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DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

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Maris_Glz<br />

primero, a medida que los pasos se acercaban a los muros, <strong>el</strong> sonido de la respiración<br />

difcultosa de otra criatura. Y pude oír <strong>el</strong> corazón de esa criatura, latiendo de forma<br />

irregular, <strong>un</strong> latido temeroso, pero debajo había otro corazón, <strong>un</strong> corazón que latía cada vez<br />

más sonoro, ¡<strong>un</strong> corazón tan fuerte como <strong>el</strong> mío! Entonces, en <strong>el</strong> tupido sendero por <strong>el</strong> que<br />

habíamos venido, lo vi.<br />

»Su hombro inmenso apareció primero y luego <strong>un</strong> brazo largo y caído; los dedos curvos de<br />

su mano; entonces vi su cabeza. Sobre <strong>el</strong> otro hombro cargaba <strong>un</strong> cuerpo. En la puerta rota<br />

se enderezó, cambió de posición su carga y miró directamente a la oscuridad, hacia nosotros.<br />

Todos lo músculos se me pusieron como de acero cuando lo miré, vi <strong>el</strong> <strong>con</strong>torno de su cabeza<br />

<strong>con</strong>tra <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. Pero ning<strong>un</strong>a de sus facciones era visible salvo <strong>el</strong> pequeño brillo de l<strong>un</strong>a en<br />

los ojos, como si fueran fragmentos de vidrio. Entonces vi <strong>el</strong> brillo de los botones y oí <strong>el</strong> ruido<br />

cuando movió <strong>el</strong> brazo libre y <strong>un</strong>a de sus largas piernas avanzó y se metió en la torre,<br />

directamente hacia nosotros.<br />

»Me aferré a Claudia, listo para ponerla detrás de mí en <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do, para salir a su<br />

encuentro. Pero entonces vi, perplejo, que sus ojos no me veían como yo los veía y que<br />

caminaba luchando <strong>con</strong>tra <strong>el</strong> peso de su carga. La l<strong>un</strong>a cayó sobre su cabeza gacha, sobre<br />

<strong>un</strong>a masa de negros cab<strong>el</strong>los cerosos y la manga negra de su abrigo. Vi algo extraño en ese<br />

abrigo; la solapa estaba rota y la manga parecía descosida. Casi me imaginé que le podía ver<br />

la pi<strong>el</strong> a través d<strong>el</strong> hombro. Entonces se movió <strong>el</strong> ser humano que tenía en sus brazos y gimió<br />

de forma lastimera. La fgura se detuvo <strong>un</strong> momento y pareció golpear <strong>con</strong> la mano al<br />

humano. Y en ese momento salí de mi es<strong>con</strong>drijo y fui a su encuentro.<br />

»No pron<strong>un</strong>cié <strong>un</strong>a sola palabra; no <strong>con</strong>ocía ning<strong>un</strong>a que pudiera decir. Sólo supe que me<br />

movía a la luz de la l<strong>un</strong>a y que su cabeza oscura y cerosa dio <strong>un</strong> respingo y que le vi los<br />

ojos.<br />

»Durante <strong>un</strong> instante me miró, y vi la luz que brillaba en esos ojos y que alumbró los dos<br />

largos dientes caninos. Un ronco giro estrangulado pareció <strong>el</strong>evarse de las prof<strong>un</strong>didades de<br />

su garganta y, por <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do, pensé que era la mía. El humano cayó sobre las piedras y se<br />

le escapó <strong>un</strong> agudo gemido de los labios. El <strong>vampiro</strong> se arrojó <strong>con</strong>tra mí, y su gritó<br />

estrangulado subió de volumen a medida que <strong>un</strong> olor fétido llegaba a mis fosas nasales y<br />

<strong>un</strong>os dedos como garras se h<strong>un</strong>dían en la pi<strong>el</strong> de mi capa. Me caí hacia atrás y me golpeé la<br />

cabeza <strong>con</strong>tra <strong>el</strong> muro; mis manos le buscaron la cabeza y se aferraron a la masa de mugre<br />

enredada que era su cab<strong>el</strong>lo. De inmediato, se le rasgó la t<strong>el</strong>a podrida de su ropa, pero <strong>el</strong><br />

brazo que me tenía agarrado era como <strong>el</strong> acero, y cuando traté de tirar la cabeza hacia<br />

atrás, sentí que sus colmillos me tocaban la garganta. Claudia gritó detrás de él. Algo lo<br />

golpeó fuertemente en la cabeza y él se detuvo súbitamente, y entonces volvió a ser<br />

golpeado. Se dio la vu<strong>el</strong>ta como para lanzar <strong>un</strong> golpe y entonces le arrojé <strong>un</strong> puñetazo <strong>con</strong><br />

toda la fuerza de la que fui capaz. Nuevamente <strong>un</strong>a piedra cayó sobre él y yo arrojé todo mi<br />

peso <strong>con</strong>tra él y su pierna coja. Recuerdo haberle golpeado la cabeza <strong>un</strong>a y otra vez, que<br />

mis dedos tiraban de aqu<strong>el</strong> cab<strong>el</strong>lo hediondo hasta las raíces, y que sus colmillos se<br />

proyectaban hacia mí; sus manos me magullaban y arañaban. Rodamos hasta que quedó<br />

debajo de mí y la l<strong>un</strong>a brilló sobre su rostro. Me percaté, pese a mi respiración frenética y<br />

agitada, de lo que tenía entre mis manos. Los dos ojos enormes eran sólo dos agujeros vacíos<br />

y su nariz estaba hecha por dos pozos pequeños y horribles; únicamente <strong>un</strong>a carne pútrida y<br />

arrugada cubría su cráneo; y las t<strong>el</strong>as podridas y gastadas que cubrían su estructura<br />

estaban llenas de tierra y moho y sangre. Yo estaba luchando <strong>con</strong>tra <strong>un</strong> cadáver animado y<br />

sin mente. Pero entonces todo terminó.<br />

»De arriba, <strong>un</strong>a piedra aflada cayó sobre su frente y <strong>un</strong> chorro de sangre le salió entre<br />

los ojos. Luchó, pero otra piedra le cayó <strong>con</strong> tal fuerza que oí que se le rompían los huesos.<br />

La sangre manó debajo de su p<strong>el</strong>o, manchando las piedras y la hierba. El pecho se agitó<br />

debajo de mí y luego se quedó quieto. Me levanté, <strong>con</strong> mi corazón ardiendo, y me dolió cada<br />

fbra de mi cuerpo. Por <strong>un</strong> momento, la gran torre pareció inclinarse, pero luego se enderezó.<br />

Me apoyé en <strong>el</strong> muro, mirando aqu<strong>el</strong>la cosa y la sangre que le salía por las orejas. Poco a<br />

poco, me di cuenta de que Claudia estaba arrullada sobre su pecho, que re<strong>con</strong>ocía su cab<strong>el</strong>lo<br />

y los huesos que habían formado su cabeza. Re<strong>un</strong>ía los fragmentos de su cráneo. Habíamos<br />

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