La niña..., ¡la pequeña! —dije. Pero él ya me llevaba por la puerta hasta <strong>el</strong> fnal de la<br />
larga hilera de camas de madera, cada <strong>un</strong>a <strong>con</strong> <strong>un</strong> niño bajo <strong>un</strong>a angosta sábana blanca;<br />
había <strong>un</strong> candil al fondo de la sala, donde <strong>un</strong>a enfermera estaba inclinada sobre <strong>un</strong><br />
escritorio. Caminamos por <strong>el</strong> pasillo entre las hileras.<br />
»—Niños muertos de hambre, huérfanos —dijo Lestat—. Hijos de la plaga y de la febre.<br />
»Se detuvo. Yo vi a la pequeña en <strong>un</strong>a cama. Y luego vino <strong>el</strong> hombre y habló <strong>con</strong> Lestat;<br />
¡qué cuidado por la pequeña dormida! Alguien lloraba en la habitación. La enfermera se puso<br />
de pie y se apresuró.<br />
»Y entonces <strong>el</strong> médico se agachó y arropó a la niña <strong>con</strong> la manta. Lestat había sacado<br />
dinero d<strong>el</strong> bolsillo y lo puso sobre <strong>el</strong> pie de la cama. El médico dijo lo <strong>con</strong>tento que estaba por<br />
<strong>el</strong> hecho de que nosotros hubiéramos ido a buscarla. Explicó que la mayoría de <strong>el</strong>los eran<br />
huérfanos; venían en los barcos; a veces huérfanos demasiado pequeños para decir qué<br />
cadáver era <strong>el</strong> de su madre. Pensaba que Lestat era <strong>el</strong> padre.<br />
»Y, en <strong>un</strong>os pocos instantes, Lestat corría por las calles <strong>con</strong> <strong>el</strong>la; la blancura de la manta<br />
brillaba <strong>con</strong>tra su capa negra; e incluso para mi visión experta, mientras corría detrás de él,<br />
a veces parecía como si la manta fotara en medio de la noche sin que nadie la sostuviera,<br />
<strong>un</strong>a forma movediza volando en <strong>el</strong> viento como <strong>un</strong>a hoja vertical y enviada por <strong>un</strong> pasaje,<br />
tratando de en<strong>con</strong>trar <strong>el</strong> viento y al mismo tiempo volando.<br />
»Finalmente <strong>con</strong>seguí alcanzarlo cuando llegamos a las lámparas cerca de la Place<br />
d'Armes. La niña descansaba pálida sobre su hombro; sus mejillas aún llenas como cerezas,<br />
a<strong>un</strong>que estaba desangrada y próxima a la muerte. Abrió los ojos, o más bien sus párpados se<br />
corrieron hacia atrás, y bajo las largas cejas vi <strong>un</strong>as rayas blancas.<br />
»—Lestat, ¿qué estás haciendo? ¿A dónde la llevas? —le preg<strong>un</strong>té.<br />
»Pero yo lo sabía. Se encaminaba al hot<strong>el</strong> y pretendía llevarla a nuestra habitación.<br />
»Los cadáveres estaban tal cual los habíamos dejado; <strong>un</strong>o meticulosamente echado en <strong>el</strong><br />
ataúd como si <strong>un</strong> sepulturero se hubiera ocupado de la víctima; <strong>el</strong> otro en la silla, d<strong>el</strong>ante de<br />
la mesa. Lestat pasó a su lado como si no los viese, mientras que yo los <strong>con</strong>templé <strong>con</strong><br />
fascinación. Todas las v<strong>el</strong>as se habían <strong>con</strong>sumido y la única luz venía de la l<strong>un</strong>a y de la calle.<br />
Pude ver su perfl h<strong>el</strong>ado y resplandeciente cuando puso a la niña sobre la almohada.<br />
»—Ven aquí, Louis; tú no te has alimentado lo sufciente. Lo sé —dijo <strong>con</strong> la misma voz<br />
calma y serena que había usado toda la noche <strong>con</strong> tanta habilidad; me tomó de la mano, y la<br />
suya estaba cálida y p<strong>un</strong>zante—. ¿La ves, Louis, cuan dulce y saludable parece, como si la<br />
muerte no le hubiera arrancado la frescura? ¡La vol<strong>un</strong>tad de vivir es tan poderosa!<br />
¿Recuerdas cómo la querías tener cuando la viste en esa habitación?<br />
»Me resistí. No quería matarla. No había querido hacerlo la noche anterior. Y entonces, de<br />
improviso, recordé dos cosas <strong>con</strong>fictivas y me sentí golpeado por <strong>el</strong> dolor: recordé <strong>el</strong><br />
poderoso palpitar de su corazón <strong>con</strong>tra <strong>el</strong> mío y tuve deseos de poseerlo; <strong>un</strong>os deseos tan<br />
fuertes que di la espalda a la cama y hubiese salido corriendo de la habitación si Lestat no<br />
me hubiera agarrado; y recordé <strong>el</strong> rostro de su madre y ese momento de horror cuando dejé<br />
caer a la criatura y él entró en la habitación. Pero ahora no se estaba burlando de mí; me<br />
estaba <strong>con</strong>f<strong>un</strong>diendo.<br />
»—Tú la quieres, Louis. ¿No ves que <strong>un</strong>a vez que la has poseído, entonces puedes poseer a<br />
quien quieras? Anoche la deseaste, pero no tuviste <strong>el</strong> valor sufciente, y por eso ahora <strong>el</strong>la<br />
está viva.<br />
»Pude sentir que lo que él decía era verdad. Pude volver a sentir <strong>el</strong> éxtasis de tener su<br />
pequeño corazón latiendo.<br />
»—Es demasiado fuerte para mí... su corazón; no cede —le dije.<br />
»—¿Es tan fuerte? —dijo, y sonrió; me acercó a la niña—. Cóg<strong>el</strong>a, Louis —me instó—. Yo sé<br />
que tú la deseas.<br />
»Y lo hice. Me acerqué a la cama y la observé. El pecho apenas se le movía y <strong>un</strong>a de sus<br />
manitas estaba enredada en su cab<strong>el</strong>lo largo y rubio. No pude soportarlo, mirándola,<br />
queriendo que no muriera y deseándola al mismo tiempo; y, cuanto más la miraba, más podía<br />
saborear su pi<strong>el</strong>, sentir mi brazo cayendo por debajo de su espalda y atrayéndola hacia mí,<br />
48