DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
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Maris_Glz<br />
alarmado por los latidos de mi corazón. Pero entonces pasé por <strong>el</strong> marco de la ventana y<br />
comencé a seguirlo sin animarme a mirar para abajo.<br />
El <strong>vampiro</strong> reanudó <strong>el</strong> hilo de su r<strong>el</strong>ato:<br />
—Era casi <strong>el</strong> alba cuando abrí la puerta d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong>. La luz de las lámparas fameaba en las<br />
paredes. Y Mad<strong>el</strong>eine, <strong>con</strong> aguja e hilo en sus manos, se había dormido al lado de la<br />
chimenea. Claudia estaba inmóvil mirándome desde los h<strong>el</strong>echos en la ventana, en las<br />
sombras. Tenía <strong>un</strong> peine en las manos. Le brillaba <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o.<br />
»Me quedé de pie absorbiendo todo lo que allí me impresionaba, como si todos los<br />
placeres sensuales de esas habitaciones me traspasaran como oleadas y <strong>el</strong> cuerpo se llenara<br />
de esas cosas, tan diferentes de la atracción de Armand y de la torre donde había estado.<br />
Aquí había algo cómodo y era perturbador. Busqué mi silla. Me senté y me llevé las manos a<br />
las sienes. Entonces vi que Claudia estaba a mi lado, y sentí sus labios en mi frente.<br />
»—Has estado <strong>con</strong> Armand —dijo <strong>el</strong>la—. Quieres irte <strong>con</strong> él.<br />
»Levanté la vista. ¡Qué hermosa y suave era! Y, súbitamente, tan mía. No vacilé en mis<br />
ganas de tocarle las mejillas, acariciarle suavemente las cejas; familiaridades que no había<br />
tomado desde la noche de nuestra p<strong>el</strong>ea.<br />
»—Te volveré a ver; no aquí, en otros sitios. Siempre sabré dónde estás —dije.<br />
»Me pasó los brazos por <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo. Me apretó, y cerré los ojos y h<strong>un</strong>dí la cara en sus<br />
cab<strong>el</strong>los. Le cubrí de besos <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo. Le cogí los brazos. Se los besé, le besé las suaves<br />
curvas de la carne, las muñecas, las palmas de las manos. Sentí que sus dedos me acariciaban<br />
<strong>el</strong> p<strong>el</strong>o, la cara.<br />
»—Lo que tú quieras —prometió—. Lo que tú quieras.<br />
»—¿Estás <strong>con</strong>tenta? ¿Tienes lo que quieres? —le preg<strong>un</strong>té.<br />
»—Sí, Louis. —Me apretó <strong>con</strong>tra su vestido y sus dedos me tocaron la nuca—. Tengo cuanto<br />
quiero. Pero, ¿tú realmente sabes lo que quieres?<br />
»Me movió la cabeza y tuve que mirarla a los ojos.<br />
»—Temo por ti —insistió—. Quizás estés cometiendo <strong>un</strong> error. ¿Por qué no te vas de París<br />
<strong>con</strong> nosotras? —dijo de repente—. Tenemos <strong>el</strong> m<strong>un</strong>do por d<strong>el</strong>ante. Ven <strong>con</strong> nosotras.<br />
»—No —dije y me separé de <strong>el</strong>la—. Tú quieres que todo vu<strong>el</strong>va a ser como <strong>con</strong> Lestat. Eso<br />
jamás se podrá repetir. Y no sucederá.<br />
»—Será algo nuevo y diferente <strong>con</strong> Mad<strong>el</strong>eine. No pido que se repita <strong>el</strong> pasado. Fui yo<br />
quien le puso p<strong>un</strong>to fnal —dijo <strong>el</strong>la—. Pero realmente, ¿sabes lo que estás <strong>el</strong>igiendo <strong>con</strong><br />
Armand?<br />
»Le di la espalda. En la antipatía que <strong>el</strong>la le tenía había algo misterioso y terco. En su<br />
fracaso de comprenderlo, <strong>el</strong>la repetiría que él le deseaba la muerte, lo que yo no creía que<br />
fuera cierto. No se daba cuenta de algo que yo sabía: él no podía desearle la muerte porque<br />
yo no la deseaba. Pero, ¿cómo se lo podía explicar sin sonar a algo pomposo y ciego, dado <strong>el</strong><br />
amor que yo le tenía?<br />
»—Es algo que se debe hacer. Es <strong>el</strong> camino a seguir —dije, como si todo se me aclarara<br />
ante la presión de las dudas de Claudia—. Sólo él puede darme las fuerzas para ser lo que<br />
soy. No puedo seguir viviendo dividido y <strong>con</strong>sumido por <strong>el</strong> dolor. O me voy <strong>con</strong> él o muero —<br />
dije—. Y hay algo más que es irracional e inexplicable y que únicamente me satisface a mí...<br />
»—¿Qué es...? —preg<strong>un</strong>tó <strong>el</strong>la.<br />
»—Que lo quiero —dije.<br />
»—Sin duda, lo quieres —murmuró <strong>el</strong>la—. Pero tú eres capaz de quererme incluso a mí.<br />
»—Claudia, Claudia... —la abracé y sentí su peso sobre mi rodilla. Se apoyó en mi pecho.<br />
»—Únicamente espero que cuando me necesites, me puedas en<strong>con</strong>trar... —susurró <strong>el</strong>la—.<br />
Que pueda volver a ti... Te he herido tantas veces. Te he dado tanto sufrimiento...<br />
»Sus palabras se apagaron. Quedó inmóvil. Sentí su peso y pensé: "Dentro de poco tiempo,<br />
no la tendré más. Ahora simplemente quiero abrazarla. Siempre ha habido tanto placer en<br />
algo tan simple... Su peso encima de mí, esta mano descansando en mi cu<strong>el</strong>lo...".<br />
»Una lámpara se apagó en alg<strong>un</strong>a parte. Pareció que d<strong>el</strong> aire húmedo y fresco, de<br />
improviso, se hubiera sustraído esa luz. Yo estaba al borde d<strong>el</strong> sueño. De haber sido mortal,<br />
me habría <strong>con</strong>tentado <strong>con</strong> dormirme allí mismo. Y en ese cómodo y soñoliento estado, tuve<br />
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