DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
DESCARGAR entrevista con el vampiro - Soy un yonki
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Maris_Glz<br />
verdadero mal. Esa debilidad, esa negación a comprometer <strong>un</strong>a moralidad estúpida y<br />
fragmentada, ¡ese orgullo espantoso! Debido a eso, permití que me <strong>con</strong>virtieran en lo que soy,<br />
cuando sabía que estaba mal. Por eso, permití que Claudia se <strong>con</strong>virtiera en la vampira en que<br />
se <strong>con</strong>virtió. Por eso, permanecí a <strong>un</strong> costado y dejé que matara a Lestat cuando sabía que<br />
estaba mal, y eso mismo fue su <strong>con</strong>dena. Y Mad<strong>el</strong>eine, Mad<strong>el</strong>eine... Dejé que llegara a esto<br />
cuando jamás tendría que haber permitido que se <strong>con</strong>virtiera en <strong>un</strong>a criatura como nosotros.<br />
¡Sabía que estaba equivocado! Pues bien, te digo que ya no soy más esa criatura pasiva,<br />
débil, que ha tejido mal tras mal hasta que la t<strong>el</strong>araña se volvió tan vasta y densa, mientras<br />
que yo sigo siendo su ridícula víctima. ¡Se ha terminado! Ahora sé lo que debo hacer. Y te lo<br />
advierto por la misericordia que me demostraste sacándome de esa fosa en la que estaba<br />
enterrado y donde hubiera muerto: no vu<strong>el</strong>vas a tu c<strong>el</strong>da en <strong>el</strong> Théàtre des Vampires. No te<br />
acerques allí.<br />
»No esperé a oír su respuesta —r<strong>el</strong>ató <strong>el</strong> <strong>vampiro</strong>—. Tal vez n<strong>un</strong>ca intentó dárm<strong>el</strong>a. No lo<br />
sé. Lo dejé sin volver la vista atrás. Si me siguió, no me percaté de <strong>el</strong>lo, ni traté de saberlo.<br />
No me importó.<br />
»Me retiré al cementerio de Montmartre. Por qué <strong>el</strong>egí ese lugar, no lo sé, salvo que no<br />
estaba lejos d<strong>el</strong> boulevard des Capucines; y Montmartre era casi rural entonces, oscuro y<br />
tranquilo comparado <strong>con</strong> <strong>el</strong> resto de la urbe. Vagab<strong>un</strong>deando por las casas bajas <strong>con</strong> sus<br />
huertos, maté sin la más mínima satisfacción, y luego busqué <strong>el</strong> ataúd donde pasaría ese día<br />
en <strong>el</strong> cementerio. Saqué los restos <strong>con</strong> mis propias manos y me eché en <strong>un</strong> lecho que hedía,<br />
que tenía <strong>el</strong> hedor de la muerte. No puedo decir que eso me diera comodidad, pero me<br />
brindó quizá lo que buscaba. Encerrado en esa oscuridad, oliendo la tierra, lejos de todos los<br />
humanos y de todas las formas humanas y vivientes, me entregué a todo lo que entorpecía e<br />
invadía mis sentidos; es decir, me entregué a mi dolor.<br />
»Pero eso fue breve.<br />
»Cuando <strong>el</strong> sol frío y gris d<strong>el</strong> invierno desapareció para dar paso a la noche, ya estaba<br />
despierto, sintiendo que <strong>el</strong> sopor desaparecía, tal como sucede en invierno, y noté que las<br />
cosas vivientes y oscuras que habitaban <strong>el</strong> ataúd se movían a mi alrededor, escapando ante<br />
mi resurrección. Salí lentamente bajo la débil l<strong>un</strong>a, saboreando <strong>el</strong> frío, <strong>el</strong> pulido total de la<br />
lápida de piedra que moví para salir. Caminando por las tumbas y fuera d<strong>el</strong> cementerio,<br />
repasé <strong>un</strong> plan que tenía en la cabeza, <strong>un</strong> plan en <strong>el</strong> cual estaba dispuesto a jugarme la vida<br />
<strong>con</strong> toda la poderosa libertad de <strong>un</strong> ser al que realmente no le importa esa vida, de <strong>un</strong> ser<br />
que tiene la fortaleza extraordinaria de estar dispuesto a morir.<br />
»En <strong>un</strong> huerto vi algo que sólo había sido algo vago en mis pensamientos hasta que lo tuve<br />
en mis manos. Era <strong>un</strong>a pequeña guadaña, <strong>con</strong> su curva hoja aún sucia de hierbas verdes d<strong>el</strong> último trabajo, y, <strong>un</strong><br />
pasé <strong>el</strong> dedo por la hoja cortante, fue como si se aclarara mi plan y pudiera dar rápidamente<br />
los demás pasos: <strong>con</strong>seguir <strong>un</strong> carruaje y <strong>un</strong> <strong>con</strong>ductor que cumpliera mis órdenes durante <strong>el</strong><br />
día —deslumbrado por <strong>el</strong> dinero que le daría y las promesas de más ganancias—; sacar d<strong>el</strong><br />
Hot<strong>el</strong> Saint-Gabri<strong>el</strong> mi ataúd y trasladarlo al interior d<strong>el</strong> carruaje; procurarme todas las<br />
demás cosas que podía necesitar. Y luego estaban las largas horas de la noche, cuando debía<br />
simular beber <strong>con</strong> mi <strong>con</strong>ductor y hablar <strong>con</strong> él y obtener toda su costosa cooperación para<br />
que me llevara al alba desde París a Fontainebleau. Dormir dentro d<strong>el</strong> vehículo, ya que mi<br />
salud d<strong>el</strong>icada me obligaba a que no me molestasen bajo ning<strong>un</strong>a circ<strong>un</strong>stancia. Esta intimidad<br />
era tan importante que estaba más que dispuesto a agregar <strong>un</strong>a suma generosa a la cantidad<br />
ya pagada, simplemente si ni siquiera tocaba <strong>el</strong> picaporte de la puerta hasta que yo saliera<br />
d<strong>el</strong> carruaje.<br />
»Y cuando estuviera <strong>con</strong>vencido de que estaba de acuerdo y lo sufcientemente borracho<br />
como para ignorar casi todo menos las riendas para <strong>el</strong> viaje a Fontainebleau, entraríamos<br />
lenta, caut<strong>el</strong>osamente, en la calle d<strong>el</strong> Théàtre des Vampires, y esperaríamos a <strong>un</strong>a distancia<br />
prudencial hasta que <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o empezara a aclarar.<br />
»Cuando mi plan estuvo en marcha, y me acerqué al teatro, éste seguía cerrado y<br />
protegido <strong>con</strong>tra <strong>el</strong> día inmediato. Me acerqué cuando <strong>el</strong> aire y la luz me dijeron que tenía<br />
<strong>un</strong>os quince minutos para ejecutar mi plan. Yo sabía que, encerrados, los <strong>vampiro</strong>s d<strong>el</strong> teatro<br />
159