09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Maris_Glz<br />

incrustadas de los navíos, por esas ruinas llegaba <strong>un</strong>a procesión fúnebre, <strong>un</strong>a banda de<br />

hombres pálidos, blancos, y de mujeres, monstruos <strong>con</strong> ojos brillantes y vestimentas al viento,<br />

y <strong>el</strong> ataúd crujiendo sobre las ruedas de madera, las ratas correteando sobre <strong>el</strong> mármol roto<br />

y agrietado, la procesión avanzando; y entonces pude ver a Claudia en esa procesión, <strong>con</strong> sus<br />

ojos fjos detrás de <strong>un</strong> fno v<strong>el</strong>o negro, <strong>un</strong>a mano enguantada sobre <strong>un</strong> negro misal y la otra<br />

sobre <strong>el</strong> ataúd que se movía a su lado. Y allí, en ese ataúd, vi <strong>con</strong> horror <strong>el</strong> esqu<strong>el</strong>eto de<br />

Lestat, debajo de <strong>un</strong>a tapa de cristal, <strong>con</strong> la pi<strong>el</strong> arrugada y presionada sobre la mismísima<br />

textura de sus huesos, y sus ojos como <strong>un</strong>os agujeros, y su cab<strong>el</strong>lo rubio y ondulado sobre la<br />

seda blanca.<br />

»La procesión se detuvo. Los f<strong>el</strong>es siguieron su camino, llenando, silenciosos, las<br />

polvorientas hileras de bancos. Y Claudia, dándose vu<strong>el</strong>ta <strong>con</strong> su libro, lo abrió y levantó <strong>el</strong><br />

v<strong>el</strong>o negro de su rostro, sus ojos fjos en mí cuando su dedo dobló la página.<br />

»—Y ahora estás <strong>con</strong>denado en la tierra —susurró, y su susurro hizo <strong>un</strong> eco en las ruinas<br />

—. Y ahora estás <strong>con</strong>denado en la tierra, que ha abierto su boca para recibir la sangre de tu<br />

hermano. Mientras labres esta tierra, a partir de ahora no le darás fortaleza. Serás <strong>un</strong><br />

fugitivo y <strong>un</strong> vagab<strong>un</strong>do en la tierra.., y la venganza <strong>con</strong>tra quien te mate será siete veces<br />

siete.<br />

»Le grité; grité y <strong>el</strong> grito se <strong>el</strong>evó desde las prof<strong>un</strong>didades de mi ser como <strong>un</strong>a inmensa<br />

fuerza negra que rompía mis costillas y enviaba mi cuerpo rodando <strong>con</strong>tra mi vol<strong>un</strong>tad. Un<br />

gemido espantoso salió de los penitentes, <strong>un</strong> coro que creció cada vez más alto cuando me di<br />

vu<strong>el</strong>ta para ver a todos a mí alrededor, empujándome en <strong>el</strong> pasillo <strong>con</strong>tra los mismos costados<br />

d<strong>el</strong> ataúd. Me di la vu<strong>el</strong>ta para recuperar <strong>el</strong> equilibrio y me en<strong>con</strong>tré apoyado en él <strong>con</strong><br />

ambas manos. Y permanecí allí <strong>con</strong>templando no los restos de Lestat, sino <strong>el</strong> cuerpo de mi<br />

hermano mortal. Una quietud cayó como si <strong>el</strong> v<strong>el</strong>o hubiera caído sobre todos y disu<strong>el</strong>to sus<br />

formas debajo de sus silenciosos dobleces. Allí estaba mi hermano, joven y rubio y dulce como<br />

había sido en la vida, tan real y cálido que jamás lo podría haber recordado así; estaba tan<br />

perfectamente recreado, era tan perfecto en todos sus detalles... Sus cab<strong>el</strong>los rubios estaban<br />

peinados encima de su frente, los ojos los tenía cerrados como si durmiera, sus dedos suaves<br />

estaban aferrados al crucifjo sobre <strong>el</strong> pecho, y sus labios se veían tan rosados y sedosos que<br />

casi no pude soportar verlos y no tocarlos. Y justo cuando estiré la mano para tocarlos, la<br />

visión se disolvió.<br />

»Aún estaba sentado en la catedral ese sábado por la tarde, rodeado por <strong>el</strong> espeso olor<br />

de la cera en <strong>el</strong> aire inmóvil. La mujer de las estaciones había desaparecido y reinaba más<br />

oscuridad que antes a mí alrededor. Un niño apareció <strong>con</strong> la negra casaca de monaguillo, <strong>con</strong><br />

<strong>un</strong> largo apagador dorado. Ponía <strong>el</strong> pequeño <strong>con</strong>o sobre <strong>un</strong>a v<strong>el</strong>a y luego sobre otra, y sobre<br />

otra. Yo estaba estupefacto. Me miró y se alejó como para no molestar a <strong>un</strong> hombre<br />

prof<strong>un</strong>damente <strong>con</strong>centrado en la oración. Y entonces, cuando él avanzaba hacia <strong>el</strong> próximo<br />

cand<strong>el</strong>abro, sentí <strong>un</strong>a mano sobre mi hombro.<br />

»Que dos seres humanos pudieran acercarse tanto a mí sin que los oyese, sin que me<br />

importase, me indicó en mi interior que yo estaba en p<strong>el</strong>igro, pero no me importó. Levanté la<br />

mirada y vi que se trataba d<strong>el</strong> sacerdote canoso.<br />

»—¿Quiere la <strong>con</strong>fesión? —me preg<strong>un</strong>tó—, Estaba por cerrar la iglesia.<br />

»Entrecerró los ojos detrás de sus gruesos lentes. La única luz provenía ahora de los<br />

pequeños vasos rojos <strong>con</strong> v<strong>el</strong>as que ardían d<strong>el</strong>ante de los santos, y las sombras subían por los<br />

altos muros.<br />

»—Usted tiene problemas, ¿verdad? ¿Le puedo ayudar en algo?<br />

»—Es demasiado tarde, demasiado tarde —le susurré, y me puse de pie para irme.<br />

»Se apartó de mí, al parecer sin notar aún nada de mi aspecto que lo pudiera alarmar, y<br />

me dijo bondadosamente, como para tranquilizarme:<br />

»—No, aún hay tiempo. ¿Quiere venir al <strong>con</strong>fesionario?<br />

»Por <strong>un</strong> momento lo miré. Sentí la tentación de sonreír. Entonces se me ocurrió aceptar.<br />

Pero incluso cuando lo seguía por <strong>el</strong> pasillo, en las sombras d<strong>el</strong> vestíbulo, sabía que no sería<br />

nada, que era <strong>un</strong>a locura. No obstante, me arrodillé en <strong>el</strong> pequeño cubículo de madera, <strong>con</strong><br />

mis manos cruzadas y él se sentó dentro d<strong>el</strong> <strong>con</strong>fesionario y abrió la ventanilla para<br />

76

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!