09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Maris_Glz<br />

»—Algo me está sucediendo —grité.<br />

»—Te estás muriendo, eso es todo; no seas tonto. ¿No tienes <strong>un</strong>a lámpara de petróleo?<br />

¡Con todo este dinero y ni siquiera puedes comprar aceite de ballena para la lámpara! Dame<br />

esa linterna.<br />

»—¡Me muero! —grité—. ¡Me muero!<br />

»—Le pasa a todo <strong>el</strong> m<strong>un</strong>do —persistió negándose a ayudarme. Cuando lo recuerdo, aún lo<br />

detesto por eso. No porque yo tuviera miedo, sino porque me podría haber ayudado a prestar<br />

atención a esos a<strong>con</strong>tecimientos <strong>con</strong> más reverencia. Me podría haber calmado y dicho que<br />

<strong>con</strong>templase mi propio fallecimiento <strong>con</strong> la misma fascinación <strong>con</strong> que había <strong>con</strong>templado la<br />

noche. Pero no lo hizo. Lestat jamás fue <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong> que yo soy.<br />

El <strong>vampiro</strong> no dijo esto <strong>con</strong> jactancia. Lo dijo como si <strong>con</strong> toda evidencia no pudiera ser de<br />

ning<strong>un</strong>a otra manera.<br />

—Alors —dijo <strong>con</strong> <strong>un</strong> suspiro—, me moría rápidamente; lo que signifcaba que mi capacidad<br />

de miedo disminuía <strong>con</strong> la misma c<strong>el</strong>eridad. Simplemente lamento no haber prestado más<br />

atención al proceso. Lestat se comportaba como <strong>un</strong> perfecto imbécil.<br />

»—¡Oh, por <strong>el</strong> amor d<strong>el</strong> demonio! —empezó a gritar—. ¿Te das cuenta de que no he<br />

preparado nada para ti? Qué tonto he sido.<br />

»Estuve tentado en decir: "Pues lo eres", pero no dije nada.<br />

»—Tendrás que acostarte <strong>con</strong>migo esta mañana. No te he preparado <strong>un</strong> ataúd.<br />

El <strong>vampiro</strong> se rió:<br />

—La alusión al ataúd tocó <strong>un</strong>a veta mía de terror que pienso que absorbió toda la<br />

capacidad de miedo que me quedaba. Luego sólo sentí la leve alarma de tener que compartir<br />

<strong>un</strong> ataúd <strong>con</strong> Lestat. El estaba en ese momento en <strong>el</strong> dormitorio de su padre, despidiéndose<br />

de él, diciéndole que regresaría por la mañana.<br />

»—Pero, ¿adonde vas? ¿Por qué tienes que vivir <strong>con</strong> semejante horario? —quiso saber <strong>el</strong><br />

anciano, y Lestat se impacientó. Antes había sido cortés <strong>con</strong> él; tanto que era casi enfermizo,<br />

pero ahora se enfadó:<br />

»—¿Acaso no cuido de ti? —preg<strong>un</strong>tó—. ¡Te he <strong>con</strong>seguido <strong>un</strong> techo mejor d<strong>el</strong> que tú jamás<br />

me diste a mí! ¡Si quiero dormir todo <strong>el</strong> día y beber toda la noche, lo haré, demonios!<br />

»El anciano se puso a gemir. Únicamente mi extraña sensación de agotamiento me impidió<br />

protestar. Miraba la escena a través de la puerta abierta, fascinado por los colores d<strong>el</strong> marco<br />

y <strong>el</strong> alboroto luminoso de colores en <strong>el</strong> rostro d<strong>el</strong> viejo. Sus venas azules palpitaban bajo la<br />

pi<strong>el</strong> rosa y grisácea. Incluso <strong>el</strong> amarillo de sus dientes me resultó atrayente y casi quedé<br />

hipnotizado por <strong>el</strong> temblor de sus labios.<br />

»—¡Qué hijo, qué hijo! —dijo, sin sospechar, por supuesto, la verdadera naturaleza de su<br />

hijo—. Pues bien, entonces, vete. Yo sé que en algún sitio tienes <strong>un</strong>a mujer; vas a verla<br />

apenas <strong>el</strong> marido se va de la casa. Dame <strong>el</strong> rosario. ¿Qué ha pasado <strong>con</strong> mi rosario?<br />

»Lestat dijo algo blasfemo y le entregó <strong>el</strong> rosario...<br />

—Pero... —interrumpió <strong>el</strong> muchacho.<br />

—¿Sí? —preg<strong>un</strong>tó <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>—. Me temo que no te permito hacer sufcientes preg<strong>un</strong>tas,<br />

¿verdad?<br />

—Le iba a preg<strong>un</strong>tar... Los rosarios tienen cruces, ¿no es así?<br />

—¡Oh, <strong>el</strong> rumor de las cruces! —se rió <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>—. ¿Te referes a que les tenemos miedo a<br />

las cruces?<br />

—O que no las pueden mirar..., según yo creía —dijo <strong>el</strong> <strong>entrevista</strong>dor.<br />

—Un absurdo, amigo mío, <strong>un</strong> absurdo total. Yo puedo mirar lo que se me ocurra. Y me gusta<br />

bastante mirar los crucifjos.<br />

—¿Y <strong>el</strong> rumor de las cerraduras? ¿Que ustedes pueden... vaporizarse y pasar por <strong>el</strong>las?<br />

—Ojalá fuera así —se rió <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>—. Qué cosa más encantadora. Me gustaría pasar por<br />

toda clase de cerraduras y sentir <strong>el</strong> gusto de sus formas especiales. Pero no —movió la<br />

cabeza—. ¿Cómo se diría hoy? ¿Un bulo?<br />

El muchacho se rió, pese a todo. Luego se puso serio.<br />

—No tendrías que ser tan tímido <strong>con</strong>migo —dijo <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>—. ¿De qué se trata?<br />

—La historia sobre las estacas traspasando <strong>el</strong> corazón —dijo <strong>el</strong> muchacho y se le<br />

13

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!