09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Maris_Glz<br />

<strong>con</strong>secuencia es la desesperación y <strong>un</strong>a miserable irresponsabilidad, como si la moralidad<br />

fuera <strong>un</strong> gran m<strong>un</strong>do de cristal que puede ser absolutamente destrozado por <strong>un</strong> acto. Pero<br />

ésta no era mi preocupación máxima en ese entonces. Yo creía que mataba animales nada más<br />

que por razones estéticas y enfrentaba <strong>el</strong> gran interrogante moral de si, por mi propia<br />

naturaleza, yo estaba <strong>con</strong>denado.<br />

»Porque, ¿ves?, a<strong>un</strong>que Lestat jamás me había dicho nada de los demonios o d<strong>el</strong> inferno,<br />

yo creía que estaba <strong>con</strong>denado cuando me fui <strong>con</strong> él, d<strong>el</strong> mismo modo que Judas debe<br />

haberlo creído cuando se puso <strong>el</strong> nudo alrededor d<strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo. ¿Comprendes?<br />

El chico no dijo nada. Quiso hablar pero no lo hizo. Por <strong>un</strong> instante, sus mejillas se llenaron<br />

de rubor.<br />

—¿Y lo estaba? —murmuró.<br />

El <strong>vampiro</strong> se quedó sentado, sonriente, <strong>con</strong> <strong>un</strong>a pequeña sonrisa que bailoteó en sus labios<br />

como la luz. Ahora <strong>el</strong> chico lo miraba como si lo viese por primera vez.<br />

—Quizás... —dijo <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong> echándose para atrás y cruzando las piernas— debiéramos<br />

tratar cada cosa por turno. Tal vez debiera <strong>con</strong>tinuar <strong>con</strong> mi historia.<br />

—Sí, por favor —dijo <strong>el</strong> <strong>entrevista</strong>dor.<br />

—Esa noche, yo estaba agitado, como te dije. Había intuido <strong>el</strong> interrogante como <strong>vampiro</strong> y<br />

ahora me abrumaba completamente y, en ese estado, no tenía ganas de vivir. Pues eso me<br />

produjo, como sucede <strong>con</strong> los humanos, grandes ganas de satisfacer los deseos físicos. Ya te<br />

he dicho lo que matar signifca para los <strong>vampiro</strong>s; te puedes imaginar, por lo que te he dicho,<br />

la diferencia entre <strong>un</strong>a rata y <strong>un</strong> ser humano.<br />

»Bajé por <strong>un</strong>a calle después de que Lestat y yo caminásemos manzanas enteras. Entonces<br />

las calles estaban enlodadas, y toda la ciudad, muy oscura, en comparación <strong>con</strong> las ciudades<br />

actuales. Las luces eran como faros en <strong>un</strong> mar negro. Incluso <strong>con</strong> la lenta aparición de la<br />

mañana, sólo los tejados y los altos pórticos de las casas salían de la oscuridad y, para <strong>un</strong><br />

hombre mortal, las calles eran como negros abismos. "¿Estoy <strong>con</strong>denado? ¿Provengo d<strong>el</strong><br />

inferno? ¿Mi naturaleza es satánica?" Me lo preg<strong>un</strong>taba <strong>un</strong>a y otra vez. Y si lo era, ¿por qué<br />

entonces me reb<strong>el</strong>aba <strong>con</strong>tra <strong>el</strong>la, y me disgustaba cuando Lestat mataba? Y todo <strong>el</strong> tiempo,<br />

cuando <strong>el</strong> deseo de morir me hacía ignorar la sed, ésta se volvía más fuerte; mis venas eran<br />

verdaderas redes de dolor en mi carne; me temblaban las sienes y, al fnal, no lo pude<br />

soportar más. Hecho trizas por <strong>el</strong> deseo de no participar —de morirme de hambre, de<br />

deshacerme en pensamientos—, por <strong>un</strong> lado, y las ganas de matar, por otro, me en<strong>con</strong>tré en<br />

<strong>un</strong>a calle vacía y desolada y oí <strong>el</strong> llanto de <strong>un</strong>a niña.<br />

»Ella estaba dentro de <strong>un</strong>a casa. Me acerqué a las paredes tratando, <strong>con</strong> mi habitual<br />

objetividad, de comprender sólo la naturaleza de su llanto. Estaba afigida y doliente y<br />

absolutamente sola. Hacía tanto tiempo que lloraba que pronto dejaría de hacerlo de puro<br />

agotamiento. Pasé la mano por la ventanilla de la puerta y abrí <strong>el</strong> picaporte. Allí estaba<br />

sentada en la cama, en la oscura habitación, al lado de <strong>un</strong>a mujer muerta, <strong>un</strong>a mujer que<br />

hacía días que estaba muerta. El cuarto estaba lleno de maletas y de baúles, como si <strong>un</strong><br />

montón de gente se hubiese aprestado a viajar; pero la mujer estaba medio vestida, <strong>con</strong> <strong>el</strong><br />

cuerpo ya en descomposición, y no había nadie más que la niña. Pasaron <strong>un</strong>os instantes antes<br />

de que me viera, pero cuando lo hizo empezó a decirme que debía hacer algo por ayudar a<br />

su madre. Sólo tenía <strong>un</strong>os cinco años como máximo y su cara estaba manchada por las<br />

lágrimas y la suciedad. Era muy d<strong>el</strong>gada. Me rogó que la ayudase. Tenían que tomar <strong>un</strong> barco,<br />

dijo, antes de que llegara la plaga; su padre las esperaba. Empezó a sacudir a su madre y a<br />

llorar d<strong>el</strong> modo más patético y desesperado; y luego me volvió a mirar y se puso a llorar a<br />

lagrimones.<br />

»Ahora debes comprender que yo estaba ardiendo de la necesidad física de beber. No<br />

podría haber pasado <strong>un</strong> día más sin alimento. Pero había alternativas, las ratas ab<strong>un</strong>daban en<br />

las calles y en algún sitio muy cercano aullaba <strong>un</strong> perro indefenso. Podría haberme ido de<br />

esa habitación y me podría haber alimentado y regresado luego. Pero <strong>el</strong> interrogante me<br />

atenazaba: "¿Estoy <strong>con</strong>denado? Si es así, ¿por qué sentir lástima por <strong>el</strong>la, por su rostro<br />

débil? ¿Por qué deseo tocar sus brazos d<strong>el</strong>gados y pequeños, tenerla en mis rodillas <strong>con</strong> la<br />

cabeza <strong>con</strong>tra mi pecho, mientras le acaricio sus sedosos cab<strong>el</strong>los? ¿Por qué hago esto? Si<br />

39

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!