Bajar libro - CIPAE
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Comité de Iglesias<br />
Los reclamos campesinos se centraron básicamente en la falta de tierra para los que no la tienen, el<br />
conflicto con productores sojeros por la utilización de agrotóxicos y la deforestación de bosques<br />
para el cultivo del grano y el consecuente impacto ambiental, la defensa de los bienes públicos (no a la<br />
privatización), la implementación de una ley que establezca una franja de seguridad fronteriza,<br />
recuperación de tierras malhabidas distribuidas discrecionalmente y prebendariamente durante la<br />
dictadura, la propuesta de implementar programas de industrialización de la materia prima producida para su<br />
posterior exportación y ampliar la tarifa social de la ANDE de 100a 200 kilowatt.<br />
Todo esto indudablemente produjo un desgaste al sector campesino y al propio gobierno cuyas promesas ya<br />
no eran creídas por nadie. Tal es así que en varias ocasiones el Mandatario en sus discursos denotaba un<br />
favoritismo hacia las reivindicaciones de los labriegos en detrimento de sectores productivos agroexportador<br />
y agroproductor. A principios de noviembre la cúpula de la Asociación Rural del Paraguay, la Feprinco y otros<br />
gremios empresariales se reunieron con el Mandatario a quien intimaron a que de una buena vez por todas<br />
defienda el derecho a la propiedad y garantice la seguridad jurídica en el país para que los mismos puedan<br />
dedicarse con seguridad a la actividad productiva. También le cuestionaron su actitud complaciente y tibia<br />
respecto a las constantes invasiones de inmuebles privados. Días antes de esa reunión la Asociación Rural<br />
del Paraguay (ARP) reunida en asamblea ordinaria exigió al gobierno una política de seguridad nacional y<br />
otra agropecuaria, reorientación del gasto social, racionalización y redistribución del gasto público, y<br />
advirtió que grupos radicalizados están poniendo en peligro el estado de derecho.<br />
En respuesta a esos pedidos, unos días después Duarte Frutos dijo en un acto en Caazapá que se le acabó<br />
la paciencia y que ahora el gobierno va a usar la fuerza contra las ocupaciones de tierra. "Creíamos<br />
que iban a reconocer la iniciativa de construir la paz mediante el diálogo, iban a entender nuestro esfuerzo,<br />
pero no entendieron nada", expresó. Trató de "haraganes" a los dirigentes campesinos y les advirtió que los<br />
enviará a la cárcel. El gobierno se abocó a la búsqueda de recursos para comprar tierras y desactivar<br />
la constante presión campesina. En ese sentido dialogaron con varios dueños de inmuebles para<br />
adquirirlos, sobre todo las tierras que estaban en la mira de las organizaciones campesinas. El propio<br />
presidente de la República incluso dijo que si el dueño del terreno no quiere vender y sus tierras no están<br />
racionalmente explotadas plantearán la expropiación. El sistema democrático no tiene viabilidad en una<br />
sociedad que lleva como lastre una pesada carga de campesinos ignorantes. La corrupción de la clase<br />
política y la dirigencia social se nutre de la miseria que impera en el sector rural. El primer paso para romper<br />
esa perversión es convertir a los campesinos en agricultores productivos, capaces de obtener la renta<br />
necesaria para llevar una vida digna.<br />
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