DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Maris_Glz<br />
¡Se han ido y tú estás destruyendo todo, todo! —Y se paseó alrededor de la magnífca sala,<br />
entre su frágil esplendor.<br />
»—Saca tu ataúd. ¡Tienes tres horas hasta <strong>el</strong> alba! —le grité. La mansión es <strong>un</strong>a pira<br />
f<strong>un</strong>eraria.<br />
—¿Podría haberle hecho daño <strong>el</strong> fuego? —preg<strong>un</strong>tó <strong>el</strong> muchacho.<br />
—¡Por cierto! —dijo <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>.<br />
—¿Volvió al oratorio? ¿Era <strong>un</strong> lugar seguro?<br />
—No, de ning<strong>un</strong>a manera. Unos cincuenta y cinco esclavos estaban en la zona. Muchos de<br />
<strong>el</strong>los no preferían la vida de <strong>un</strong> liberto y lo más seguro era que fueran a Freniere o a la<br />
plantación B<strong>el</strong> Jardín. Yo no tenía la más mínima intención de quedarme allí esa noche. Pero<br />
había poco tiempo para hacer alg<strong>un</strong>a otra cosa.<br />
—Esa mujer..., Babette... —dijo <strong>el</strong> muchacho. El <strong>vampiro</strong> sonrió.<br />
—Sí, fui a ver a Babette. Ahora vivía en Freniere <strong>con</strong> su joven marido. Tenía tiempo<br />
sufciente para cargar mi ataúd en <strong>el</strong> carruaje y llegar adonde estaba <strong>el</strong>la.<br />
—Pero, ¿y Lestat? El <strong>vampiro</strong> suspiró.<br />
—Lestat fue <strong>con</strong>migo. Tenía la intención de irse a Nueva Orleans y trataba de persuadirme<br />
de que yo hiciera lo mismo. Pero cuando se dio cuenta de que pensaba es<strong>con</strong>derme en<br />
Freniere, optó por eso también. Quizá jamás hubiéramos podido llegar a Nueva Orleans.<br />
Empezaba a amanecer. Los ojos mortales no lo podían ver, pero Lestat y yo sí.<br />
»En cuanto a Babette, yo la había visitado <strong>un</strong>a vez más. Como te dije, había escandalizado<br />
a la costa quedándose sola en la plantación, sin <strong>un</strong> hombre en la casa, sin ni siquiera <strong>un</strong>a<br />
anciana. El mayor problema de Babette fue que podía alcanzar <strong>el</strong> éxito e<strong>con</strong>ómico únicamente<br />
a costa d<strong>el</strong> aislamiento y d<strong>el</strong> ostracismo social. Tenía tal sensibilidad que la riqueza en sí no le<br />
importaba nada; <strong>un</strong>a familia, hijos..., eso era lo importante para Babette. A<strong>un</strong>que fue capaz de<br />
mantener la plantación, <strong>el</strong> escándalo la estaba desgastando. En su interior, estaba cediendo.<br />
Sin permitirle que me mirase, <strong>un</strong>a noche la vi en su jardín. Le dije en mi voz más suave que<br />
yo era la misma persona de antes. Que <strong>con</strong>ocía su vida y sus sufrimientos.<br />
»—No esperes que la gente te comprenda —le dije—. Son <strong>un</strong>os imbéciles. Quieren que te<br />
retires debido a la muerte de tu hermano. Usarían tu vida como si fuese aceite para la<br />
lámpara. Debes desafarlos <strong>con</strong> pureza y <strong>con</strong>fanza.<br />
»Me escuchó en silencio. Le dije que debía dar <strong>un</strong>a festa de benefcencia. Y esa<br />
benefcencia sería r<strong>el</strong>igiosa. Podía <strong>el</strong>egir <strong>un</strong> <strong>con</strong>vento en Nueva Orleans, cualquiera, y dar allí<br />
<strong>un</strong>a festa flantrópica. Invitaría a los amigos más íntimos de su madre dif<strong>un</strong>ta para que<br />
actuasen de chaperones y <strong>el</strong>la haría todo esto <strong>con</strong> <strong>un</strong>a total <strong>con</strong>fanza en sí misma. Sobre<br />
todo, <strong>un</strong>a <strong>con</strong>fanza perfecta. Lo único importante era la <strong>con</strong>fanza en sí misma y la pureza.<br />
»Pues Babette pensó que esto era algo genial.<br />
»—No sé quién eres y tú no me lo dices —dijo <strong>el</strong>la (era verdad, yo no lo decía)—. Pero sólo<br />
me puedo imaginar que eres <strong>un</strong> áng<strong>el</strong>.<br />
»Y me rogó verme la cara. Es decir, me lo rogó a la manera de la gente como Babette,<br />
quienes en realidad no sienten inclinación de rogar nada a nadie. No se trata de que Babette<br />
fuera orgullosa. Simplemente era fuerte y honesta, lo que en la mayoría de las veces hace<br />
d<strong>el</strong> ruego... Veo que quieres preg<strong>un</strong>tarme algo —dijo <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>, y se detuvo.<br />
—Oh, no —dijo <strong>el</strong> muchacho, que quería es<strong>con</strong>der su intención de preg<strong>un</strong>tar.<br />
—No debes tener miedo de preg<strong>un</strong>tarme nada. Si me es<strong>con</strong>diera algo demasiado íntimo... —<br />
<strong>con</strong>tinuó; y, cuando <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong> dijo esto, se le oscureció <strong>el</strong> rostro por <strong>un</strong> instante, fr<strong>un</strong>ció <strong>el</strong><br />
entrecejo y sus cejas formaron <strong>un</strong> hoyu<strong>el</strong>o que apareció arriba de su ceja izquierda como si<br />
alguien hubiera puesto <strong>un</strong> dedo, lo que le dio <strong>un</strong> especial aspecto de preocupación prof<strong>un</strong>da—.<br />
Si es<strong>con</strong>diera algo demasiado íntimo como para que tú preg<strong>un</strong>taras al respecto, en primer<br />
lugar no lo mencionaría —dijo.<br />
El muchacho se en<strong>con</strong>tró mirando fjamente los ojos d<strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>, y las cejas, que eran<br />
como fnos alambres negros en la pi<strong>el</strong> tierna de los párpados.<br />
—Pregúntame —dijo <strong>el</strong> muchacho.<br />
—Usted habla de Babette —dijo <strong>el</strong> joven— como si su sentimiento para <strong>con</strong> <strong>el</strong>la fuera<br />
especial.<br />
31