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DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

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Maris_Glz<br />

rotas, estaba la mujer muerta. Y le digo... le digo que estaba tan fresca, tan rosada... —se le<br />

descompuso la voz; permaneció sentado, <strong>con</strong> los ojos abiertos, la mano cerrada como si<br />

tuviera algo entre los dedos, rogándome que le creyera— ¡tan rosada como si estuviera viva!<br />

¡Enterrada hacía seis meses! ¡Y allí estaba! La mortaja la cubría hasta la cabeza y tenía<br />

las manos sobre <strong>el</strong> pecho como si durmiera.<br />

»Suspiró y dejó caer la mano sobre la pierna. Sacudió la cabeza y por <strong>un</strong> instante se<br />

quedó <strong>con</strong> la vista fja en <strong>el</strong> vacío.<br />

»—Se lo juro —dijo—. Entonces, <strong>el</strong> tipo que estaba dentro de la fosa se agachó y levantó la<br />

mano de la muerta. ¡Le digo que ese brazo se movía <strong>con</strong> tanta libertad como <strong>el</strong> mío! Y le<br />

estiró la mano como si estuviera buscándole las uñas. Entonces pegó otro grito. La mujer al<br />

lado de la fosa daba p<strong>un</strong>tapiés a los hombres y movía <strong>el</strong> polvo <strong>con</strong> los pies, de modo que éste<br />

caía sobre la cara y <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o d<strong>el</strong> cadáver. Y ¡oh, era tan hermosa esa muerta!; ¡oh, si usted la<br />

hubiera visto! ¡Y lo que entonces hicieron!<br />

»—Cuénteme lo que hicieron —le dije en voz baja. Pero yo lo sabía antes de que lo dijese.<br />

»—Le aseguro —dijo— que nosotros no <strong>con</strong>ocemos <strong>el</strong> signifcado de algo así hasta que lo<br />

vemos. —Y me miró <strong>con</strong> las cejas arqueadas, como si me estuviera <strong>con</strong>fando <strong>un</strong> secreto<br />

terrible—. No lo sabemos.<br />

»—Trate de calmarse, Morgan —dije—. Quiero que me cuente qué sucedió después. Usted y<br />

Emily...<br />

»El trató de sacar <strong>el</strong> frasco. Se lo saqué d<strong>el</strong> bolsillo y él lo destapó.<br />

»—Gracias, Louis, es <strong>un</strong> amigo —dijo <strong>con</strong> énfasis—. Vea, me fui de allí rápidamente <strong>con</strong><br />

Emily. Ellos iban a quemar ese cadáver allí mismo en <strong>el</strong> cementerio. Y mientras yo pudiera,<br />

Emily no iba a ver nada de eso... —Sacudió la cabeza—. No pudimos en<strong>con</strong>trar ningún vehículo<br />

que nos sacara de allí; ning<strong>un</strong>o de <strong>el</strong>los quiso hacer <strong>un</strong> viaje de dos días para alejarnos de<br />

ese lugar.<br />

»—Pero, ¿cómo se lo explicaron, Morgan? —insistí yo. Me pude dar cuenta de que no le<br />

quedaba mucho tiempo.<br />

»—¡Vampiros! —exclamó <strong>con</strong> <strong>el</strong> whisky en la mano—. Vampiros, Louis. ¡Puede usted creerlo!<br />

—y señaló la puerta <strong>con</strong> <strong>el</strong> frasco—. ¡Una plaga de <strong>vampiro</strong>s! Y todo esto dicho en voz baja<br />

como si <strong>el</strong> mismo diablo estuviera escuchando tras la puerta. Por supuesto, Dios es<br />

misericordioso y <strong>el</strong>los tuvieron que poner p<strong>un</strong>to fnal a la situación. ¡Tuvieron que terminar<br />

<strong>con</strong> esa pobre mujer d<strong>el</strong> cementerio para evitar que saliese todas las noches de su fosa y se<br />

alimentara de todos nosotros! —Se llevó <strong>el</strong> frasco a los labios—. Oh..., Dios... —gimió.<br />

»Lo observé beber y esperé pacientemente.<br />

»—Y Emily... —<strong>con</strong>tinuó diciendo él— pensó que era algo fascinante. Y dijo que estaba muy<br />

bien <strong>con</strong> ese fuego afuera y que podíamos comer <strong>un</strong>a cena decente y <strong>un</strong> buen vaso de vino.<br />

Claro, <strong>el</strong>la no había visto a la mujer, no había presenciado lo que le habían hecho —dijo <strong>con</strong><br />

desesperación—. Oh, yo quería irme de allí lo antes posible; les ofrecí dinero. Les dije <strong>un</strong>a y<br />

otra vez que si todo había terminado, <strong>un</strong>o de <strong>el</strong>los querría ese dinero, <strong>un</strong>a pequeña fort<strong>un</strong>a<br />

sólo por sacarnos de aqu<strong>el</strong> lugar.<br />

»—Pero no había terminado todo —susurré yo.<br />

»Y pude ver que los ojos se le volvían a llenar de lágrimas y que la boca se le retorcía de<br />

dolor.<br />

»—¿Qué le pasó a <strong>el</strong>la? —le preg<strong>un</strong>té.<br />

»—No lo sé —dijo sacudiendo la cabeza, <strong>con</strong> <strong>el</strong> frasco <strong>con</strong>tra su frente, como si fuera algo<br />

refrescante, a<strong>un</strong>que en realidad no lo era.<br />

»—¿Vino a la posada?<br />

»—Dijeron que <strong>el</strong>la había salido —<strong>con</strong>fesó él <strong>con</strong> lágrimas en las mejillas—. ¡Todo estaba<br />

cerrado! Ellos se ocuparon de eso. Las puertas, las ventanas. Entonces amaneció y todos<br />

gritaban en su busca. La ventana estaba completamente abierta y <strong>el</strong>la no estaba allí. Ni<br />

siquiera me tomé <strong>el</strong> tiempo para ponerme la bata. Me puse a correr. Me paré de repente<br />

frente a <strong>el</strong>la, allí afuera, detrás de la posada. Mis pies se detuvieron justo d<strong>el</strong>ante de <strong>el</strong>la...<br />

Estaba echada debajo de los ciru<strong>el</strong>os. Tenía <strong>un</strong>a copa vacía en la mano. Estaba aferrada,<br />

aferrada a <strong>un</strong>a copa vacía. Ellos dijeron que se lo merecía... Ella buscaba agua para llenarla...<br />

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