DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Maris_Glz<br />
quedó vacío. Y entonces ese <strong>vampiro</strong>, todavía <strong>con</strong> la máscara tapándole <strong>el</strong> rostro, adoptó de<br />
forma maravillosa la posición de descansar su peso <strong>con</strong>tra <strong>un</strong> árbol pintado en la seda, como<br />
si se estuviera durmiendo plácidamente. La música lo acompañó como <strong>el</strong> canto de los pájaros,<br />
lo arrulló como <strong>el</strong> paso d<strong>el</strong> agua; y <strong>el</strong> foco, que lo centraba en <strong>un</strong> círculo amarillo, se hizo<br />
más pálido y casi se desvaneció mientras él dormía.<br />
»Otro rayo de luz traspasó <strong>el</strong> t<strong>el</strong>ón de fondo y pareció f<strong>un</strong>dirlo para rev<strong>el</strong>ar a <strong>un</strong>a joven<br />
de pie y solitaria al fondo d<strong>el</strong> escenario. Era majestuosamente alta y estaba coronada por <strong>un</strong>a<br />
voluminosa masa de cab<strong>el</strong>los dorados. Pude sentir <strong>el</strong> temor de la audiencia cuando pareció<br />
fotar en la luz y <strong>el</strong> bosque lúgubre creció y <strong>el</strong>la pareció perdida entre los árboles. Estaba<br />
perdida, y no era <strong>un</strong>a vampira. Las manchas de su camisa y de su falda sucia no eran de<br />
pintura de decorado, nada había tocado su cara perfecta, que ahora miraba a la luz, tan<br />
hermosa y fnamente cinc<strong>el</strong>ada como la cara de <strong>un</strong>a virgen de mármol. Su p<strong>el</strong>o era <strong>un</strong> v<strong>el</strong>o<br />
aureolado. No podía ver en la luz, a<strong>un</strong>que todos la podíamos ver a <strong>el</strong>la. Y <strong>el</strong> gemido que<br />
dejaron escapar sus labios pareció emitir <strong>un</strong> eco por encima d<strong>el</strong> cántico agudo y romántico de<br />
la fauta, que era <strong>un</strong> tributo a su b<strong>el</strong>leza. La fgura de la Muerte se despertó de pronto en<br />
su pálido rayo de luz y se dio vu<strong>el</strong>ta para <strong>con</strong>templarla tal como la había visto <strong>el</strong> público. Y<br />
estiró su mano libre <strong>con</strong> reverencia.<br />
»El sonido de la risa desapareció antes de llegar a <strong>con</strong>sumarse. Ella era demasiado<br />
hermosa, sus ojos estaban demasiado comp<strong>un</strong>gidos. La actuación era perfecta. Y, súbitamente,<br />
la máscara fue arrojada a <strong>un</strong> costado y la Muerte mostró al público su rostro de <strong>un</strong> blanco<br />
brillante; sus manos rápidas se retocaron <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o negro, enderezaron su abrigo, se limpió<br />
<strong>un</strong>as p<strong>el</strong>usas imaginarias en las solapas. La Muerte enamorada. Y <strong>el</strong> público aplaudió las<br />
facciones luminosas, las mejillas r<strong>el</strong>umbrantes, los agudos ojos negros, como si todo fuera <strong>un</strong>a<br />
magistral ilusión, cuando, en realidad, se trataba simplemente, y sin duda alg<strong>un</strong>a, d<strong>el</strong> rostro<br />
de <strong>un</strong> <strong>vampiro</strong>, <strong>el</strong> mismo <strong>vampiro</strong> que me había atacado en <strong>el</strong> Barrio Latino, ese <strong>vampiro</strong> de<br />
sonrisa maligna, brutalmente iluminado por <strong>el</strong> foco amarillo.<br />
»Mi mano buscó las de Claudia en la oscuridad y se las presioné suavemente. Pero <strong>el</strong>la se<br />
quedó inmóvil, fascinada. El bosque d<strong>el</strong> escenario, a través d<strong>el</strong> cual esa indefensa muchacha<br />
miraba ciegamente hacia donde oía las risas, se dividía en dos mitades fantasmagóricas,<br />
alejándose d<strong>el</strong> centro, dejando espacio libre al <strong>vampiro</strong> para que se pudiera acercar a <strong>el</strong>la.<br />
»Y <strong>el</strong>la, que había avanzado hacia los focos, lo vio de improviso y se detuvo en seco,<br />
gimiendo como <strong>un</strong>a niña. Por cierto, era muy parecida a <strong>un</strong>a niña, a<strong>un</strong>que claramente ya era<br />
<strong>un</strong>a mujer. Únicamente <strong>un</strong>a mínima arruga bajo los ojos den<strong>un</strong>ciaba su verdadera edad. Sus<br />
pechos, a<strong>un</strong>que pequeños, tenían <strong>un</strong>a b<strong>el</strong>la forma bajo la blusa; y sus caderas, d<strong>el</strong>gadas,<br />
daban a su falda sucia y arrugada <strong>un</strong>a angularidad sensual y pron<strong>un</strong>ciada. Mientras quería<br />
alejarse d<strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>, vi que tenía lágrimas en los ojos a la luz de los focos. Y sentí miedo por<br />
<strong>el</strong>la. Su b<strong>el</strong>leza era sobrecogedora.<br />
»Detrás de <strong>el</strong>la, de pronto surgieron de la oscuridad <strong>un</strong>os cráneos pintados; y las fguras<br />
que llevaban las máscaras, invisibles en sus trajes negros, sólo mostraban las blancas manos<br />
agarradas al borde de <strong>un</strong>a capa, a los pliegues de <strong>un</strong>a falda. Allí había vampiras y avanzaron<br />
j<strong>un</strong>to a sus compañeros sobre la víctima. Y entonces, todos <strong>el</strong>los, <strong>un</strong>o por <strong>un</strong>o, se quitaron las<br />
máscaras, que cayeron en <strong>un</strong>a pila, donde las calaveras siguieron sonriendo a la oscuridad d<strong>el</strong><br />
techo. Y allí se quedaron, siete <strong>vampiro</strong>s; <strong>el</strong>las eran tres, y sus pechos asomaban, de <strong>un</strong><br />
blanco brillante, sobre <strong>el</strong> traje ajustado y negro; sus rostros eran duros y luminosos, y<br />
miraban <strong>con</strong> ojos negros debajo de rizos de p<strong>el</strong>o negro. Sorprendentemente hermosas,<br />
parecieron fotar alrededor de la rosada fgura humana; eran pálidas y frías comparadas <strong>con</strong><br />
aqu<strong>el</strong> r<strong>el</strong>uciente cab<strong>el</strong>lo rubio, y aqu<strong>el</strong>la pi<strong>el</strong> como los pétalos. Pude oír la respiración d<strong>el</strong><br />
público, los suspiros entrecortados, suaves.<br />
»Era <strong>un</strong> espectáculo ese círculo de rostros blancos acercándose cada vez más a la b<strong>el</strong>la; y<br />
la fgura principal, esa Muerte, dirigiéndose entonces a la audiencia <strong>con</strong> las manos cruzadas<br />
sobre <strong>el</strong> pecho, la cabeza inclinada solicitando su simpatía: ¿Acaso <strong>el</strong>la no era irresistible?<br />
Hubo <strong>un</strong> murmullo de risas cortadas de suspiros.<br />
»Pero la joven fue quien rompió <strong>el</strong> mágico silencio:<br />
»—No quiero morir... —murmuró. Su voz fue como <strong>un</strong>a campana.<br />
114