09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Maris_Glz<br />

<strong>un</strong>a sensación extraña, casi humana: que <strong>el</strong> sol me despertaría cálidamente y que tendría esa<br />

visión rica y normal de los h<strong>el</strong>echos a la luz d<strong>el</strong> sol, y de los rayos d<strong>el</strong> sol en las gotas de<br />

lluvia. Me permití <strong>el</strong> lujo de esa sensación. Tenía los ojos entrecerrados.<br />

»Tiempo después he tratado <strong>con</strong> frecuencia de recordar esos momentos. He tratado <strong>un</strong>a y<br />

otra vez de recordar exactamente lo que en esas habitaciones empezó a molestarme, y<br />

tendría que haberme molestado. Cómo, al no haber estado alerta, estaba insensible de algún<br />

modo a los cambios que deben haberse verifcado. Mucho después, dolido y robado y<br />

amargado más allá de lo imaginable, repasé esos momentos, esos soñolientos momentos<br />

anteriores al alba, cuando <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj latía de forma casi imperceptible sobre la chimenea y <strong>el</strong><br />

ci<strong>el</strong>o palidecía cada vez más; y lo único que podía recordar —pese a la desesperación <strong>con</strong> que<br />

fjaba y alargaba ese tiempo, pese a que <strong>con</strong> mis manos detenía las manecillas de ese r<strong>el</strong>oj—,<br />

lo único que podía recordar era <strong>el</strong> cambio suave de la luz.<br />

»En guardia, jamás hubiera permitido que sucediera. Abotargado <strong>con</strong> precauciones más<br />

graves, no me percaté de nada. Una lámpara que se apagaba, <strong>un</strong>a v<strong>el</strong>a que se extinguía <strong>con</strong><br />

<strong>el</strong> temblor de su propio charco de cera caliente. Con los ojos semicerrados, tuve entonces la<br />

sensación de oscuridad inmediata, de que me encerraban en la oscuridad.<br />

»Y entonces abrí los ojos sin pensar en lámparas ni en v<strong>el</strong>as. Pero fue demasiado tarde.<br />

Recuerdo haberme puesto de pie, haber sentido la mano de Claudia que caía a mi costado, y<br />

la visión de <strong>un</strong> grupo de hombres y mujeres vestidos de negro que entraban en las<br />

habitaciones; sus vestimentas parecieron apagar todas las luces de cualquier adorno o<br />

superfcie laqueada; parecieron abrumar toda luz. Giré en <strong>con</strong>tra de <strong>el</strong>los, grité a Mad<strong>el</strong>eine;<br />

la vi despertarse de golpe, aterrorizada, aferrada al brazo d<strong>el</strong> sofá, y luego de rodillas<br />

cuando llegaron ante <strong>el</strong>la. Santiago y C<strong>el</strong>este se acercaban a nosotros, y, detrás de <strong>el</strong>los,<br />

Est<strong>el</strong>le y los otros cuyos nombres no sabía, y llenaban todos los espejos y se <strong>un</strong>ían para<br />

formar muros amenazantes y móviles. Le grité a Claudia que corriera, después de haberme<br />

ido hasta la puerta de atrás. La hice pasar de <strong>un</strong> empujón y luego me detuve y lancé <strong>un</strong><br />

p<strong>un</strong>tapié cuando se acercó Santiago.<br />

»Aqu<strong>el</strong>la débil posición defensiva que había mostrado <strong>con</strong>tra él en <strong>el</strong> Barrio Latino no era<br />

nada comparada <strong>con</strong> la fuerza que entonces demostré. Quizá jamás p<strong>el</strong>earía bien en defensa<br />

de mis propias <strong>con</strong>vicciones. Pero <strong>el</strong> instinto de proteger a Claudia y Mad<strong>el</strong>eine fue<br />

abrumador. Recuerdo haber lanzado a Santiago hacia atrás de <strong>un</strong> p<strong>un</strong>tapié; luego golpeé a<br />

aqu<strong>el</strong>la hermosa y poderosa C<strong>el</strong>este que trató de pasar por mi lado. Los pasos de Claudia<br />

resonaron distantes en la escalera de mármol. C<strong>el</strong>este me atacó, me clavó las uñas en la cara<br />

hasta que me brotó la sangre y me corrió hasta <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo. La pude ver brillando <strong>con</strong> <strong>el</strong> rabillo<br />

d<strong>el</strong> ojo. Ataqué a Santiago, abrazado a él, <strong>con</strong>sciente de las fuerzas de esos brazos que se<br />

aferraban a mí, de esas manos que intentaban llegar a mi cu<strong>el</strong>lo.<br />

»—Lucha, Mad<strong>el</strong>eine —grité, pero lo único que pude escuchar fueron sus sollozos. Entonces<br />

la vi en <strong>un</strong> remolino; era <strong>un</strong>a cosa fja, aterrada y rodeada de <strong>vampiro</strong>s. Ellos se reían <strong>con</strong> esa<br />

risa vampírica vacía, que es como de lata o de campanillas. Santiago se llevó las manos a la<br />

cara. Mis dientes le habían sacado sangre. Lo golpeé en <strong>el</strong> pecho, en la cabeza; <strong>el</strong> dolor me<br />

atravesó <strong>el</strong> brazo; algo me agarró d<strong>el</strong> pecho, como dos brazos, que me quité de encima, y oí<br />

<strong>el</strong> ruido de cristales rotos detrás de mí. Pero algo más, alguien más, se aferró a mi brazo y<br />

me tiró <strong>con</strong> <strong>un</strong>a fuerza tenaz.<br />

»No recuerdo haberme debilitado. No recuerdo ningún momento preciso en que la fuerza<br />

de alguien me haya vencido. Recuerdo que simplemente estaba en inferioridad numérica.<br />

Desesperado, debido a la cantidad y la persistencia en mi <strong>con</strong>tra, me inmovilizaron, me<br />

rodearon y me sacaron de las habitaciones. Llevado por los <strong>vampiro</strong>s, me obligaron a recorrer<br />

<strong>el</strong> pasillo. Y luego caí por los escalones, libre por <strong>un</strong> momento ante las puertas angostas d<strong>el</strong><br />

fondo d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong>, sólo para volver a estar rodeado y agarrado por <strong>el</strong>los. Pude ver <strong>el</strong> rostro de<br />

C<strong>el</strong>este muy cerca de mí, y, de haber podido, la hubiera cortado <strong>con</strong> los dientes. Yo sangraba<br />

profusamente y me tenían agarrado tan fuerte de <strong>un</strong>a muñeca que esa mano no la sentía.<br />

Mad<strong>el</strong>eine estaba a mi lado, sollozando en silencio. Nos metieron a ambos en <strong>un</strong> carruaje. Me<br />

golpearon <strong>un</strong>a y otra vez, pero no perdí <strong>el</strong> <strong>con</strong>ocimiento. Recuerdo haberme aferrado<br />

tenazmente a la <strong>con</strong>ciencia, sintiendo los golpes en la nuca, sintiendo que tenía la nuca llena<br />

152

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!