09.05.2013 Views

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Maris_Glz<br />

<strong>vampiro</strong>; la música no salía a través de él, no era arrancada por él mismo.<br />

»—Y bien, ¿lo maté o no lo maté? —volvió a preg<strong>un</strong>tarme.<br />

»—No, no lo hiciste —le respondí, a<strong>un</strong>que fácilmente podría haber asegurado lo <strong>con</strong>trario.<br />

Me <strong>con</strong>centraba en mantener la máscara.<br />

»—Tienes razón. No lo hice —dijo—. Me excita estar a su lado, pensarlo <strong>un</strong>a y otra vez: lo<br />

puedo matar y lo haré, pero no ahora. Y luego lo dejaré y en<strong>con</strong>traré a alguien que se le<br />

parezca lo más posible. Si tuviera hermanos..., los mataría <strong>un</strong>o a <strong>un</strong>o —dijo, <strong>con</strong> <strong>un</strong>a especie<br />

de rugido burlón—. A Claudia le gustan las familias. Hablando de familias, supongo que lo has<br />

oído. Se supone que la casa Freniere está encantada; no pueden <strong>con</strong>servar ningún<br />

superintendente y los esclavos se escapan inevitablemente <strong>un</strong>o tras otro.<br />

»Esto era algo de lo que yo no quería oír hablar. Babette había muerto joven, demente; al<br />

fnal, no le permitían caminar por las ruinas de Ponte du Lac, porque <strong>el</strong>la insistía en que allí<br />

había visto al diablo y que lo debía en<strong>con</strong>trar; oí hablar de <strong>el</strong>lo. Y luego vinieron las noticias<br />

d<strong>el</strong> f<strong>un</strong>eral. Yo había pensado de tanto en tanto ir a verla, tratar de en<strong>con</strong>trar algún medio<br />

de rectifcar lo que había hecho; en otras ocasiones, pensé que <strong>el</strong> tiempo todo lo curaría. En<br />

mi nueva vida de matanzas nocturnas, me había alejado de la intimidad sentida <strong>con</strong> <strong>el</strong>la o <strong>con</strong><br />

mi hermana o <strong>con</strong> cualquier mortal. Y observé la tragedia fnalmente como desde <strong>un</strong> palco d<strong>el</strong><br />

teatro, emocionado de tanto en tanto, pero n<strong>un</strong>ca lo sufciente como para bajarme por las<br />

barandillas y sumarme a los actores en <strong>el</strong> escenario.<br />

»—No hables de <strong>el</strong>la —le dije.<br />

»—Muy bien. Hablaba de la plantación. No de <strong>el</strong>la. ¡Ella! Tu dama amorosa, tu fantasía —me<br />

sonrió—. ¿Sabes?, al fnal todo salió como yo quería, ¿no es así? Pero te cuento de mi joven<br />

amigo y cómo...<br />

»—Ojalá tocaras su música —dije en voz baja, sin agresividad, pero lo más persuasivo<br />

posible.<br />

»A veces esto f<strong>un</strong>cionaba <strong>con</strong> Lestat. Si yo le decía algo específcamente correcto, se<br />

ponía a hacerlo. Y entonces lo hizo; <strong>con</strong> <strong>un</strong>a leve mueca, como diciendo: "Tú, tonto", empezó a<br />

tocar la música. Oí las puertas de la sala trasera y los pasos de Claudia por <strong>el</strong> corredor. "No<br />

vengas, Claudia —pensé yo, sintiéndola—, aléjate antes de que todos quedemos destrozados."<br />

Pero <strong>el</strong>la vino y se detuvo ante <strong>el</strong> espejo d<strong>el</strong> pasillo. Pude oírla abrir la pequeña mesa<br />

tocador y luego <strong>el</strong> susurro de su peine. Tenía <strong>un</strong> perfume foral. Me di vu<strong>el</strong>ta lentamente para<br />

verla cuando apareciese en la puerta, aún de blanco, y se encaminara por la alfombra hacia<br />

<strong>el</strong> piano en silencio. Se quedó al lado d<strong>el</strong> teclado, <strong>con</strong> sus manos sobre la madera, su mentón<br />

sobre las manos y los ojos fjos en Lestat.<br />

»Pude ver <strong>el</strong> perfl de Lestat y la pequeña cara de Claudia más allá, mirándolo.<br />

»—¿Qué pasa ahora? —dijo él, doblando la página y dejando que su mano le cayera sobre<br />

la pierna—. Me irritas. ¡Tu mera presencia me irrita!<br />

»Volvió la vista a la página.<br />

»—¿De verdad? —dijo <strong>el</strong>la <strong>con</strong> su voz más dulce.<br />

»—Sí. Y te diré algo más. He <strong>con</strong>ocido a alguien que sería mucho mejor <strong>vampiro</strong> que tú.<br />

»Esto me dejó perplejo. Pero no tuve necesidad de decirle que <strong>con</strong>tinuara.<br />

»—¿Entiendes lo que quiero decir? —prosiguió.<br />

»—¿Se supone que lo dices para asustarme? —preg<strong>un</strong>tó <strong>el</strong>la.<br />

»—Eres <strong>un</strong>a malcriada porque eres la única niña —dijo él—. Necesitas <strong>un</strong> hermano. O, más<br />

bien, yo necesito <strong>un</strong> hermano. Me aburrís vosotros dos. Unos <strong>vampiro</strong>s egoístas, meditab<strong>un</strong>dos,<br />

que agobiáis nuestras propias vidas. No me gusta.<br />

»—Supongo que podríamos poblar <strong>el</strong> m<strong>un</strong>do de <strong>vampiro</strong>s, sólo nosotros tres —dijo <strong>el</strong>la.<br />

»—¿Lo crees? —dijo él, sonriente, y en su voz hubo <strong>un</strong>a nota de tri<strong>un</strong>fo—. ¿Piensas que lo<br />

podrías hacer? Supongo que Louis te ha <strong>con</strong>tado cómo se hace o lo que él piensa que se debe<br />

hacer. Vosotros no tenéis ese poder. Ning<strong>un</strong>o de los dos.<br />

»Esto pareció perturbarla. Era algo que <strong>el</strong>la no había previsto. Lo estudiaba. Pude ver que<br />

no se lo creía por completo.<br />

»—¿Y quién te dio ese poder? —preg<strong>un</strong>tó <strong>el</strong>la en voz baja, pero <strong>con</strong> <strong>un</strong> dejo de sarcasmo.<br />

»—Eso, querida mía, es algo que jamás sabrás. Porque hasta <strong>el</strong> Erebus en que vivimos debe<br />

69

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!