09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Maris_Glz<br />

de sangre que me bajaba por <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo cuando estaba echado en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o d<strong>el</strong> vehículo.<br />

Pensaba únicamente: "Puedo sentir que se mueve <strong>el</strong> carruaje; estoy <strong>con</strong> vida; estoy<br />

<strong>con</strong>sciente".<br />

»Y, tan pronto como nos metieron a rastras en <strong>el</strong> Théàtre des Vampires, grité llamando a<br />

Armand.<br />

»Me dejaron ir, trastabillé en los escalones d<strong>el</strong> sótano, <strong>un</strong>a horda detrás de mí y otra<br />

d<strong>el</strong>ante, empujándome <strong>con</strong> manos amenazadoras. En <strong>un</strong> momento, le pegué a C<strong>el</strong>este, y <strong>el</strong>la<br />

gritó, y alguien me golpeó por detrás.<br />

»Entonces vi a Lestat, y ese golpe fue <strong>el</strong> más fuerte de todos. Lestat, de pie en medio d<strong>el</strong><br />

recinto, erguido, <strong>con</strong> sus ojos grises agudos y enfocados, la boca alargada <strong>con</strong> <strong>un</strong>a sonrisa<br />

sardónica. Como siempre, estaba impecablemente vestido y espléndido <strong>con</strong> su rico abrigo<br />

negro y las t<strong>el</strong>as fnas. Pero las cicatrices aún marcaban cada milímetro de su pi<strong>el</strong> blanca. ¡Y<br />

cómo distorsionaban su cara apuesta, dura! Tenía <strong>un</strong>as líneas fnas y prof<strong>un</strong>das que cortaban<br />

la d<strong>el</strong>icada pi<strong>el</strong> encima d<strong>el</strong> labio, en los párpados, en la frente pulida. Y los ojos le brillaban<br />

<strong>con</strong> <strong>un</strong>a furia silenciosa que parecía imbuida de vanidad, <strong>un</strong>a horrenda vanidad incesante que<br />

decía: "¡Ved lo que soy!".<br />

»—¿Es éste? —preg<strong>un</strong>tó Santiago, empujándome.<br />

»Pero Lestat giró bruscamente en su dirección y dijo en voz baja pero ronca:<br />

»—Te dije que quería a Claudia, ¡la niña! ¡Ella fue!<br />

»Y entonces vi que se le movía la cabeza invol<strong>un</strong>tariamente <strong>con</strong> sus palabras y que<br />

estiraba <strong>un</strong>a mano como buscando <strong>el</strong> brazo de <strong>un</strong>a silla, pero la cerró cuando se recompuso y<br />

me miró a los ojos.<br />

»—Lestat —dije, viendo que tenía alg<strong>un</strong>as posibilidades de salvación—, ¡estás vivo! ¡Estás<br />

<strong>con</strong> vida! Diles cómo nos trataste...<br />

»—No —dijo y sacudió la cabeza <strong>con</strong> furia—, tú volverás <strong>con</strong>migo, Louis.<br />

»Por <strong>un</strong> momento no pude creer lo que acababa de oír. Una parte mía más sana, más<br />

desesperada, me dijo: "Razona <strong>con</strong> él", incluso cuando <strong>un</strong>a risa siniestra le brotó de los<br />

labios.<br />

»—¡Estás loco!<br />

»—Te devolveré la vida —dijo, y los ojos le temblaron <strong>con</strong> la angustia de sus palabras, <strong>el</strong><br />

pecho agitado y esa mano moviéndose nuevamente y cerrándose impotente en la oscuridad—.<br />

Tú me prometiste —le dijo a Santiago— que lo podía volver a llevar a Nueva Orleans. —Y<br />

entonces, cuando miró a <strong>un</strong>o, y a otro, y a otro, se le agitó aún más la respiración—. ¡Claudia!,<br />

¿dónde está? ¡Ella me lo hizo! ¡Os lo dije!<br />

»—Tiempo al tiempo —dijo Santiago. Y cuando se acercó a Lestat, éste dio <strong>un</strong> paso atrás y<br />

casi perdió <strong>el</strong> equilibrio. En<strong>con</strong>tró <strong>el</strong> brazo de sillón que necesitaba y se aferró a él, cerró<br />

los ojos y recuperó <strong>el</strong> dominio de sí mismo.<br />

»—Pero él la ayudó, la asistió... —dijo Santiago, acercándos<strong>el</strong>e. Lestat levantó la mirada.<br />

»—No —dijo—. Louis, debes regresar a mi lado. Hay algo que debo decirte... sobre aqu<strong>el</strong>la<br />

noche en <strong>el</strong> pantano... —Pero se detuvo y volvió a mirar en derredor como si estuviera<br />

enjaulado, herido, desesperado.<br />

»—Escúchame, Lestat —dije—, tú la dejas ir, la dejas en libertad... y yo... volveré <strong>con</strong>tigo —<br />

dije, y las palabras sonaron vacías, metálicas. Traté de dar <strong>un</strong> paso en su dirección, de hacerle<br />

leer mis ojos, hacer que de <strong>el</strong>los emanara mi poder como dos rayos de luz. Él me miraba; me<br />

estudiaba, luchando todo <strong>el</strong> tiempo <strong>con</strong>tra su propia fragilidad. C<strong>el</strong>este me cogió de la<br />

muñeca—. Tú se lo debes decir —<strong>con</strong>tinué diciendo—: Cómo nos tratabas; que no <strong>con</strong>ocíamos<br />

las leyes; que <strong>el</strong>la no sabía de la existencia de otros <strong>vampiro</strong>s.<br />

»Yo pensaba sin cesar mientras esa voz mecánica salía de mí: "Armand volverá esta<br />

noche, Armand tiene que volver. Él pondrá fn a todo esto; no permitirá de ningún modo que<br />

esto siga".<br />

»Se oyó <strong>el</strong> ruido de algo que arrastraban por <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o. Pude oír <strong>el</strong> llanto exhausto de<br />

Mad<strong>el</strong>eine. Miré en derredor y la vi en <strong>un</strong>a silla y, cuando <strong>el</strong>la vio mis ojos, su miedo pareció<br />

aumentar. Trató de levantarse pero no se lo permitieron.<br />

»—Lestat —dije—, ¿qué quieres de mí? Te lo daré...<br />

153

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!