09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Cuarta parte<br />

Maris_Glz<br />

n realidad —dijo ahora <strong>el</strong> <strong>entrevista</strong>do—, ése es <strong>el</strong> fnal de la historia.<br />

»Por supuesto, sé que te preg<strong>un</strong>tas qué nos pasó después. ¿Qué le sucedió a<br />

Armand? ¿Adonde fui? ¿Qué hice? Pero te diré que, verdaderamente, no pasó<br />

nada. Nada que no fuera, simplemente, inevitable. Y mi paseo por <strong>el</strong> Louvre esa<br />

última noche que te he descrito fue meramente profetice.<br />

»Jamás cambié después de eso. No busqué más nada en la única gran fuente de cambio<br />

que es la humanidad. E incluso en mi amor y <strong>con</strong>centración en la b<strong>el</strong>leza d<strong>el</strong> m<strong>un</strong>do, no<br />

busqué aprender nada que pudiera ser devu<strong>el</strong>to a la humanidad. Bebí de la hermosura d<strong>el</strong><br />

m<strong>un</strong>do tal cual lo hace <strong>un</strong> <strong>vampiro</strong>. Quedé satisfecho. Estuve lleno hasta los bordes. Pero<br />

estaba muerto. La historia terminó en París, como te he dicho.<br />

»Durante largo tiempo pensé que la muerte de Claudia había sido la causa d<strong>el</strong> fn de las<br />

cosas. Que si yo hubiera visto que Claudia y Mad<strong>el</strong>eine dejaban París a salvo, las cosas<br />

podrían haber sido diferentes para Armand y para mí. Podría haber vu<strong>el</strong>to a amar y a desear,<br />

y buscar algún aspecto de la vida humana que pudiera haber sido rico y variado, a<strong>un</strong>que no<br />

natural. Pero entonces llegué a ver que eso era falso. Incluso si Claudia no hubiera muerto,<br />

incluso si no hubiera despreciado a Armand por permitir su muerte, todo habría terminado<br />

d<strong>el</strong> mismo modo. Lentamente hubiera llegado a <strong>con</strong>ocer su mal o hubiera sido lanzado hacia<br />

él... Era lo mismo. Por último no quise saber nada de nada. Y, al no merecerme nada mejor, me<br />

encogí como <strong>un</strong>a araña ante la llama de <strong>un</strong>a cerilla. E incluso Armand, que era mi <strong>con</strong>stante<br />

compañero y mi única compañía, existía sólo a gran distancia de mí, detrás de aqu<strong>el</strong> v<strong>el</strong>o que<br />

me separaba de todo la viviente; <strong>un</strong> v<strong>el</strong>o que era <strong>un</strong>a especie de mortaja.<br />

»Pero sé que estás ansioso por escuchar lo que le sucedió a Armand. Y la noche ya casi<br />

ha terminado. Te lo quiero <strong>con</strong>tar porque es muy importante. La historia sería incompleta sin<br />

eso.<br />

»Después de dejar París, viajamos por <strong>el</strong> m<strong>un</strong>do, como te he dicho. Primero, Egipto; luego<br />

Grecia; luego, Italia, <strong>el</strong> Asia Menor, adondequiera que yo <strong>el</strong>egía ir, en realidad, y dondequiera<br />

que me llevara mi búsqueda d<strong>el</strong> arte. El tiempo dejó de existir en <strong>un</strong>a base signifcativa<br />

durante todos esos años. A menudo yo estaba <strong>con</strong>centrado durante largos períodos en cosas<br />

muy simples: <strong>un</strong>a pintura en <strong>un</strong> museo, <strong>un</strong>a vidriera de catedral o <strong>un</strong>a estatua hermosa.<br />

»Pero durante todos esos años sentí <strong>un</strong> deseo vago, pero persistente, de regresar a Nueva<br />

Orleans. Jamás me olvidé de Nueva Orleans. Y cuando estábamos en lugares tropicales y en<br />

lugares donde existieran aqu<strong>el</strong>las plantas y fores que crecían también en Luisiana, pensaba<br />

en Nueva Orleans, prof<strong>un</strong>damente, y sentía por mi hogar la única pizca de deseo que sentía<br />

por cualquier cosa exterior aparte de mi búsqueda infnita d<strong>el</strong> arte. De tiempo en tiempo,<br />

Armand me pedía que lo llevara allí. Y yo, <strong>con</strong>sciente, de <strong>un</strong>a manera caballeresca, de lo poco<br />

que hacía para complacerlo y de los frecuentes períodos en que ni le dirigía la palabra ni<br />

buscaba su compañía, quería hacerlo porque me lo pedía él. Pareció como si su pedido me<br />

hiciera olvidar <strong>un</strong> vago miedo de que pudiese llegar a sentir dolor en Nueva Orleans; de que<br />

pudiera llegar a experimentar de nuevo la pálida sombra de mi anterior inf<strong>el</strong>icidad y<br />

m<strong>el</strong>ancolía. Pero pospuse <strong>el</strong> regreso. Tal vez ese miedo era más fuerte de lo que me<br />

imaginaba. Vinimos a América y vivimos mucho tiempo en Nueva York. Continué posponiendo <strong>el</strong><br />

viaje. Luego, por último, Armand me lo pidió de otra manera. Me <strong>con</strong>tó algo que me había<br />

es<strong>con</strong>dido desde que nos fuéramos de París.<br />

»Lestat no había muerto en <strong>el</strong> Théàtre des Vampires. Yo había creído que estaba muerto y,<br />

165

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!