DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
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Maris_Glz<br />
tú no puedes volver al jardín de infancia y jugar <strong>con</strong> tus juguetes, pidiendo que te den amor<br />
y cuidados nuevamente sólo porque ahora sabes lo que valen. Lo mismo te sucede <strong>con</strong> tu<br />
naturaleza humana. La has dejado atrás. Ya no miras "a través de <strong>un</strong> cristal oscuro". Pero no<br />
puedes regresar al cálido m<strong>un</strong>do humano <strong>con</strong> tus nuevos ojos.<br />
»—¡Eso ya lo sé! —dije—. ¿Pero cuál es tu naturaleza? Si puedo vivir de la sangre de los<br />
animales, ¿por qué no vivir de <strong>el</strong>la sin pasar por <strong>el</strong> m<strong>un</strong>do llevando la miseria y la muerte a<br />
los seres humanos?<br />
»—¿Te hace f<strong>el</strong>iz? —preg<strong>un</strong>tó él—. Andas por la noche alimentándote de ratas como <strong>un</strong><br />
miserable y luego miras por la ventana de Babette, lleno de cuidado, y, no obstante, indefenso<br />
como la diosa que fue por la noche a espiar a Endimión durmiendo y no lo pudo poseer. Y<br />
suponte que pudieras tenerla en tus brazos y <strong>el</strong>la te mirara sin horror ni disgusto. Entonces,<br />
¿qué? ¿Unos pocos años para poder verla sufrir todas las miserias de la mortalidad y luego<br />
morir ante tus propios ojos? ¿Eso te hace f<strong>el</strong>iz? Es <strong>un</strong>a locura, Louis. Es en vano. Y lo que<br />
realmente tienes por d<strong>el</strong>ante es <strong>un</strong>a naturaleza de <strong>vampiro</strong>, lo que signifca matar. Porque te<br />
garantizo que si esta noche caminas por las calles y atacas a <strong>un</strong>a mujer tan rica y hermosa<br />
como Babette y le chupas la sangre hasta que se derrumbe a tus pies, ya no tendrás más<br />
ganas de ver <strong>el</strong> perfl de Babette al lado d<strong>el</strong> cand<strong>el</strong>abro ni de escuchar por la ventana <strong>el</strong><br />
sonido de su voz. Estarás satisfecho, Louis como se supone que debes estarlo, <strong>con</strong> toda la vida<br />
que puedes tener por d<strong>el</strong>ante; y cuando se vaya, tendrás hambre de lo mismo, y lo mismo y lo<br />
mismo siempre. El rojo de esta copa será igual de rojo; las rosas d<strong>el</strong> empap<strong>el</strong>ado de la pared<br />
estarán dibujadas tan d<strong>el</strong>icadamente como ahora. Y verás la l<strong>un</strong>a d<strong>el</strong> mismo modo, y lo mismo<br />
<strong>el</strong> chisporroteo de <strong>un</strong>a v<strong>el</strong>a. Y <strong>con</strong> esa misma sensibilidad que adoras, verás a la muerte en<br />
toda su b<strong>el</strong>leza, a la vida tal como sólo se <strong>con</strong>oce en <strong>el</strong> mismo p<strong>un</strong>to que la muerte. ¿No lo<br />
comprendes, Louis? Tú, único entre todas las criaturas, puedes <strong>con</strong>templar a la muerte <strong>con</strong><br />
esa imp<strong>un</strong>idad. Tú..., únicamente..., bajo la l<strong>un</strong>a..., ¡puedes golpear la mano de Dios!<br />
»Se echó para atrás y vació su copa, y sus ojos pasaron por la mujer in<strong>con</strong>sciente. Sus<br />
pechos palpitaban y movió las cejas como si estuviera por recuperar <strong>el</strong> <strong>con</strong>ocimiento. Un<br />
gemido escapó de sus labios.<br />
»Él n<strong>un</strong>ca me había hablado así, y yo pensaba que no sería capaz de hacerlo ahora:<br />
»—Los <strong>vampiro</strong>s somos asesinos —dijo—. Depredadores cuyos ojos que todo lo ven deben<br />
procurarles la debida objetividad, la capacidad de <strong>con</strong>templar la vida en su totalidad, no <strong>con</strong><br />
<strong>un</strong>a pena lastimera sino <strong>con</strong> la excitante satisfacción de estar al fnal de esa vida, de<br />
participar en <strong>el</strong> plan divino.<br />
»—Así es como tú lo ves —protesté.<br />
»La muchacha volvió a gemir; tenía <strong>el</strong> rostro muy blanco. Rodó su cabeza <strong>con</strong>tra <strong>el</strong><br />
respaldo de la silla.<br />
»—Así es como es —me <strong>con</strong>testó—. ¡Tú hablas de en<strong>con</strong>trar a otros <strong>vampiro</strong>s! ¡Los <strong>vampiro</strong>s<br />
son asesinos! ¡No quieren tu sensibilidad! Te verán llegar antes de que tú los puedas ver y<br />
verán tus fallos y, sin <strong>con</strong>far en ti, tratarán de matarte. Buscarían matarte a<strong>un</strong>que fueras<br />
como yo. Porque <strong>el</strong>los son depredadores solitarios y no buscan más compañía que los f<strong>el</strong>inos<br />
en las s<strong>el</strong>vas. Son c<strong>el</strong>osos de su secreto y de su territorio; y, si encuentras a <strong>un</strong>o o dos<br />
viviendo j<strong>un</strong>tos, sólo será por seguridad. Y <strong>un</strong>o será <strong>el</strong> esclavo d<strong>el</strong> otro, d<strong>el</strong> modo en que tú<br />
lo eres mío.<br />
»—No soy tu esclavo —le dije. Pero incluso cuando hablaba me di cuenta de que así había<br />
sido.<br />
»—Así es como aumentan los <strong>vampiro</strong>s: por medio de la esclavitud. ¿De qué otra manera, si<br />
no? —preg<strong>un</strong>tó. Volvió a coger la muñeca de la chica y <strong>el</strong>la gritó cuando <strong>el</strong> cuchillo la cortó.<br />
Abrió lentamente sus ojos mientras él llenaba <strong>un</strong>a copa. Hizo <strong>un</strong> guiño y trató de mantenerlos<br />
abiertos. Era como si <strong>un</strong> v<strong>el</strong>o le cubriera los ojos—. Estás cansada, ¿verdad? —le preg<strong>un</strong>tó él;<br />
<strong>el</strong>la lo miró como si en realidad no pudiera verlo—. ¡Cansada! —insistió él, acercándose y<br />
mirándola a los ojos—. Quieres dormir.<br />
»—Sí —murmuró <strong>el</strong>la. Y él la levantó y la llevó al dormitorio.<br />
»Nuestros ataúdes estaban sobre la alfombra y <strong>con</strong>tra la pared; había <strong>un</strong>a cama <strong>con</strong> <strong>un</strong>a<br />
manta de terciop<strong>el</strong>o. Lestat no la depositó en la cama; la bajó lentamente hasta su ataúd.<br />
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