DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Maris_Glz<br />
robarle todo aliento de vida, toda gota de sangre. Pero Lestat, ¡cómo podríamos habernos<br />
<strong>con</strong>ocido de haber sido él <strong>un</strong> hombre de carácter, <strong>un</strong> hombre a<strong>un</strong>que sólo fuera de alg<strong>un</strong>os<br />
pensamientos! Las palabras d<strong>el</strong> anciano volvieron a mí: Lestat, <strong>un</strong> alumno brillante, <strong>un</strong> amante<br />
de los libros que habían sido quemados. Yo sólo <strong>con</strong>ocía al Lestat que despreciaba mi<br />
biblioteca, que la llamaba <strong>un</strong>a pila de polvo, que ridiculizaba <strong>con</strong>stantemente mis lecturas, mis<br />
meditaciones.<br />
»Me di cuenta entonces de que la casa se aquietaba. De tanto en tanto sonaban <strong>un</strong>os<br />
pasos y crujían los tablones, por cuyas hendeduras se fltraba <strong>un</strong>a claridad fantástica e<br />
irreal. Podía ver a Lestat tocando las paredes de ladrillo <strong>con</strong> su duro rostro de <strong>vampiro</strong><br />
<strong>con</strong>vertido en <strong>un</strong>a máscara retorcida de frustración humana. Yo estaba seguro de que ahora<br />
debíamos separarnos; de que, si fuera necesario, yo debía poner <strong>un</strong> océano entre los dos. Y<br />
me di cuenta de que lo había tolerado todo ese tiempo debido a mis dudas. Me engañé<br />
pensando que me quedaba por <strong>el</strong> anciano y por mi hermana y su marido. Pero me quedé <strong>con</strong><br />
Lestat porque temía no <strong>con</strong>ocer secretos esenciales que, como <strong>vampiro</strong>, yo solo debía<br />
descubrir, y, lo que es más importante, porque él era <strong>el</strong> único de mi especie que yo <strong>con</strong>ocía.<br />
Jamás me había <strong>con</strong>tado su <strong>con</strong>versión en <strong>vampiro</strong> o dónde podía en<strong>con</strong>trar a alguien de mi<br />
especie. Esto entonces me afigía mucho. D<strong>el</strong> mismo modo que lo había hecho durante cuatro<br />
años. Lo odiaba y quería abandonarlo; sin embargo, ¿podía hacerlo?<br />
»En <strong>el</strong> ínterin, mientras yo pensaba todo esto. Lestat <strong>con</strong>tinuó <strong>con</strong> sus diatribas: no me<br />
necesitaba; no iba a tolerar más nada, y mucho menos <strong>un</strong>a amenaza de los Freniere. Teníamos<br />
que estar listos para cuando se abriera esa puerta.<br />
»—Recuerda —me dijo fnalmente—: V<strong>el</strong>ocidad y fortaleza; no nos pueden igualar en eso. Y<br />
<strong>el</strong> miedo. Recuerda siempre dar miedo. ¡Ahora no seas <strong>un</strong> sentimental! ¡Nos harás perder<br />
todo!<br />
»—¿Quieres <strong>con</strong>tinuar a solas después de esto? —le preg<strong>un</strong>té. Quería que él dijese que sí.<br />
Yo no tenía la valentía. O al menos, no <strong>con</strong>ocía mis sentimientos.<br />
»—¡Quiero ir a Nueva Orleans! —dijo—. Simplemente te advertía que no te necesito más.<br />
Pero, para escapar de aquí, nos necesitamos. ¡Ni siquiera sabes empezar a usar tus poderes!<br />
¡No tienes <strong>un</strong> sentido innato de lo que eres! Usa tus poderes persuasivos si viene esa mujer.<br />
Pero si viene acompañada de otros, entonces, prepárate a actuar como lo que eres.<br />
»—¿Qué soy? —le preg<strong>un</strong>té, porque eso n<strong>un</strong>ca me había parecido tan misericordioso como<br />
en ese momento—. ¿Qué soy? __<br />
»Él se disgustó totalmente. Se llevó las manos a la cabeza.<br />
»—Prepárate... —dijo, ahora, haciendo r<strong>el</strong>ucir sus magnífcos dientes— ¡a matar! —De<br />
improviso, miró los tablones d<strong>el</strong> techo—. Se van a dormir, ¿los oyes?<br />
»En <strong>un</strong> silencio prolongado, Lestat seguía caminando y yo <strong>con</strong>tinuaba sentado allí<br />
meditando, devanándome los sesos acerca de lo que debía hacer o decirle a Babette; o, aún<br />
más prof<strong>un</strong>damente, buscando la respuesta a <strong>un</strong>a preg<strong>un</strong>ta más difícil: ¿qué sentía yo por<br />
Babette? Después de largo rato, <strong>un</strong>a luz r<strong>el</strong>umbró debajo de la puerta. Lestat estaba a p<strong>un</strong>to<br />
de saltar encima de quien apareciera. Era Babette, que entró sola, <strong>con</strong> <strong>un</strong>a lámpara. No vio a<br />
Lestat, que se quedó detrás de <strong>el</strong>la y mirándome fjamente.<br />
»Jamás la había visto como entonces: tenía <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o arreglado para acostarse, y era <strong>un</strong>a<br />
masa de ondas oscuras detrás de su camisón blanco. Y su cara estaba llena de tensión y<br />
terror. Esto le daba <strong>un</strong>a apariencia febril, y sus grandes ojos castaños parecían aún más<br />
intensos. Como te he dicho, yo amaba su fortaleza y su honestidad, la grandeza de su alma. Y<br />
no sentía pasión por <strong>el</strong>la tal como podrías sentirla tú. Pero la en<strong>con</strong>tré más atractiva que<br />
ning<strong>un</strong>a mujer que <strong>con</strong>ociera en mi vida mortal. Incluso en <strong>el</strong> severo camisón, sus brazos y<br />
sus pechos eran redondos y suaves y más me pareció <strong>un</strong> alma fascinante vestida que <strong>un</strong>a<br />
carne rica y misteriosa. Yo, que soy duro y preciso y <strong>con</strong>centrado en <strong>un</strong> solo propósito, me<br />
sentí atraído irresistiblemente por <strong>el</strong>la: sabiendo que sólo culminaría en la muerte, me alejé<br />
al instante, preg<strong>un</strong>tándome si cuando miraba a mis ojos, <strong>el</strong>la los en<strong>con</strong>traba muertos y<br />
examines.<br />
»—Tú eres quien se acercó anteriormente a mí —dijo <strong>el</strong>la como si no hubiera estado<br />
segura—. Y eres <strong>el</strong> amo de Pointe du Lac. ¡Lo eres!<br />
34