09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Maris_Glz<br />

volvió hacia mí, enfurecido, y me pateó; pero me agarré a él y lo empujé hasta <strong>el</strong> pie de la<br />

escalinata. Babette estaba petrifcada. Vi su silueta oscura <strong>con</strong>tra <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y <strong>el</strong> brillo de sus<br />

ojos.<br />

»—¡Vámonos, entonces! —gritó Lestat, poniéndose de pie; Babette se llevó la mano a la<br />

garganta. Mis ojos afectados se esforzaron por verla. Sangraba en <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo.<br />

»—¡Recuerda! —le dije—. ¡Podría haberte matado! ¡O permitido que él lo hiciera! No lo<br />

hice. Me llamaste demonio. Estás equivocada.<br />

—Entonces, usted detuvo a Lestat justo a tiempo —dijo <strong>el</strong> joven.<br />

—Así es. Lestat podía matar y beber en <strong>un</strong> instante. Pero yo había salvado la vida física de<br />

Babette. Yo no me iba a enterar de eso sino hasta más tarde.<br />

»En <strong>un</strong>a hora y media —estaba <strong>con</strong>tando ahora <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>—, Lestat y yo estábamos en<br />

Nueva Orleans, <strong>con</strong> nuestros caballos casi muertos de cansancio y <strong>el</strong> carruaje estacionado en<br />

<strong>un</strong>a calleju<strong>el</strong>a a <strong>un</strong>a manzana d<strong>el</strong> nuevo hot<strong>el</strong> español. Lestat tenía a <strong>un</strong> anciano aferrado d<strong>el</strong><br />

brazo y le puso cincuenta dólares en la mano.<br />

»—Consíguenos <strong>un</strong>a suite —le ordenó— y pide champán. Di que es para dos caballeros y<br />

paga por ad<strong>el</strong>antado. Y cuando regreses te daré otros cincuenta dólares. Te advierto que te<br />

estaré vigilando.<br />

»Sus ojos r<strong>el</strong>ampagueantes tenían petrifcado al hombre. Yo sabía que lo mataría tan<br />

pronto como regresara <strong>con</strong> las llaves d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong>. Y lo hizo. Me senté en <strong>el</strong> carruaje observando<br />

cómo <strong>el</strong> hombre se iba debilitando y fnalmente moría; su cuerpo se derrumbó como <strong>un</strong>a<br />

bolsa de patatas cuando Lestat lo soltó.<br />

»—Adiós, dulce príncipe —dijo Lestat—, y aquí están tus cincuenta dólares.<br />

»Y le puso <strong>el</strong> dinero en <strong>el</strong> bolsillo como si fuera <strong>un</strong>a broma.<br />

«Entonces nos metimos por las puertas traseras d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong> y subimos a la sala lujosa de<br />

nuestra suite. El champán r<strong>el</strong>ucía en <strong>un</strong> cubo h<strong>el</strong>ado. Había dos copas en la bandeja de plata.<br />

Yo sabía que Lestat llenaría <strong>un</strong>a copa y se quedaría mirando <strong>el</strong> pálido color amarillo. Y yo, <strong>un</strong><br />

hombre en trance, me senté mirándolo como si nada que él pudiera hacer tuviera la menor<br />

importancia. "Tengo que abandonarlo o morir —pensé—. Sería muy dulce morir. Sí, morir."<br />

Antes había querido morir. Ahora deseaba morir. Lo vi <strong>con</strong> <strong>un</strong>a gran claridad, <strong>con</strong> <strong>un</strong>a calma<br />

mortal.<br />

»—¡Estás volviéndote <strong>un</strong> morboso! —dijo súbitamente Lestat—. Es casi <strong>el</strong> alba.<br />

»Abrió las cortinas y pude ver los tejados <strong>con</strong>tra <strong>el</strong> oscuro ci<strong>el</strong>o azul y, encima, la gran<br />

<strong>con</strong>st<strong>el</strong>ación de Orión.<br />

»—¡Vete a matar! —dijo Lestat, y abrió la ventana. Se montó sobre <strong>el</strong> marco y oí que sus<br />

pies se posaban suavemente en <strong>el</strong> techo al lado d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong>. Iba a buscar los ataúdes o, al<br />

menos, <strong>un</strong>o de <strong>el</strong>los. Se me despertó la sed como <strong>un</strong>a febre y lo seguí. Mi deseo de morir era<br />

<strong>con</strong>stante, como <strong>un</strong> pensamiento puro en la mente, desprovisto de emoción. No obstante,<br />

necesitaba alimentarme. Te he señalado que entonces no mataba gente. Caminé por <strong>el</strong> tejado<br />

en busca de ratas.<br />

—Pero, ¿por qué... dijo usted que Lestat no debería haberlo iniciado <strong>con</strong> seres humanos?<br />

¿Quiso decir..., quiere decir que fue <strong>un</strong>a opción estética, no moral?<br />

—De habérm<strong>el</strong>o preg<strong>un</strong>tado entonces, te hubiera dicho que era estética, que quería<br />

comprender la muerte por etapas. Que la muerte de <strong>un</strong> animal me brindaba tanto placer y<br />

experiencia que sólo había empezado a comprenderla, y que deseaba guardar la experiencia<br />

de <strong>un</strong>a muerte humana para mi comprensión madura. Pero era moral. Porque en realidad<br />

todas las decisiones estéticas son morales.<br />

—No comprendo —dijo <strong>el</strong> muchacho—. Yo pensaba que las decisiones estéticas podían ser<br />

absolutamente inmorales. ¿Y <strong>el</strong> dicho común sobre <strong>un</strong> artista que abandona mujer e hijos para<br />

poder pintar? ¿O Nerón tocando <strong>el</strong> arpa mientras ardía Roma?<br />

—Ambas fueron decisiones morales. Ambas sirvieron a <strong>un</strong> bien superior en la mente d<strong>el</strong><br />

artista. El <strong>con</strong>ficto estalla entre la moral d<strong>el</strong> artista y la moral de la sociedad, no entre la<br />

estética y la moral. Pero a menudo esto no es comprendido; y entonces aparece la pérdida, la<br />

tragedia. Un artista que roba pinturas de <strong>un</strong>a tienda, por ejemplo, se imagina haber tomado<br />

<strong>un</strong>a decisión inevitable pero inmortal y luego se ve a sí mismo como caído en desgracia; la<br />

38

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!