09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Maris_Glz<br />

busca de calor, por miedo. Era casi la mañana y... —Me llevé las manos a las sienes—. Abrí las<br />

persianas... Entré en la habitación. Sentí lástima por ti. Lástima, pero también... algo más.<br />

»Vi que abría los labios, los ojos.<br />

»—Tú... ¿te alimentaste de mí? —susurró—. ¡Yo fui tu víctima!<br />

»—Sí —le dije—. Lo hice.<br />

»Hubo <strong>un</strong> momento tan <strong>el</strong>ástico y doloroso que fue casi insoportable. Se quedó inmóvil en<br />

las sombras, y sus ojos inmensos se <strong>con</strong>centraron en la oscuridad; <strong>el</strong> aire cálido se <strong>el</strong>evó de<br />

repente, suavemente. Entonces dio media vu<strong>el</strong>ta. Oí <strong>el</strong> sonido de sus zapatos mientras corría.<br />

Y corrió, corrió... Me quedé petrifcado, oyendo los sonidos cada vez más débiles. Y, entonces,<br />

giré; se desató en mí <strong>el</strong> miedo, miedo creciente, enorme e insuperable, y corrí detrás de <strong>el</strong>la.<br />

Era impensable que no pudiera alcanzarla, que no la alcanzara de inmediato y le dijera que la<br />

amaba, que debía tenerla, debía <strong>con</strong>servarla. Y cada seg<strong>un</strong>do que corrí por la calleju<strong>el</strong>a a<br />

oscuras era como alejarme de mí gota a gota; mi corazón latía, hambriento, latiendo y<br />

resonando y reb<strong>el</strong>ándose <strong>con</strong>tra <strong>el</strong> esfuerzo. Hasta que, súbitamente, me detuve. Ella estaba<br />

bajo <strong>un</strong> farol de la calle, mirando, muda, como si no me <strong>con</strong>ociera. La tomé de la pequeña<br />

cintura <strong>con</strong> ambas manos y la levanté hasta la luz. Ella me estudió <strong>con</strong> su rostro<br />

<strong>con</strong>torsionado, la cabeza de costado como si no quisiera mirarme directamente, como si<br />

debiera refejar <strong>un</strong>a abrumadora sensación de repulsión.<br />

»—Tú me mataste —susurró—. ¡Tú me robaste la vida!<br />

»—Sí —le dije, cogiéndola de la mano para poder sentir los latidos de su corazón—. Más<br />

bien traté de hacerlo. Beberte la vida. Pero tenías <strong>un</strong> corazón como ningún otro que yo<br />

hubiera oído, <strong>un</strong> corazón que latía y latía hasta que tuve que dejarte, tuve que alejarte de mí<br />

a menos que ac<strong>el</strong>eraras mi pulso hasta causar mi muerte. Y Lestat me en<strong>con</strong>tró; a mí, a Louis,<br />

<strong>el</strong> sentimental, <strong>el</strong> tonto, dándose <strong>un</strong> banquete <strong>con</strong> <strong>un</strong>a niña de cab<strong>el</strong>los dorados, <strong>un</strong>a Inocente<br />

Sagrada, <strong>un</strong>a niña pequeñita. Te trajo d<strong>el</strong> hospital donde te habían llevado y yo n<strong>un</strong>ca supe lo<br />

que pensaba hacer, salvo lo que intuí. "Tómala, termínala", dijo él. Volví a sentir la pasión.<br />

Oh, ya sé que te he perdido ahora para siempre. ¡Lo puedo ver en tus ojos! Me miras como a<br />

los mortales, desde lejos, desde <strong>un</strong>a fría región de autosufciencia que no puedo entender.<br />

Pero yo lo hice. Volví a sentir por ti <strong>un</strong> hambre vil e insoportable, quise tu martilleante<br />

corazón, esta mejilla, esta pi<strong>el</strong>. Eras rosada y fragante como los niños mortales, dulce <strong>con</strong> la<br />

pizca de sal y de polvo. Te volví a poseer. Y cuando pensé, sin que eso me importara, que tu<br />

corazón me mataría, él nos separó y, abriéndose su propia muñeca, te dio de beber. Y tú<br />

bebiste. Bebiste y bebiste hasta que casi lo desangraste y él quedó debilitado. Pero entonces<br />

ya eras <strong>un</strong>a vampira. Esa misma noche, bebiste sangre humana y, desde entonces, lo has<br />

hecho cada noche.<br />

»Su rostro no había cambiado. Su pi<strong>el</strong> era como la cera de las v<strong>el</strong>as; únicamente sus ojos<br />

tenían vida. No había nada más que decirle. La bajé al su<strong>el</strong>o.<br />

»—Te tomé la vida —dije—. El te la devolvió.<br />

»—Y aquí está —dijo entre dientes—. ¡Y os odio a los dos!<br />

El <strong>vampiro</strong> se detuvo.<br />

—Pero, ¿por qué se lo <strong>con</strong>tó usted? —preg<strong>un</strong>tó <strong>el</strong> muchacho después de <strong>un</strong>a pausa<br />

respetuosa.<br />

—¿Cómo podía no decírs<strong>el</strong>o? —El <strong>vampiro</strong> lo miró <strong>con</strong> cierta perplejidad—. Tenía que<br />

saberlo. Tenía que sopesar <strong>un</strong>a cosa <strong>con</strong> la otra. No era como si Lestat le hubiera sacado toda<br />

la vida como lo había hecho <strong>con</strong>migo; yo la había atacado. ¡Se hubiera muerto! No hubiera<br />

tenido ning<strong>un</strong>a vida mortal. Pero ¿qué importancia tiene? Para todos nosotros es <strong>un</strong>a cuestión<br />

de años. ¡Morir! Entonces lo que <strong>el</strong>la vio más gráfcamente fue lo que sabían todos los<br />

hombres: que la muerte llega inevitable a menos que <strong>un</strong>o <strong>el</strong>ija... ¡esto!<br />

Abrió las manos y se miró las palmas.<br />

—¿Y la perdió? ¿Se fue?<br />

—¡Irse! ¿Adonde podría haberse ido? Era <strong>un</strong>a niña no más grande que esto. ¿Quién la<br />

hubiera hospedado? ¿Hubiera en<strong>con</strong>trado <strong>un</strong>a tumba, como <strong>un</strong> mítico <strong>vampiro</strong>, para echarse<br />

entre los gusanos y las hormigas y para levantarse y vagar por algún pequeño cementerio y<br />

sus alrededores? Pero ésa no fue la razón para que no se fuera. Había algo en <strong>el</strong>la que<br />

61

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!