09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Maris_Glz<br />

»—Cierra, cierra —dijo, señalando <strong>con</strong> <strong>el</strong> dedo la ventana. Luego lanzó <strong>un</strong> sollozo y,<br />

cubriéndose la boca <strong>con</strong> la mano, agachó la cabeza y lloró.<br />

»El joven <strong>vampiro</strong> desapareció. Oí sus pasos rápidos en <strong>el</strong> sendero, luego <strong>el</strong> fuerte<br />

rechinar de la puerta de hierro. Me quedé solo <strong>con</strong> Lestat, mientras él lloraba. Me parece que<br />

pasó mucho tiempo antes de que dejara de hacerlo. Y, durante todo ese tiempo, yo lo<br />

observaba, simplemente. Pensaba en todas las cosas que habían pasado entre nosotros.<br />

Recordé cosas que creía absolutamente olvidadas. Y entonces tomé <strong>con</strong>ciencia de esa tristeza<br />

abrumadora que había sentido cuando <strong>con</strong> templé la casa en la rué Royale donde habíamos<br />

vivido. Únicamente que no me pareció tristeza por Lestat, por aqu<strong>el</strong> <strong>vampiro</strong> alegre y<br />

<strong>el</strong>egante que allí había vivido. Pareció tristeza por otra cosa, algo que superaba a Lestat, que<br />

sólo lo incluía y era parte de la inmensa tristeza por todas las cosas que alg<strong>un</strong>a vez yo había<br />

perdido o amado, o <strong>con</strong>ocido. Me pareció entonces que yo estaba en otro sitio, en otro tiempo.<br />

Y ese sentimiento fue muy real, pues me acordé de <strong>un</strong>a habitación donde los insectos habían<br />

zumbado como ahora zumbaban aquí, y <strong>el</strong> aire había estado espeso y cerrado por la muerte,<br />

a<strong>un</strong>que mezclado <strong>con</strong> <strong>el</strong> perfume de la primavera que reinaba afuera. Y yo estaba a p<strong>un</strong>to de<br />

<strong>con</strong>ocer ese lugar y de <strong>con</strong>ocer, <strong>con</strong> él, <strong>un</strong> dolor terrible, <strong>un</strong> dolor tan terrible que mi mente<br />

lo <strong>el</strong>udió: "No —pensé—, no me lleves de vu<strong>el</strong>ta a ese sitio". Por eso retrocedí evitando<br />

aqu<strong>el</strong>los recuerdos. Y ahí estaba yo de nuevo <strong>con</strong> Lestat. Atónito, vi que mi propio miedo caía,<br />

líquido, sobre <strong>el</strong> rostro d<strong>el</strong> niño. Vi brillar su mejilla, que se llenaba <strong>con</strong> la sonrisa d<strong>el</strong> niño.<br />

Debe de haber visto la luz en mis lágrimas. Le puse <strong>un</strong>a mano sobre la cara y le limpié las<br />

lágrimas y las miré <strong>con</strong> sorpresa.<br />

»—Pero, Louis... —decía Lestat en voz baja—. ¿Cómo puedes seguir como antes, cómo<br />

puedes soportarlo? —Levantó la vista y tenía la misma mueca y <strong>el</strong> rostro cubierto de lágrimas<br />

—. Dím<strong>el</strong>o, Louis, ayúdame a comprender. ¿Cómo puedes llegar a entender todo esto? ¿Cómo<br />

puedes aguantarlo?<br />

»Pude ver, por la desesperación de sus ojos y <strong>el</strong> tono más prof<strong>un</strong>do que ahora tenía su<br />

voz, que él también estaba avanzando hacia algo que, para él, era muy doloroso, hacia <strong>un</strong> sitio<br />

donde no se había animado a entrar desde hacía mucho tiempo. Pero entonces, incluso cuando<br />

lo miré, sus ojos parecieron volverse brumosos, <strong>con</strong>f<strong>un</strong>didos. Se apretó la bata y, sacudiendo<br />

la cabeza, miró <strong>el</strong> fuego. Tembló y gimió.<br />

»—Tengo que irme, Lestat —le dije. Me sentí cansado, cansado de él y cansado de esa<br />

tristeza. Y anh<strong>el</strong>é la quietud de afuera, la perfecta quietud a la que me había acostumbrado<br />

tan por completo. Pero, cuando me puse de pie, me di cuenta de que me llevaba al niño.<br />

»Lestat me miró <strong>con</strong> sus grandes ojos agónicos y su rostro pulido, eterno.<br />

»—Pero, ¿volverás... volverás a visitarme..., Louis? —me preg<strong>un</strong>tó.<br />

»Me alejé de él, oí que me volvía a llamar y, en silencio, abandoné la casa. Cuando llegué<br />

a la calle, volví la mirada y lo vi gesticulando en la ventana como si tuviera miedo de salir. Me<br />

di cuenta de que no había salido desde hacía muchísimo tiempo, y pensé que tal vez jamás<br />

volviera a salir.<br />

»Volví a la pequeña casa de donde <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong> había sacado al niño y lo dejé allí, en su<br />

c<strong>un</strong>a.<br />

»Poco tiempo después —r<strong>el</strong>ató <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>—, le <strong>con</strong>té a Armand que había visto a Lestat.<br />

Quizás <strong>un</strong> mes después, no estoy seguro. El tiempo signifcaba poco para mí, y sigue<br />

signifcándolo. Pero para Armand tenía gran importancia. Se asombró de que no se lo hubiera<br />

mencionado antes.<br />

»Esa noche caminábamos por esa parte de la ciudad que da paso al parque Audubon y<br />

donde <strong>el</strong> malecón es <strong>un</strong>a cuesta solitaria y cubierta de hierba que desciende a <strong>un</strong>a playa<br />

enlodada, llena de maderos que reciben las lamidas de las aguas d<strong>el</strong> río. En la ribera más<br />

lejana se veían las luces mortecinas de las industrias y de las empresas fuviales. Eran p<strong>un</strong>tos<br />

verdes y rojos que temblaban en la distancia como estr<strong>el</strong>las. Y la luz de la l<strong>un</strong>a mostraba la<br />

rápida y amplia corriente. Allí incluso <strong>el</strong> calor d<strong>el</strong> verano desaparecía <strong>con</strong> la brisa fresca d<strong>el</strong><br />

agua que levantaba suavemente <strong>el</strong> musgo d<strong>el</strong> roble retorcido en donde nos sentamos. Yo<br />

recogía hierba y la probaba, a<strong>un</strong>que <strong>el</strong> sabor era amargo. El gesto parecía natural. Pensaba<br />

170

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!